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Hilo, dedal o tijera… «y vivir sin rencor»: Carlos De León estrena 'La historia del sastre'

Santa Cruz de La Palma —

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Carlos De León vuelve a las andadas. Su espíritu inquieto, desconsolado e inconformista —pese a no ser un revolucionario conocido— se aviene, una vez más, a concesiones suyas, que a nadie le importan sino a él. O no. Probablemente, La historia del sastre, cuyo flamante estreno se celebrará el próximo viernes día 10 de septiembre (con sendas reposiciones el sábado 11 y el domingo 12), continúe marcando nuestro ritmo, nuestra idiosincrasia nacional y, en fin, nuestras maneras «a la palmera» (esas que callan más de lo que dicen). En el constante encuentro que Carlos de León mantiene con el Teatro Circo de Marte, existe toda clase de anécdotas, un baúl de autores y esa inconfundible pasión natural por el arte escénico, por más que infinitas veces nos haya repetido que él no iba para el teatro.

Titulado Superior en Arte Dramático por La Escuela de Actores de Canarias, Carlos De León se queja a menudo porque dice que su vocación real —de la que, por cierto, vino a darse cuenta casi al culminar sus estudios— es la de interpretar y que las circunstancias le han obligado, en parte, a asumir un papel no pretendido como director en la Escuela Municipal de Teatro 'Pilar Rey', para la que trabaja desde 2010. Acaso Carlos De León no se haya dado cuenta de que, independientemente de su frustración actoral (de la que ahora parece redimirse asumiendo al protagonista de La historia del sastre y así representar nada menos que a su bisabuelo Félix García Durán), su verdadero «papel» no se encuentre en el escenario, sino delante de él. Para sacar lo que otras mujeres llevan dentro y no lo saben. Para que otros se encumbren gracias a sus zarpazos directivos para controlar dejes, gestos inapropiados, afeminamientos que restan veracidad a un personaje varón, voces destempladas que gritan sin tino o proyecciones vocales que no llegan a oírse ni en la primera fila. Para ayudar a actores amateurs a reencontrarse con sus yoes emocionales (esos a los que pocos quieren enfrentarse). Para crear personajes de la nada o de casi nada. Para afrontar miedos propios, aunque parezcan trasladados por personajes de ficción.

Esa capacidad se ha traducido en no pocos galardones que tanto él como sus elencos en la Escuela Municipal de Teatro «Pilar Rey» han obtenido en distintos festivales de arte dramático o cinematográficos que se celebran por nuestras islas. Quizás, esa capacidad sea, en parte, a lo que Carlos De León no quiera enfrentarse, irónicamente, como él mismo tan a menudo ha reclamado a sus chicas y chicos De León

En este caso, Carlos De León deja a un lado estas lides directivas para asumir su vocación actoral representando a su bisabuelo materno Félix García Durán, sastre de profesión y tesorero del Partido Socialista en Santa Cruz de La Palma. Su prestigio en su ámbito de trabajo fue puesto de manifiesto por el periodista L. Perdomo para la revista ilustrada Hespérides (Santa Cruz de Tenerife) en su edición de 28 de noviembre de 1926: «La bien montada industria de sastrería que con tanto acierto y esmero tiene establecida el competente industrial don Félix García Durán en Santa Cruz de La Palma, es una de las pocas que no tiene que envidiar a ninguna de las similares establecidas en el Archipiélago, debido, principalmente, a su perseverante celo y al esfuerzo continuo que realiza en pro del mejoramiento de su industria». Además, en 1927, el Anuario General de Canarias publica el siguiente anuncio de promoción de este taller y punto de venta (domiciliado, en esos años, en el número 1 de la calle O’Daly): «Esmerada confección de trajes. Variado y excelente surtido en lanas nacionales y extranjeras. Lo más chic de Canarias».

Tal y como ha confesado el propio Carlos De León en el dossier de la obra, producida por La Sastrería Teatro: «Esta es una historia de supervivencia y conciliación, como las de otras tantas víctimas anónimas a las que no les quedó más remedio que agachar la cabeza y huir hacia delante».

Víctor J. Hernández Correa. Tu vida teatral ha ido tomando derroteros de un lado a otro. Empezaste como actor, luego has ejercido como director —labor en la que te pusiste a adaptar textos de otros autores—… Y llega ahora tu faceta como autor. ¿Cómo has avanzado hasta este punto? Esto es intrusismo.

Carlos De León. Mi primera vocación ha sido la de actor. Por circunstancias laborales, me he visto en la obligación de dirigir y, en muchas ocasiones, en la necesidad de adaptar los textos en los que estaba trabajando para acomodarlos al número de intérpretes y a la duración. Esto me hizo plantearme que debía formarme en la escritura teatral. Y de aquellos barros, estos lodos. ¿Intrusismo laboral? Solo me he ido adaptando para poder ser lo más independiente posible.

VJHC. ¿Qué prefieres ser: actor, director, autor, tramoyista, acaso sastre…?

CDL. Como te decía antes, mi vocación inicial es la de actor. Pero en este montaje he confirmado que tantos años dirigiendo la Escuela Municipal de Teatro «Pilar Rey» me han deformado esa vocación y me resulta prácticamente imposible no estar en escena pendiente de absolutamente todo, queriendo dirigir y disponer sobre todas las decisiones que se toman. Con eso tengo que convivir. Luego está lo de la escritura, que me encanta. El proceso de escritura es apasionante, pero ahí sí que todavía estoy en pañales.

VJHC. La historia del sastre se estrena en el Teatro Circo de Marte el próximo viernes. No es tu primera obra propiamente dicha, pero entiendo que, emocionalmente, va a ser importante para ti dar a conocer asuntos de familia.

CDL. Esta es mi tercera obra escrita, a pesar de que va a ser la primera en estrenarse a nivel profesional. No era consciente de mi nivel de implicación emocional con este texto hasta hace bien poco. Date cuenta de que yo no conocí al protagonista de la historia (mi bisabuelo). Mi vínculo con él es mi abuelo, que es quien me contó los hechos, y yo me estoy poniendo en la piel de su padre. Pero sí es verdad que, según se acerca el estreno y siento el revuelo que se está formando a nivel familiar, me doy cuenta de la magnitud de lo que estoy contando, de la importancia que tiene y de mi implicación emocional con esta historia.

VJHC. La historia del sastre se basa en los últimos días de tu bisabuelo materno don Félix García Durán, sastre y tesorero del Partido Socialista de Santa Cruz de La Palma. ¿Qué recursos bibliográficos, periodísticos u orales (a través de entrevistas a tu familia) has empleado para crear esta obra?

CDL. La historia del sastre se desarrolla exactamente durante los tres años que dura la guerra civil española. Comienza el día del alzamiento militar y finaliza con el parte que anuncia el fin de la contienda. La obra está escrita a partir de las historias que me ha contado mi abuelo Life —que tiene noventa y dos años y se ha ganado ser uno de los personajes que aparece en escena—, de las aclaraciones de mi madre y de la información que he recopilado buscando en Internet, leyendo artículos sobre la época y viendo documentales. Y, por último, ficcionando determinadas situaciones para favorecer el desarrollo de la trama. Me gustaría que eso quedara claro: en ningún momento se pretende hacer teatro documental. Es una ficción enmarcada en un tiempo determinado, que se desarrolla durante unos acontecimientos reales, con personajes reales y situaciones y anécdotas reales. Pero no deja de estar ficcionado para que le resulte atractivo al espectador.

VJHC. ¿La obra refleja las célebres dos Españas o va más allá?

CDL. La obra no se centra en eso. Es inevitable entrar ahí, porque es el período histórico en el que se contextualiza la historia y todo lo que sucede es consecuencia de eso; pero, en este caso, no deja de ser un detonante. La historia se centra en la vida personal del protagonista y de su familia, en las consecuencias que tuvo ese enfrentamiento y de cómo consiguieron salir adelante. Es una historia de conciliación, de redención y de superación, no de enfrentamiento. Cuenta cómo los protagonistas, al igual que otras muchas personas, tuvieron que aprender a seguir con sus vidas después de un acontecimiento traumático. Y creo que es con eso con lo que puede empatizar cualquier espectador, más allá de ideologías políticas.

VJHC. ¿Existe posibilidad de un reencuentro definitivo entre un lado y otro? ¿Existen dos lados?

CDL. Evidentemente, existen dos lados. Me atrevería a decir que, como entonces, existen tres. Están las posturas más radicalizadas en cada extremo, y esas nunca han sido buenas: porque no están dispuestas a escucharse y porque se olvidan de que trabajan por el bienestar del pueblo, no por tener razón y salirse con la suya. Y luego están los que son criticados por ambas partes por asumir una posición más «tibia», que lo que intentan es llegar a acuerdos en busca del bienestar del ciudadano. Estos, casi siempre, tienen las de perder.

VJHC. ¿Te has servido de algún personaje real conocido por ti para configurar o caracterizar a algún personaje de la obra?

CDL. En mi caso, ya que no conocí a mi bisabuelo, es cierto que he tenido a mi abuelo —que es el referente más cercano que tengo— en mente. En cuanto a actitud, gestos, carácter, etc.

VJHC. Llegas con una obra manuscrita bajo el brazo. Aquí eres de todo: coproductor, autor, actor… Pero dirige Rafa Rodríguez, director de 2RC y profesor tuyo en La Escuela de Actores de Canarias. Estás haciendo trampas…

CDL. Para mí esta obra es algo muy personal, pero va de la mano con un proyecto que es crear una compañía de teatro profesional estable residente en la isla de La Palma, que pueda tener repercusión fuera de la isla. Ante este doble reto, asumí que no podía estar sobre las tablas —con el nivel de implicación emocional que eso significaba— y dirigiendo. Así que hube de elegir y pensé que, siendo el autor del texto y formando parte del equipo de producción, ya tenía suficiente potestad para tomar ciertas decisiones y que prefería volver a subirme a escena. Nos ha venido muy bien la mirada de una persona externa con la experiencia y el recorrido de Rafael Rodríguez, un director de reconocido prestigio. Él ha creído en este proyecto y nos ha ayudado a ponerlo en pie. No tenemos sino palabras de agradecimiento por su implicación y su entrega. Esperemos que nos dé ese pequeño salto de calidad que nos faltaba y que esto nos ayude a salir de la isla para mostrar nuestro trabajo en otros escenarios más allá de nuestras fronteras insulares.

VJHC. Durante el proceso de construcción de la puesta en escena, ¿qué compras (un verbo tan tuyo, tan caracterizador cuando una interpretación te gusta realmente)?

CDL. He de decir que estoy muy satisfecho con el resultado del proceso hasta este momento. Una obra de teatro es algo que siempre está vivo y que nunca termina de crecer y de transformarse hasta que el espectáculo se da por cerrado después del tiempo que se considere. Yo estoy muy contento con la propuesta del director, con cómo ha resuelto lo que se plantea en el texto. Es un espectáculo que yo disfrutaría como espectador. Por eso estoy tan satisfecho.

VJHC. En el proceso de escritura, ¿qué te costó más: construir la historia (basada en hechos ocurridos y que sigue dejando huella), definir los personajes, articular el conflicto dramático…?

 CDL. El proceso de escritura tuvo varias fases. Primero fue «vomitar» la historia. Luego fue poner en orden las anécdotas y vislumbrar cómo articular el discurso para contar lo que quería contar. Después vino la recopilación de datos y de información real para pulir y enriquecer la historia, envolviéndola del clima, de los personajes y de los momentos reales desarrollados en aquel momento. Y, por último, durante el montaje se descubren y se ajustan diversas cuestiones y se solucionan problemas que, sentado en casa frente al ordenador, no veo. Hemos estado realizando esos ajustes hasta el último momento. ¡Esto es el teatro!