“Yo pasaré a la historia no por mis libros, sino por haber bailado con Elsa López en Nicaragua”

El poeta nicaragüense José María Zonta elogia en el periódico La Prensa, uno de los diarios más importantes y emblemáticos de Nicaragua, la obra de la escritora palmera Elsa López, que representó a España, junto a Luis Eduardo Aute, en el XI Festival Internacional de Poesía de Granada. El evento literario, celebrado en febrero, reunió a más de 80 poetas de relevancia de 54 países.

El festival se dedicó en esta edición al poeta y dramaturgo granadino Enrique Fernández Morales (Quico) y la poeta costarricense Eunice Odio, y se desarrolló en lugares representativos de la ciudad como parques y plazas, atrios de iglesias, la antigua estación de tren y el malecón a orillas del gran Lago de Nicaragua.

A continuación reproducimos el artículo de José María Zonta sobre Elsa López: 

 

'Huellas de pecera, de Elsa López'

José María Zonta 

¿Qué ángel mira Elsa cuando escribe?

… “Yo vi las jacarandas naciendo del asfalto / y los papayos verdes / y aquel árbol florido de naranjas redondas colgando de tus dedos”.

Ha de ser el ángel que espera el final de los relámpagos para volar, no por temor a lastimarse, sino para no lastimar a la tormenta. Un olor a horno atraviesa de puntillas los poemas de Elsa, que emanan el vapor verde que revela lo que nació para ser escondido y esconde lo que murió para ser revelado. Casi no hay pasado, casi no hay futuro, en los poemas de Elsa, casi todo está aquí, ahora.

No conozco ni uno solo de sus poemas que Elsa no haya escrito con una flecha en su muslo, y a pesar de la flecha, o por ella, el poema sonríe. La alegría más parecida a la tristeza abre la puerta de sus libros: “Hay dolores que se agrupan de costado / Hay dolores alegres de brillantes colores que iluminan la casa y te inventan canciones”.

Elsa escribe más allá de las palabras, cruza un puente que pierde la noción de sus orillas y se lanza al río confiando en sus peces amarillos. Pero sus poemas no previenen el estremecimiento de galaxia que produce conocerla, estar sentado frente a ella, escucharla, al principio con su tono precavido, midiendo el verano, esperando que te equivoques con los cubiertos para no corregirte, pero tomar nota.

ELSA EN GRANADA

Pero después, de improviso, derrama una gota de su vaso, sus manos parpadean, se salta una mirada, y se vuelve el ser más cálido y amable, ha sonado una campanada que solo ella escucha. No han conocido a Elsa los filólogos que tratan inútilmente de definir la elegancia. Yo pasaré a la Historia no por mis libros sino por haber bailado con Elsa en Granada. Hoy en Estambul un argentino se me acerca y sin saludarme pregunta, ¿es cierto que vos bailaste con Elsa en febrero? Y yo dejo caer un durazno afirmativo y él, temblando, me dice: ¿puedo tocarte?

¿Cuál universo paralelo descubre Elsa?, “como si germinara un pedazo de nube, como si fuera una mota de hielo, un copo de cristal, una nube sin agua; como un raro planeta fecundado y dispuesto a parir otros mundos”.

Esa otra dimensión poética descubre Elsa, la mujer poema, la mujer con una mano de arcilla y otra de cerámica. Y con ambas escribe, con ambas ama y recoge su campamento y se marcha. De lumbre sus ojos.

Elsa anuncia tormenta y llega brisa. Sus poemas transforman su lectura en una encuesta de amor. Las palabras que no han sido usadas por Elsa esperan ansiosas en la antesala su llamado, sudando frío, sin dejar de mirar la puerta.

Todas quieren estar en sus poemas, ninguna quiere morir sin subir esa montaña. En sus poemas Elsa confiesa todo y no acepta nada. Se desmorona, se pone en riesgo, te desafía. Gente con propensión al mareo, con miedo a las alturas, gente educada y que usa pañuelos ha tenido que dejar sus libros en la página 14. Sus poemas están tatuados en el papel, tienes que conocer muy bien tu umbral del dolor para pasar a la página 15.

¿Cuál desierto, cuál espejismo convence a Elsa de sostener que… “en ese itinerario de océanos amargos, el llanto se repliega de nuevo en lo más hondo a contemplar, sin ruido, el paso de las aves”.

Por un noticiero de Canarias me entero que los físicos cuánticos se han cansado del acelerador de partículas de Ginebra y han decidido buscar mundos paralelos en los poemas de Elsa, sin duda les irá mejor. Elsa nace en África y va de topo en topo, de ardilla en ardilla, y morir cada noche sin campanas le permite seguir viva. Ha descubierto la pócima para morir al final de cada poema y renacer en el siguiente.

Esta mujer cometa estuvo en el Festival Internacional de Poesía de Granada 2015, con Manolo, su santo personal y Ministro de Asuntos Terrenales, el único cuerpo libro de poesía deambulante por ahí.

Esta mujer imprenta estuvo en Nicaragua dejando huellas de pecera, no quedaron marcas de frenado en el pavimento, bebo una flor de caña mientras te lo cuento. Parecía luna llena, pero era Elsa.

BREVES DE AUTORA

Amada Elsa López Rodríguez nace en Santa Isabel de Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) el 17 de enero de 1943. Vive en Fernando Poo hasta 1947 y en la Isla de La Palma (Canarias) hasta 1955, año en que se traslada a Madrid. De 2002 a 2006 dirige la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores.

Actualmente dirige Ediciones La Palma y Promoción Cero. Su obra ha sido reconocida con numerosos premios, incluida en varias antologías y traducida a distintos idiomas.