Para unos es un fenómeno óptico que se produce con irregular frecuencia; para otros, un misterio sin resolver que emerge del Atlántico. El mito de la fabulosa isla de San Borondón sigue vivo. Los investigadores Manuel Poggio y Luis Regueira, que estudian la leyenda, han constatado que la cultura popular canaria describe esta ínsula como un territorio real que fue hundido por un cataclismo y que, a partir de entonces, quedó encantada, apareciendo y desapareciendo. En 1957 un fotógrafo de La Palma captó la silueta de esta tierra mítica. La imagen fue publicada en el periódico ABC.
En los últimos tres años, Poggio y Regueira se han adentrado en el aspecto etnográfico de la leyenda de San Borondón, la más arraigada en la cultura canaria. “Se trata de un terreno en el que se registraban estos datos o, quizás, se hubiesen perdido para siempre”, reconoce Manuel Poggio, investigador y cronista oficial de Santa Cruz de La Palma. “Lo más interesante es que frente a la versión erudita de la leyenda y que narra el viaje de un monje irlandés en un periplo fantástico por el océano Atlántico, los testimonios provenientes de la tradición oral refieren una versión muy distinta”, explica. “La cultura popular canaria, tanto en La Palma como en Tenerife y La Gomera, describe la leyenda de San Borondón como una isla real perteneciente al archipiélago canario y que un cataclismo hizo que se hundiera. A partir de ese momento, la legendaria isla quedó encantada dejándose ver en esporádicas ocasiones”, comenta.
Poggio no duda de que el mito de San Borondón “es uno de los elementos cardinales de la cultura canaria”. “La leyenda de una fabulosa tierra que aparece y desaparece en el horizonte de las islas más occidentales ha generado un caudal ingente de materiales de todo tipo”, apunta. Por ello, agrega, San Borondón “se puede abordar desde una diversidad de disciplinas muy amplias”. Por ejemplo, concreta, “son significativas las interpretaciones artísticas del mito”. En este sentido, señala, “buena muestra de ello es el tema incluido en su último trabajo discográfico por el grupo de jazz Latitud Junonia y titulado St. Brendan”. Poggio cita como otra novedad “la utilización durante los dos últimos años del recurso de San Borondón en campañas publicitarias; una fue en una promoción de una cadena de supermercados y la segunda, la inclusión de este motivo en un anuncio de una bebida”. El cronista oficial de Santa Cruz de La Palma intuye que “San Borondón está más candente que nunca”.
Poggio y Regueira publicaron en el año 2009 La isla perdida. Memoria de San Borondón desde La Palma, un libro que incluye los testimonios de personas que aseguran haber visto la tierra mítica. En la actualidad, trabajan en una publicación que “refleje la huella que ha dejado San Borondón en la cultura canaria”. Se tratará “de un ensayo multidisciplinar en el que intentaremos mostrar la historia, el folclore, la literatura, el arte, la toponimia y cuantos campos conforman el universo de San Borondón”. “Intentamos glosar San Borondón de una manera global”, indica Poggio.
Los citados investigadores están encontrando mucha colaboración por parte de los canarios a la hora de recabar datos sobre la leyenda. “Como todo trabajo de investigación, los inicios son siempre un poco arduos. No obstante, la generosidad y disponibilidad de nuestra gente ha propiciado que se hayan recogido un buen poso de creencias, cuentos o algún dicho popular sobre el tema”. Poggio y Regueira quieren “ofrecer el trabajo que desarrollamos a todas aquellas personas que deseen dejar su testimonio sobre este tema tan sugerente”. Recuerdan que, en Gran Canaria, por ejemplo, “no se ha recogido aún ningún registro o evidencia etnográfica”.
Un fenómeno óptico que simula una isla
La Palma es protagonista en la leyenda de San Borondón puesto que “sus costas son el lugar desde donde la onírica isla se ha oteado con más frecuencia y sus puertos fueron las radas desde donde partieron algunas de las naves que se atrevieron a emprender la aventura de su búsqueda”, recogen Poggio y Regueira en La isla perdida. Sin embargo, añaden, “el mito de San Borondón es patrimonio de todo el archipiélago. En no pocas ocasiones esta tierra se ha dejado ver desde otras atalayas canarias, penetrando también su recuerdo en la etnografía, la literatura, la toponimia y, sobre todo, en el universo cultural de los isleños, que encuentran en la escurridiza roca una seña común de identidad mucho más fuerte que los pleitos y rivalidades que a menudo enfrentan a unas islas con otras”.
Entre la relación de palmeros que afirman haber contemplado el fabuloso territorio y que se incluye en el libro La isla perdida, se encuentra la joven Yurena Hernández quien, con la cámara de su teléfono móvil, logró una instantánea de San Borondón.“Ante la mirada cartesiana de nuestro tiempo, no debe ser fácil narrar una experiencia como las suyas: nada menos que contemplar una tierra inexistente”, señalan los autores de la publicación.
Sin embargo, uno de los avistamientos más célebres del siglo XX quedó plasmado en la película de una cámara fotográfica, como recuerdan Poggio y Regueira. El fotógrafo Manuel Rodríguez Quintero (1897-1971), entre el 15 y el 21 de septiembre de 1957, sobre las seis de la tarde, logró captar desde el barrio de Las Martelas, en Los Llanos de Aridane, la difusa silueta de San Borondón. El fenómeno fue presenciado por numerosos vecinos de Los Llanos y Tazacorte. La imagen se publicó en el diario nacional ABC en un artículo firmado por Cuscoy y titulado La isla errante de San Borondón es fotografiada por primera vez.
Para la ciencia, la explicación a estos avistamientos está en un efecto óptico provocado por diferentes causas que simulan una isla. Poggio y Regueira se cuestionan: ¿Podremos responder alguna vez de manera satisfactoria qué es en esencia San Borondón?. Y responden: “El canario, y en nuestro análisis, el palmero, necesitan a San Borondón, necesitan creer en la isla. Y justamente porque no puede aprehenderla. Porque representa el anhelo constante, porque coloca al hombre ante la aventura, porque en más de una ocasión ha asumido los atributos paradisíacos y porque, como tierra de promisión, comparte, con América, esa idea del éxito seguro. Ello explica quizás el elevado número de expediciones salidas desde La Palma, el de avistamientos modernos, el de leyendas o el de obras artísticas en la isla inspiradas”, concluyen.