El Grantecan ha llevado en 10 años a astrónomos de todo el mundo a “sitios a los que nunca se había llegado”

Rubén Darío García León/Efe

Santa Cruz de Tenerife —

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El Gran Telescopio Canarias (Grantecan) ha llevado a astrónomos de todo el mundo en sus diez años de funcionamiento en el Observatorio del Roque de Los Muchachos (Garafía) a “sitios a los que nunca se había llegado”, ha señalado a Efe su jefe de Operaciones Científicas, Antonio Cabrera.

Gracias al Grantecan, remarca Cabrera, un equipo del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) ha obtenido la imagen más profunda del Universo tomada desde tierra y también se ha podido observar la estrella individual más lejana jamás detectada, entre muchos otros resultados científicos de impacto producidos durante su operación.

Antonio Cabrera hace estas valoraciones cuando se cumplen diez años de la puesta en funcionamiento en La Palma del telescopio óptico infrarrojo más grande del mundo, con un diámetro de 10,4 metros, ubicado en la cumbre de Garafía.

Grantecan fue inaugurado el 24 de julio de 2009 en un acto presidido por los entonces reyes de España, Juan Carlos I y Sofía, y en el que participaron más de 800 personas, pero su puesta en funcionamiento tuvo lugar unos meses antes, el 1 de marzo.

Su jefe de Operaciones desde 2014, asegura que lo más gratificante en estos diez años ha sido comprobar que las prestaciones del telescopio son las que se esperaban de una instalación que tuvo un presupuesto en torno a los 130 millones de euros, financiados por los gobiernos de España y Canarias, con Fondos Europeos para el Desarrollo Regional (Feder).

Grantecan es el telescopio más grande del mundo de cuantos se dedican al estudio de la radiación visible e infrarroja, es decir, principalmente la luz y las imágenes que podemos detectar con nuestros ojos, explica Antonio Cabrera, ya que los hay más grandes pero con otras características, dedicados a otras formas de radiación electromagnética (por ejemplo, ondas de radio).

Una de las cosas “más complicadas” de estos diez años ha sido mantener un plan de instrumentación “muy exigente”, en el sentido de que en ese periodo de tiempo se han puesto en marcha siete instrumentos diferentes.

Eso supone “mucho esfuerzo” por parte del personal de Grantecan, ya que esto conlleva hacer pruebas y a la vez continuar con la operación nocturna sin producir una merma notable en las horas suministradas a la comunidad científica.

Para destacar la complejidad de esos trabajos, Cabrera recurre a un símil con la Fórmula 1: un telescopio se comporta como un coche de competición al que en cada parada durante una carrera se le deben cambiar los alerones sin perder tiempo ni en la maniobra ni luego en la pista.

Añade que si se mira “fríamente”, un telescopio es un coche en el trabajan muchos ingenieros y que “maneja” un astrónomo para explotar al máximo todas sus capacidades, el cual al final de cada noche de trabajo deja anotaciones para hacer mejoras en los días siguientes, siempre en aras de producir la mejor ciencia posible.

Grantecan, manifiesta su jefe de Operaciones, es “muy flexible”. En estos momentos tiene hasta cinco instrumentos montados que se pueden utilizar cada noche en función del plan de observación que corresponda y de las condiciones de la noche.

Comentó que en los días de luna llena se evita el uso de instrumentos ópticos por la saturación de luz y se promueve el uso de otro tipo de instrumentación, como son los infrarrojos.

El tiempo de observación en el telescopio se reparte de forma que el 20% le corresponde a la comunidad científica española por el hecho de estar instalado en La Palma y otro 5% se cede a proyectos internacionales, tal y como aplica al resto de telescopios instalados en el Observatorio del Roque de los Muchachos.

El 75% del tiempo restante se reparte en función de las aportaciones de cada socio de Grantecan. De ese cupo de horas, a España le corresponde el 92,5% debido a que ese es la proporción de costes que sufraga, mientras que a México le corresponde el 5% y a la Universidad de Florida (EEUU) el 2,5% de los mismos.

Esta participación se transforma directamente en horas de observación a ejecutar para cada una de las tres comunidades.

En Grantecan trabajan actualmente 65 personas, “curiosamente” la misma cifra que cuando se inauguró hace diez años, precisa Antonio Cabrera, quien agrega que se perdió personal “justo” cuando aumentó la complejidad del telescopio, mientras que ahora se está recuperando lo que había en 2009, pero no “lo que nos gustaría tener”.

En palabras de su jefe de Operaciones, Grantecan es un telescopio de bajo coste con soluciones imaginativas, capaz de mantener su competitividad con respecto a telescopios de su misma clase en otros observatorios del mundo.