José Henry sigue sin acostumbrarse a los flashes, las cámaras y los micrófonos. “Aún me pongo rojo”, dice. Este jueves, en el bar de Los Llanos de Aridane que más frecuenta, La Buhardilla, donde siempre se pide su sandwichito de pechuga, no para de recibir llamadas de periodistas y productoras. Justo le acaban de invitar para participar este domingo en el programa Fuera de Plano, de la Televisión Canaria, porque tiene una historia (o un plan, mejor dicho) que contar: quiere refundar Todoque, el pueblo palmero del municipio de Los Llanos de Aridane que desapareció bajo la lava. Y piensa hacerlo, si es posible, en el mismo lugar donde murió hace unos días.
Henry iba a llegar a su local de confianza para almorzar antes de las 15:00, pero lo termina haciendo un pelín más tarde. Mientras camina, los vecinos le paran por la calle para recibir sus dosis diarias de optimismo y esperanza, que no deja de exponer durante la más de hora y media de entrevista. “Me detienen y me dicen: usted es el que está hablando de recrear Todoque, ¿verdad? Le he visto por la tele. Por favor, haga esto, haga lo otro… Y yo pienso: la que he liado”, señala mirando al cielo, en modo de súplica.
Aunque esté saturado por los encuentros y las preguntas, este arquitecto medio italiano medio palmero, que perdió su casa en Todoque una semana después de que estallara el volcán de Cumbre Vieja, no tiene ningún problema en dar la cara por el ser todoquero, como asegura. Es una responsabilidad que asume. Una misión que podría ser su último trabajo redactando proyectos y diseñando edificaciones. “Yo tengo 60 años. Dentro de diez ya me voy a doblar”, añade entre risas.
Henry aterrizó en La Palma en 1993, recibiendo la mirada escéptica de los residentes de la isla, poco acostumbrados a que un extranjero se asentara sobre ella. “Nadie me conocía. Me observaban raro. Tuve que ir rompiendo lava para entrar en el corazón del palmero”. Su estrategia fue todo un éxito después de contar que es el primo de María Victoria Hernández, la cronista oficial de Los Llanos de Aridane, “un universo abierto” de todo lo que ha ocurrido en este municipio. A partir de ahí, recuerda, todo cambió. “Cuando se abre, el palmero te da la vida”. Ahora él siente que debe hacer algo a cambio.
La cabeza de Henry echa fuego. Ni él mismo, creador, portavoz, cabeza visible y todo lo que tenga que ver con el propósito de refundar Todoque, se siente capacitado para asegurar cómo se va a hacer o cuándo. Ni siquiera puede afirmar con total seguridad que esto ocurrirá. Un informe técnico-científico que pruebe que la colada, ya fría, sigue emitiendo gases nocivos, podría tumbar todo. “Eso es lo único”, reitera. En caso de que el Estado declare la zona afectada como Patrimonio Nacional e imposibilite a los palmeros trabajarla para darle uso residencial, Henry se hace una pregunta. “¿Quieres ver antorchas encendidas delante del Cabildo? Porque si dicen eso, La Palma entera se planta donde sea”.
Por el momento, él prefiere relatar ideas sencillas, “que gusten”. Sugiere que Todoque se convierta en un parque rural, un espacio natural protegido antropizado, esto es, habitable. “Sería súper ecológico, con una nueva manera de reciclar, con huertas, árboles frutales… Todo en relación con la agricultura y la naturaleza”. Pone como ejemplo el pueblo de El Tablado, en Garafía, una localidad incluida en la Red Natura 2000 y en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos. “En El Tablado no te permiten hacer nada porque es un caserío muy antiguo. Se ha bloqueado cualquier ampliación, aunque sí se puede rehabilitar. Cuando estás ahí, es como si fueras atrás en el tiempo”, explica.
El nuevo Todoque se construiría sobre la colada. Henry sostiene que se contabilizarían todas las casas que había antes del volcán y se levantarían las mismas, ni una más. También estarían la iglesia, la farmacia, la tiendita de comida, la plaza… Sería como regenerar desde las cenizas y el picón la esencia del pueblo, lo más importante. Cuando le toca hablar del vecindario en el que ha vivido las últimas tres décadas de su vida, le brillan los ojos. Y se mueve constantemente en la silla, como si quisiera ponerse a picar piedra ya mismo.
“Yo voy a dar la cara delante de miles de vecinos. Y delante del político que se tope conmigo. Y voy a enseñar esto [muestra una imagen de la casa de César Manrique, el prestigioso artista lanzaroteño que marcó una época durante el siglo pasado y que construyó su vivienda, literalmente, sobre la lava]. Si él pudo, ¿por qué aquí no?”, cuestiona.
Otro caso que rescata Henry es Garachico, la villa tinerfeña que a principios del siglo XVIII sufrió una de las peores erupciones volcánicas de la historia de Canarias. Garachico contaba con el puerto comercial más importante del Archipiélago, pero después de quedar sepultado por rocas a mil grados centígrados, resurgió en la misma fajana que creó la lava en la costa de la isla. Henry, entusiasmado porque vive con la certeza de que se ha sentado jurisprudencia urbanística en las Islas para edificar sobre las coladas, vuelve a repetir la cuestión que más le gusta hacerse (tanto a él como al resto): “¿Y por qué aquí no?”. Además, destaca un factor fundamental en todo esto: Todoque no quiere convertirse en una localidad con cuatro calles y pisos altos en las que se amontonen los habitantes. Quiere volver a atrás, al mismo pueblo que era hace un mes. No toda solución parece válida.
En su imagen de futuro, no solo volvería este barrio a ser lo que siempre fue. También, detalla, hay tiempo para pensar en cómo relanzar a la isla de La Palma cuando la tierra deje de escupir material incandescente. Habla de energía geotérmica (que vengan los islandeses y pongan dos tubos ahí dentro y las turbinas se muevan, exclama), de una nueva organización, de un nuevo Plan General de Ordenación (PGO) para el municipio de Los Llanos de Aridane, ya que el vigente es de la década de los 80. También, por qué no, de un museo en Cabeza de Vaca, donde explotó el volcán. “Creo que podemos aprovechar un momento histórico para hacer estas cosas. Hay ciertos aspectos que se han quedado pendientes”, agrega.
A Henry le apoyan miles de personas, el Colegio Oficial de Arquitectos de La Palma, que le ha confirmado que estudiará la idea, y también espera recibir la ayuda de un grupo de trabajo multidisciplinar. Él no lo va a hacer solo. De hecho, espera que su idea sea desmantelada y que La Palma se convierta en un ejemplo para el mundo. Su único deseo es que Todoque, un pueblo dentro de un pueblo, como suele decir, recupere lo perdido. “Asumo que estoy proponiendo algo que sí, que yo lo veo, lo visualizo cogiendo ejemplos. Pero este es un tema internacional. Supera cualquier cosa. Pero no me estoy inventando nada”.
A este arquitecto medio italiano medio palmero le gusta tanto hablar que recibió su sandwichito hace media hora y aún no le ha pegado bocado. “Se me enfría hasta el café por la mañana porque me llaman los periodistas”, confiesa. Y vuelve a charlar, recitando los planes que tiene con Todoque (para los que aún no pone fecha) y, lo más importante, por qué quiere hacerlo. “Yo siempre he querido estar detrás de cortinas, escondido. Tenía mi trabajo, me bastaba y fuera. Pero esta vez reventó el volcán que llevo dentro. Me estoy sorprendiendo a mí mismo. Yo era una persona que estaba en la retaguardia. Pero ahora tengo en ella a los vecinos de Todoque. No puedo defraudarlos”.