Espacio de opinión de La Palma Ahora
Los grabados rupestres de Canarias. La trascendencia cósmica de los símbolos sagrados
Antes que nada queremos aclarar que el siguiente análisis parte de la antropología simbólica y no de la arqueología, inhabilitada para este tipo de interpretaciones porque solo conoce la materia y olvida el sistema de valores simbólicos que esconden estas manifestaciones.
Un grabado rupestre como imagen, como concepto y como modelo social, es la culminación tangible de una percepción ya interpretada desde la tradición, la experiencia pasada y pensada desde la memoria. Es el principal mecanismo inteligible de expresión del pensamiento humano atrapado sobre la realidad de la roca, sin coordenadas que lo confinen. Es la clave del sentido, donde se condensa lo más profundo del pensamiento de la producción cultural de nuestros ancestros.
Detrás de los estereotipados signos se esconde una realidad significada, la base de un sistema de creencias o el contenido objetivo de un ideario que se expresa de esta forma sobre la roca y que es capaz de despertar lo más sagrado, lo trascendente. El soporte pétreo es el vehículo de trasmisión, el elemento de conexión, el envío/recepción que mantiene un obligado diálogo con los invisibles (dioses, espíritus o antepasados). Estos soportes están dotados de una fuerza especial, de un sentido que nos conduce a la reciprocidad o a los principios de unión e intercambio tanto simbólico como real. Como bien metaforizaba Antoine de Saint-Exupéry en el Principito: lo esencial es invisible a los ojos.
Las islas Canarias contienen un rico y variado corpus rupestre con miles de manifestaciones distribuidas por su variada topografía, de mar a cumbre, sobresaliendo áreas con acentuada presencia rupestre y otras zonas prácticamente vacías. Veamos algunos ejemplos representativos: en la isla de El Hierro dominan los alfabetiformes y geométricos en el NE (Barranco de Tejeleita, La Candia, El Cuervo, Camino Ancho) y SO (Cueva del Agua, Júlan y Los Saltos). En la isla de La Gomera son frecuentes los motivos lineales que se concentran en el SO (Targa) y el excepcional panel alfabetiforme de las Toscas del Guirre en el Este insular. En Tenerife sobresalen los lineales, antropomorfos y dameros de Anaga al NE y los municipios sureños de Arona y Adeje. Gran Canaria contiene una variada tipología de antropomorfos, alfabetiformes, triángulos y lineales, especialmente en el Sur (Balos) y SO de la isla (Cueva de Los Candiles). En Fuerteventura descubriremos alfabetiformes, dameros, lineales y los célebres podomorfos de Tindaya. Lanzarote dispone de un buen número de lineales, alfabetiformes líbico-bereber y líbico-latino canario (Tenésara, Manguía). Por último, La Palma es la isla con mayor número de grabados rupestres de Canarias, destacando los motivos geométricos, antropomorfos y lineales, especialmente en la ladera del Bejenao, la costa y la cumbre de Garafía. En general, se trata de motivos que presentan distintos tipos de ejecución como el picado o la incisión.
¿Acaso necesitamos más descubrimientos, nuevos lugares, un mayor número de motivos rupestres para encontrar respuestas? Tajantemente no. Lo que verdaderamente precisamos es una nueva mirada, más análisis reflexivo, razonar y buscar el sentido comprendido analógicamente con pruebas. Parafraseando a Francisco Arenas-Dolz1, el conocimiento humano se desarrolla con la experiencia, no con el saber establecido. Se aprende a partir del saber, pero no deteniéndose en él, sino abriendo un derrotero a seguir. La necesidad de argumentar correctamente nos exige llenar el esquema lógico de un contenido concreto. La argumentación se efectúa acerca de algo concreto y ese algo hay que elegirlo y expresarlo adecuadamente.
¿Qué nos dicen? Captar sus significados requiere interpretaciones para acceder a lo que expresan. Para ello, partimos de la particularidad de cada estación rupestre, de la supremacía de su redundancia (tanto en la repetición infinita formal y estilística de los mismos motivos como es el caso de la isla de La Palma con sus formas geométricas en más de 500 lugares, más de 1.000 paneles y unas 15.000 representaciones o motivos, como en los conceptos de la cosmovisión que esas imágenes contienen), profundizamos en sus interrelaciones, las ubicamos espacial y temporalmente, las contextualizamos, ponderamos su integración y analizamos las similitudes y diferencias para encontrar silogismos.
El significado entonces debe surgir de la concordancia entre sus elementos, pudiendo derivar en diferentes interpretaciones aunque no sean del todo equivalentes. El significado es inagotable, se mantiene abierto a la interpretación constante y evoca siempre un sentido; eso sí, de carácter hierofánico (manifestación de lo sagrado).
Las clásicas y conservadoras interpretaciones realizadas por la arqueología Canaria se ciñen al ámbito “mágico-religioso”, una cuña muy ambigua, un depósito donde introducir todo aquello que suena a religioso o espiritual; esto es, a lo que se desconoce por su capacidad de trascendencia. Religión y magia son dos realidades opuestas que se unieron en el siglo pasado para apreciar el sentido de las creencias y las actitudes que no formaban parte de lo cotidiano, sino en la creencia de fuerzas sobrenaturales.
Hoy vivimos en un mundo carente de trascendencia; en la antigüedad, el símbolo brotaba de la realidad, estaba ligado a la comprensión de la realidad, pero esa realidad era diferente en cada cultura. Un grabado rupestre es una forma de poder humano para relacionarse con la trascendencia, pues nos permiten viajar más allá de la realidad percibida, la desnuda para acercarnos e incluso traspasar las fronteras de lo aparente hasta llegar a un conocimiento más profundo de las cosas.
El pensamiento simbólico proyecta una geografía sagrada sobre el paisaje como un espacio imaginado culturalmente, aumentando el valor de la realidad. Allí donde descubrimos elementos sagrados, no solo grabados rupestres sino también otras construcciones como almogarenes, círculos de piedras, amontonamientos y torretas, etc, se crea una estructura fija como puntos de orientación que comienzan a definir el lugar.
¿Podemos entonces considerar un petroglifo como una señal espejo de lo cósmico, una imagen cósmica? Evidentemente la cautela nos obliga a pensar que algunos no siguen la norma. Sin embargo:
(A) La inmensa mayoría de los grabados rupestres de Canarias se localizan al aire libre y manifiestan una visión del entorno terrestre y celeste.
(B) Una minoría se cobija en cuevas a los que, en algún momento del año (solsticios), la luz solar los cubre; por caso, Las Toscas del Guirre (La Gomera), La Cueva de Tajodeque (La Palma) o Cueva del Agua (El Hierro) cuando llega el solsticio de invierno y el orto solar proyecta la luz en su interior. Con el solsticio de verano también se produce el mismo acontecimiento en Risco Caído (Gran Canaria), no como ahora se nos quiere mostrar a través de una ventana, sino por el vano de la puerta, hoy tapiado, como sucede con La Cueva de La Paja, situada a unos 200 m de distancia de la anterior.
(C) Por último, existen unos pocos casos de cavidades con manifestaciones rupestres que nunca les llega la luz solar. Estos lugares se comportan como atalayas de observación de fenómenos astrológicos (estrellas destacadas en su cosmovisión) que surgen o se ocultan por un lugar sobresaliente del territorio en tiempos muy concretos y señalados en los calendarios rituales. Vamos a exponer un caso muy particular que se produce desde la Cueva de Las Estrellas de La Candelaria (Acusa, Gran Canaria). Desde aquí se pueden determinar perfectamente los ortos solsticiales por rincones del territorio muy destacados en el paisaje como son la cima de la Montaña de Artenara (solsticio de verano) y la segunda elevación del Risco de Los Timoneros (solsticio de invierno). También la constelación de La Cruz del Sur tocaba la cima de la destacada Montaña de Alsándara, al amanecer del 21 de diciembre, entre siglos II y V y como en su ocaso durante el crepúsculo, la misma constelación, en todo el período indígena, se iba ocultando por la cumbre de la Degollada del Agujero, en el Morro La Cortadura cuando llegaba el solsticio de verano. En la misma zona montañosa (entre Alsándara y La Cortadura), se produce el ocaso de Canopo a mediados de octubre, al amanecer, coincidiendo con el orto del atrayente asterismo de las Pléyades en el otro extremo visual, al oscurecer, por el Lomo de La Piedra en Risco Chapín (señalando el inicio de las labores agrícolas). Después de una veintena de día que las Pléyades desaparecen del cielo, vuelven a surgir sobre el 22 mayo, esta vez al amanecer, por el mismo lugar (inicio del período de la siega de la cebada).
Ahora bien, las figuras antropomorfas (representaciones del cuerpo humano) distribuidas por todo el Archipiélago, los triángulos (pubis femenino) de Gran Canaria o los podomorfos (pies humanos) de Fuerteventura, entre otros ¿dirigen su mirada al cosmos? Así lo creemos. En estos sitios, los humanos proyectan sus correspondencias físicas formales allí donde pretenden que el espacio y el tiempo quedan atrapados eternamente. El cosmos representa el orden, lo imaginable y lo imitable (el arquetipo); por eso, la esencia de la sabiduría es el conocimiento del orden de las causas del cosmos, no sólo para los antiguos sino para la ciencia actual y futura.
Según Julio Amador Bech (2008)2, a partir de una orientación astronómica, es decir, a partir de que el hombre se sitúa en relación con el cosmos, se construye un templo; a partir de la vivencia religiosa y energética del espacio se define el carácter sagrado de un lugar. “Cubrimos el universo con nuestros diseños vividos” (Bachelard). Las orientaciones simbólicas subyacen al orden y significado de las estructuras construidas por el hombre, para tal efecto, partimos de una guía heurística básica: el símbolo está ligado al cosmos.
La repetición de las orientaciones nos abre las puertas a la comprensión y establece un patrón claramente definido que abarca y converge en toda Canarias, perfectamente reflejado en el mundo de las creencias. Ahora bien ¿cómo interpretarlo? Gracias a los ritos de orientación el espacio tiene sentido, se convierte en espacio sagrado. El acto de orientar hace que participen las fuerzas sobrenaturales. Gracias a la orientación, al establecerse un punto de conexión (un axis mundi), el cielo y la tierra se ensamblan e interactúan. La orientación da sentido a la vida. De este modo, las disposiciones de los grabados rupestres adquieren una responsabilidad o significación moral y se dirigen hacia los posicionamientos donde determinados astros inician o finalizan sus ciclos. Estos patrones se repiten en todo el Archipiélago Canario.
En el universo sagrado, anota Paul Ricoeur (2006)3, la capacidad para hablar se funda en la capacidad del cosmos para significar. Por lo tanto, la lógica del sentido procede de la misma estructura del universo sagrado. Su ley es la ley de la correspondencia, correspondencia entre la creación in illio tempore y el orden actual de apariencias naturales y actividades humanas. Esta es la razón por la que, por ejemplo, un templo siempre esté en conformidad con algún modelo celestial.
En definitiva, los petroglifos son una expresión universal de grupos sociales con diferentes acentos, un espejo para mirarnos y conocernos mejor; cada uno es una página de un libro eterno, una ventana al infinito de una ideología que trasciende el tiempo, la expresión de un diálogo o la recreación de un significado asociado, lo que demuestra un alto grado de reflexión, de conciencia, identidad y de proyección para comunicarse consigo mismo y con lo otro. Hoy los podemos apreciar como una verdadera fuente de sabiduría sabiendo que cada grafía es la representación simbólica de un saber adquirido que converge en el cosmos que todo lo envuelve. Es la fórmula más extendida de relación con lo no mundano para revelar el proceso de hierofanización; esto es, una realidad sagrada o cosmológica que de ninguna otra manera se puede mostrar.
*1 Arenas-Dolz, F. (2013): Hermenéutica analógica y retórica, pp 115-148. En Juan R. Coca: Impacto de la Hermenéutica Analógica en las Ciencias Humanas y Sociales. Hergué Editorial. Huelva.
*2 Bech, J. A. (2008): Conceptos básicos para una teoría de la comunicación. Una aproximación desde la antropología simbólica. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, pp 13-52. México.
*3 Ricoeur, P. (2006): Teoría de la interpretación. Siglo Veintiuno Editores, Universidad Iberoamericana). México.
Miguel A. Martín González (Historiador, profesor y director de la Revista Iruene)
Antes que nada queremos aclarar que el siguiente análisis parte de la antropología simbólica y no de la arqueología, inhabilitada para este tipo de interpretaciones porque solo conoce la materia y olvida el sistema de valores simbólicos que esconden estas manifestaciones.