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Los huevos de oro

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El turismo es una fuente de ingresos excepcional e incuestionable, de ahí, que se considere al sector como “la gallina de los huevos de oro”. Sin embargo, en La Palma siempre hemos sido reacios a recibir a “esa gallina” en nuestra casa o en nuestro patio, conscientes de que, para ello, teníamos que preparar “un buen gallinero”. Y la verdad es que no nos gustaba el impacto que podría causar, teniendo en cuenta lo sucedido en otras islas del Archipiélago. Tal vez por eso, siempre hemos tenido miedo al anidar de “esta gallina” que, a cambio de sus huevos, podría provocar pérdida de suelo, degradación del paisaje, sobreexplotación de acuíferos, aumento disparatado del consumo de energía, potenciación de un modelo consumista insostenible y, lo que sería peor, reconversión de zonas agrarias con la consiguiente anulación del sector económico primario, que siempre formó parte de nuestro modo de vivir? Y todo ello ¿a cambio de qué?

Valoramos el esfuerzo del consejero de Turismo del Cabildo de La Palma, Julio Cabrera, y de los miembros del Patronato del sector, para estar presentes en ferias y encuentros (en torno a quince) programados para este año 2013). No es mala una promoción continuada de la Isla, aunque no siempre el esfuerzo económico, se vea reflejado en el crecimiento del sector. Los que saben de estas cosas señalan que poco más de una tercera parte de la factura turística queda en el lugar de destino, junto a los gastos, mientras que el montante mayor de beneficios se va fuera. Aún así, es bueno que pensemos en el turismo como una posible salida a la crisis.

Con las potencialidades que tiene La Palma, desde el bosque de los Tilos, núcleo de la Reserva Mundial de la Biosfera La Palma, un frágil ecosistema de laurisilva heredado de la época terciaria, hasta el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, una depresión con recursos hídricos incalculables y cuya crestería los 2.426 metros en el punto más alto del Roque de los Muchachos, lugar donde se ubica el Observatorio con la que es, posiblemente, batería de telescopios más importante del mundo, pasando por nuestra ruta de los volcanes y disfrutando de la calidad ambiental de sus paisajes, con todo esto, un amigo forastero me dijo un día que la Isla se vendía sola y que el sector turístico podría constituir una actividad económica dinámica y repleta de posibilidades. Sin embargo, no ha sido así.

Es necesario mejorar alunas de nuestras infraestructuras turísticas y acondicionar muchos lugares de interés. Demandar una mayor y mejor conectividad desde el exterior con un nivel tarifario asequible. Con los actuales precios, es imposible hacer frente al amplio abanico de competidores instalados en nuestro propio archipiélago, que con sus ofertas logran que, al visitar Canarias, prefieran cualquier destino menos el nuestro. De todas formas, es bueno fortalecer la promoción turística de la Isla, tanto en el extranjero como a nivel nacional. Este mes de enero, La Palma estará presente en Utrecht, Stuttgart, Bruselas y en la Feria Internacional de Turismo de Madrid. Luego, a lo largo del año, los responsables turísticos de la Isla con el consejero al frente intentarán mantener los mercados clásicos y potenciar otros, como el nórdico y el británico, en las ferias internacionales más conocidas: la World Travel Market de Londes y la ITB de Berlín. La otra parte la han de poner los pequeños y medianos empresarios del sector, procurando la mejora continua y la capacitación del personal, para que éste incida favorablemente en la satisfacción de los viajeros.

Los huevos que ha puesto hasta ahora la gallina del turismo en La Palma, han sido pocos y no de oro precisamente. Esperemos que, ante la coyuntura social y económica que vivimos, las cosas cambien.

El turismo es una fuente de ingresos excepcional e incuestionable, de ahí, que se considere al sector como “la gallina de los huevos de oro”. Sin embargo, en La Palma siempre hemos sido reacios a recibir a “esa gallina” en nuestra casa o en nuestro patio, conscientes de que, para ello, teníamos que preparar “un buen gallinero”. Y la verdad es que no nos gustaba el impacto que podría causar, teniendo en cuenta lo sucedido en otras islas del Archipiélago. Tal vez por eso, siempre hemos tenido miedo al anidar de “esta gallina” que, a cambio de sus huevos, podría provocar pérdida de suelo, degradación del paisaje, sobreexplotación de acuíferos, aumento disparatado del consumo de energía, potenciación de un modelo consumista insostenible y, lo que sería peor, reconversión de zonas agrarias con la consiguiente anulación del sector económico primario, que siempre formó parte de nuestro modo de vivir? Y todo ello ¿a cambio de qué?

Valoramos el esfuerzo del consejero de Turismo del Cabildo de La Palma, Julio Cabrera, y de los miembros del Patronato del sector, para estar presentes en ferias y encuentros (en torno a quince) programados para este año 2013). No es mala una promoción continuada de la Isla, aunque no siempre el esfuerzo económico, se vea reflejado en el crecimiento del sector. Los que saben de estas cosas señalan que poco más de una tercera parte de la factura turística queda en el lugar de destino, junto a los gastos, mientras que el montante mayor de beneficios se va fuera. Aún así, es bueno que pensemos en el turismo como una posible salida a la crisis.