Acabo de oír la canción de Shakira. Me he resistido cuatro días. Ya me había enterado de los 'twingos', de los 'cassios' y de los cuernos (quién no!) pero no me apetecía unirme al espectáculo. Pero la radio me ha traicionado y gracias. ¡Lo que me he reído!
Shakira ha cerrado la puerta de un portazo y tirado la llave al mar. Y pese a que me importe bien poco la vida de un famoso, no cabe duda de que como ejercicio sociológico lo tiene todo: entretenimiento, telenovela, circo mediático, opiniones contradictorias, fans y detractores y visibilización del machismo.
Los más escandalizados claman que si no habrá otras cosas más importantes de las que preocuparse con la que está cayendo. No me han sorprendido los comentarios machistas culpabilizantes como: debería darle vergüenza hablar de cuernos, o culpar a la otra, pobres hijos que verán eso…No me gusta el espectáculo gratuito, pero agradezco, sin duda, la visibilización.
Cuando rompe una pareja, los dos pierden, en principio, pero acaban ganando en herramientas para superar una realidad, siempre hay otra oportunidad... Lo único que las mujeres, todavía hoy, tienen que superar la doble moralidad. Cada vez menos, es cierto, pero ocurre. Hasta hace bien poco estaba normalizado que la mujer callara, aguantara el tirón y perdiese encima mucho poder adquisitivo: el abandono era moral y económico. Y no estaba muy mal visto que él se fuera con otra. Total, la esposa, seguro que no le daba lo que él necesitaba… Doble moralidad y solo una responsabilidad, la de la pareja, la de ella, para recuperar su imagen tras la ruptura, la de la compostura y de mantener a la familia unida.
Él seguramente considerado, el machote que ha hecho lo irremediable, el machote que ya tiene reemplazo, el que puede sonreír sin pasar por el luto de la ruptura… Pero ella, la mujer, tendría que bajar la cabeza, que es lo moralmente aceptable, sospechosas ante el qué dirán. Y ni siquiera hablamos de cuando la esposa es la que deja al marido, porque ahí el insulto estaría a la orden del día…la fresca, la fácil, mientras el esposo ‘dejado’ sería la persona buena, la víctima… En fin, la doble moralidad de toda la vida.
Pero Shakira, que aguantó años de cuernos, desplantes y a un malcriado engreído, que le dijo que ya no valía lo suficiente, demostrándolo en público… lo ha superado, y después de unos meses de recuperación, y de atar los cabos sueltos de la separación y custodia de los hijos (porque es muy lista y aguantó la compostura adrede) le ha dicho: un segundo, “aguántame el cubata”.
Así que lo que ha hecho Shakira ha sido: sigo siendo mujer (y reclamo mi sexualidad), valgo lo que me dé la gana y ahora sigo adelante y facturo. Porque las mujeres separadas, y las estadísticas están ahí, pierden poder adquisitivo y ‘perdían valor’ a los ojos de los demás. Y si les ponían los cuernos, encima, las devaluaban a ellas y no a los verdaderos culpables. Así que Shakira le ha dado la vuelta a la tortilla. Y lo ha escenificado por ella y para todas, nos guste o no.
Apechuga Piqué y límpiate las salpicaduras. Pero no por romper el matrimonio, que es algo que ocurre y es normal, sino porque al romperlo has hecho apología. Porque Shakira no se está vengando de la ruptura matrimonial, sino de la falta de tacto y de la absoluta falta de respeto. En el momento de la ruptura, Piqué escenificó que la dejaba por otra, que le había puesto los cuernos, porque ella, de 45 años, ya no servía y era desechable. Y en lugar de separarse primero, dar espacio y respeto por la que había sido su pareja, dejó que todos lo vieran y contribuyeran a las habladurías en el momento preciso y más doloroso de la ruptura. Y eso no se hace. Si te vas, te vas, incluso si tienes reemplazo y te has enamorado de otra, pero no humillas a la madre de tus hijos. Y Piqué humilló. Y Shakira calló.
En los peores momentos sale a relucir la verdadera esencia de cada uno. De Shakira sacamos la loba, la que lucha, la mujer inteligente que hace caja y la que da el portazo. Y también, la que se responsabiliza de su imagen pública a sabiendas de crear escándalo y provocarlo. Y lo ha hecho, siendo totalmente consciente. Esta es la enseñanza de esta canción y de la actitud. A partir de ahora, o eso espero, las mujeres ‘abandonadas’ y ‘humilladas’, a las que les han puesto los cuernos sin reparos, saldrán a la calle con la cabeza alta y tararearán sobre ‘twingos’ y ‘cassios’. Y no van a esperar las migajas de nadie. Porque ya tienen un ejemplo a seguir, que no requiere bajar la cabeza… Hay quien dice que esto no es empoderamiento, sino desprecio, lavar los trapos sucios en público. Bueno, puede ser. Pero es consistente. Si aceptamos espectáculo, y hacer caja, cuando hay amor, lo normal es que en desamor también. Después de todo, Shakira también le cantó a Piqué y a su barbita en ‘Me enamoré’…
Está bien. Es cierto, prefiero a Lady Di con el vestido de la venganza, más sutil, pero eso no quita que le dé la razón a Shakira. Se ha vengado, pero ha visibilizado. Y se seguirá hablando de esto y mucho. Y es lo que toca. Si no hubiese habido Madonnas, Rita Hayworth, Elizabeth Taylors, mujeres ricas y famosas que cambiaran la visión de pareja, donde la mujer pasaba de ser la abnegada que aguantaba cualquier cosa, en lugar de tomar la responsabilidad de su propia vida, todavía íbamos de negro, no contabilizábamos las mujeres maltratadas y seguíamos teniendo 10 chiquillos. Nos falta mucho recorrido, pero el de Shakira es un paso. Por cierto, la Reina Sofía conducía un Twingo, ¿Se imaginan que ella también hubiese dado el portazo? Todavía está a tiempo… A estas alturas no creo que perdiera elegancia, es más, la monarquía ganaría en una dosis de realidad. Ya está bien de tanta tontería. Tralará.