Cualquier regalito que nos traigan este año los Reyes Magos será ridículo comparado con lo que llevan semanas ofreciendo políticos de aquí, de allá y del más allá, es decir de Europa, a la que cada vez apelamos más como si fuera una divinidad que puede concedernos esto y lo otro. Y luego los donativos privados, en muchos casos generosos y cuantiosos, y en otros una simple expresión oral o en camiseta de solidaridad con nuestra sufrida isla, estamos con La Palma, somos La Palma, La Palma somos todos (yo añadiría unos más que otros), y no te digo nada las canciones, unas muy emotivas, otras francamente desfavorables. Me sigo quedando con el personal que no cobra las horas extras o se parte el espinazo, literalmente, barriendo ceniza. Pero si me permiten que me ponga sentimental, no dejemos que el volcancito de las narices nos robe la Navidad, como El Grinch. Aún queda en La Palma mucha gente que se puede gastar una pasta animando el comercio local que, como diría mi admirado Morcuende, está en una situación extremadamente desfavorable.