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La soledad acompañada

Una de las más viejas tentaciones del ser humano es la huida de la realidad, de la vida agobiante y de la ceguera congénita. Soñar, alejarse de estos tiempos, de la mediocridad, abstenerse de este mundo tiránico, echarse a andar sin rumbo definido como hicieron los beatniks. Porque suele ocurrir -la mayoría de las veces- que la vida no cumple con las expectativas, con los deseos o la sensibilidad del individuo.

Pero encontrar el paraíso requiere un medio, no puede improvisarse. Y es entonces, cuando surge el arte y nos acercamos a la música, a leer un poema o a contemplar una pintura. Y, quizás, en esa huida, en esa soledad, descubrimos lo mejor de nosotros mismos como individuos o como colectividad.

Eso es lo que ocurrió en La Escritura Desatada. Nació a manera de taller literario para ayudar, dirigir a los amigos-alumnos, crearles hábitos de lectura, escribir y encontrar su propia voz. Nació para aprender recursos, estrategias y descubrir al escritor que llevamos dentro. Sin olvidar que la creación literaria, la edición del libro es un trabajo difícil, pero una maravillosa experiencia desde el punto de vista creativo.

Lo consiguieron. Después de cuatro años trabajando en la Escuela de Adultos de Tejina o CEPA, dirigidos por José Ramón Sampayo, Ángel N. de la Rosa, José Miguel Izquierdo y Miriam González han editado un libro titulado La soledad acompañada es un libro de narraciones, un viaje que se ejecuta a través de la memoria. Relatos del tiempo vivido.

Composiciones que se sostienen sobre ese orden imaginativo de doce escritores cuya fuente de inspiración es El Parque García Sanabria de Santa Cruz de Tenerife y la propia isla. Todo aquello que aparentemente hemos perdido pero que recuperamos en el ejercicio de la evocación.

Escrito en presente, en el momento actual, lo cual significa que la memoria ya se ha fusionado con los recuerdos y se ha convertido en literatura, que a veces puede llegar a la ficción o a la materia autobiográfica o a desbocar sobre una realidad, en una escultura o en objetos urbanos asociados a la experiencia real o imaginaria de los protagonistas que viven y se adentran en un parque, en una ciudad, en una isla.

Composiciones en las que los autores se enfrentan a sus fantasmas que le han perseguido a lo largo de su existencia. Protagonistas que devoran su mirada en una zona ajardinada amplia, combinada con fuentes y grupos arquitectónicos. En donde niños y niñas corren, juegan, adolescentes descubren el amor, se besan. Una señora lee un libro u otra pasea un perro. Intérpretes del mundo social y cultural. Seres inmersos en la soledad, la incomunicación y la añoranza. En esa memoria recobrada en la desolación, pero también en la plenitud de lo vivido. En la necesidad de preservar la imagen de un lugar. No como una imagen turística, ni como viajero que transita sin dejar rastro, sino como una experiencia vital donde podemos conocer, comunicarnos y amar los lugares mismos y las personas que lo transitan.

La soledad acompañada es un libro compuesto por relatos realistas, históricos, oníricos que nos hablan de lo que queda después de desenterrar viejos recuerdos, después de pasar las hojas de un álbum. Después de hacer un extraordinario recorrido por la sociedad española del último siglo, por los amores y desamores, por la intensidad de los paisajes.

La soledad acompañada canta al recuerdo, a la importancia del pasado. A esos tiempos que están más allá de la tristeza que se puede deducir del exilio y de la soledad.

Reúne La soledad acompañada a doce escritores: José Ramón Sampayo que abre y cierra el libro con el relato titulado Ida y vuelta.

Continúan Carmen León Rodríguez con la historia de Cira. Un relato que es una evocación interpretativa: mezcla la adolescencia con una mitología particular.

Cultiva Ana I García Espinel, una estética de los sentidos en el relato Apuntes a mi propia Ausencia

Cristina Arozamena Laso nos describe de una forma amigable, un itinerario entre Madrid y Tenerife, las experiencias vividas por Manolo, un personaje que sabe desafiar esos golpes inesperados que nos da la vida.

Carmelo Díaz nos plantea en Horas Vestidas de flores el tema del amor que surge de una manera espontánea, casi arrollador. Un encuentro que, casi me atrevo a decir, que fue un flechazo, aderezado con una mujer de moral distraída

Y Obsesión es el relato de Julia Martín el tema: la amistad. Una historia que nace en un paseo estival. Se sumerge la protagonista en el pasado (infancia-juventud) y los hechos acontecen entre lo fantástico y lo real.

Mari-Leo Ramos recrea a lo largo de su relato Pensamientos, el duelo que se siente al perder la pareja, la respuesta emotiva a la pérdida. El duelo universal.

Otros relatos comparten los mismos temas, así vemos que las escritoras Mili Martín y Charo Adrián se enfrentan a los conflictos económicos, a los sentimientos complejos con un tono desgarrador y terriblemente comunes en los relatos de Madame Valentine y el de la Duquesa.

Ico Herrera nos presenta Números Impares escrito con gran impulso y una laboriosa descripción. Con un protagonista atormentado e inseguro, aterrorizado por conocer la verdad.

Y en el relato Alunny, Lara Díaz Adrián busca en su argumento lo irracional, lo fantástico, tanto que irrumpe en el mundo cotidiano del protagonista con un argumento sostenido en diálogos.

Y Miriam González rinde culto como en el relato anterior a la irracionalidad. Nos evoca un relato romántico en el que se entrecruzan varias historias: el nacimiento, la muerte, los desvaríos del amor.

La soledad acompañada es un trabajo realizado en el Taller Literario La Escritura Desatada de la Escuela de Adultos de Tejina, Tenerife. Y nos presenta algo más que un ejercicio académico. Nos presenta el canto a las cosas pequeñas, a los olores, a los sonidos que se quedan en el camino… Y la única forma de descubrirlo es acercarse a sus páginas y correr y correr junto con sus protagonistas por la soledad de los viejos recuerdos.

Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com

Una de las más viejas tentaciones del ser humano es la huida de la realidad, de la vida agobiante y de la ceguera congénita. Soñar, alejarse de estos tiempos, de la mediocridad, abstenerse de este mundo tiránico, echarse a andar sin rumbo definido como hicieron los beatniks. Porque suele ocurrir -la mayoría de las veces- que la vida no cumple con las expectativas, con los deseos o la sensibilidad del individuo.