“La Negra Tomasa es un personaje que me ha hecho llorar, reír, cantar, bailar e incluso salir de mi isla”. El entrañable Víctor Díaz Molina, que encarna a la figura más emblemática de la parodia carnavalera de Los Indianos, ha recibido este jueves, con mucha emoción, la Insignia de Oro de Santa Cruz de La Palma, que le impuso el alcalde, Sergio Matos, en el salón de plenos del Ayuntamiento. Sosó, como se le conoce popularmente a este singular vecino de la capital, estuvo arropado por su familia.
Expresó su agradecimiento a las maquilladoras y costureras que han contribuido a que la Negra Tomasa se haya convertido en el símbolo del Carnaval palmero. Emotivas fueron las palabras que dedicó a su nuera Nazaret, encargada del maquillaje. “Has venido a mi vida para quedarte, gracias por todo lo que me has dado en estos años, por tu profesionalidad; sé que muchas veces te he vuelto loca”, dijo con la voz entrecortada. “Gracias también a mi mujer y a mis hijos, que han tenido que aguantarme, sobre todo cuando he llegado a casa con un vasito de vino”, comentó con humor. También tuvo palabras de recuerdo para sus amigos, los que ya han fallecido y los que aún viven, y para los medios de comunicación. Asimismo, expresó su gratitud a las personas que en los últimos años han formado parte de la Concejalía de Fiestas de Santa Cruz de La Palma, porque “se han volcado con la Negra Tomasa”, y al Cabildo y demás instituciones que le han respaldado. Sosó concluyó su intervención con un “¡Viva los Carnavales!” y “Máquina p’alante”.
En declaraciones a los medios de comunicación, confesó que está “muy contento” y que “jamás esperaba que me concedieran la Insignia de Oro de la ciudad y que colocaran una placa en mi casa, pero siempre dije que si lo hacían que fuera en vida”. “Ya estoy pensando en el Carnaval del próximo año, y después en el siguiente, y así sucesivamente porque me encuentro fuerte, gracias a Dios”. “La gente te anima, te hace bailar y mover, y muchas cosas más que solo hago por la Negra Tomasa”.
Se declaró “palmero de pura cepa, bastante lloré cuando estuve en Dinamarca diez años; escuchar el himno de las Islas Canarias era horrible, lloraba y lloraba de la emoción”.