Continuar con la misma perspectiva de desarrollo es lo que tiene a La Palma estancada, sin un rumbo claro, dando saltos de infraestructura en infraestructura, como si estas grandes actuaciones en el territorio cambiaran, por si solas, la dinámica de la actividad económica insular. ¿Qué ocurrió con el proyecto Antares, el Parque Científico y Tecnológico (disolución de la Sociedad Promotora en noviembre de 2016 con 700.000€ de déficit) o el Centro de Interpretación del Mundo Rural situado por encima de La Laguna de Barlovento, abandonado después de una inversión de más de seis millones de €. Se realizan obras y proyectos costosos para las arcas públicas que no están debidamente contextualizadas ni confirmada su viabilidad porque se carece de una estrategia integral de desarrollo insular. Lanzarote tiene un modelo de isla definido por César Manrique, Gran Canaria tiene su propuesta de desarrollo en torno al concepto de eco-isla ¿y La Palma? ¿Cuál es el modelo de isla que tenemos?, más allá del autocomplaciente Isla Bonita.
¿Cuál es el proyecto de isla? Las infraestructuras son los ladrillos de ese proyecto insular. No podemos empezar a colocar ladrillos sin saber qué es lo que vamos a construir. Este es el principal problema que tenemos y, que se está manifestando con las actuaciones del plan de recuperación de la crisis volcánica, obras e infraestructuras y actuaciones de cada sector por su lado sin las referencias de un modelo de isla y, por esa razón, no se está aprovechando la oportunidad de convertir la tragedia del Tajogaite en oportunidades para el futuro de La Palma. Velero que anda sin rumbo, nunca encuentra viento a favor.
La tracción animal fue sustituida por el petróleo
El campo de golf en Breña Alta ya estaba previsto en 1989 en el Plan General de Ordenación del municipio y que, desde ese momento, el Informe de Sostenibilidad Ambiental que acompaña a dicho plan no era precisamente favorable por el alto valor paisajístico de La Pavona y sobre todo por su afección a un suelo agrícola, ganadero y a los recursos forestales tradicionalmente vinculados al sector primario.
Y, ahora, otra vez, a vuelta con los campos de golf, infraestructuras insostenibles para una isla pequeña como La Palma. Llevan ya como unos treinta años intentando echar a andar cinco campos de golf, en Barlovento, Puntagorda, Los Llanos de Aridane, Fuencaliente y Breña Alta y, con la erupción volcánica, cuando todo el mundo habla de convertir la crisis volcánica en oportunidades para el futuro, incluso los que están desempolvando proyectos de campo del golf, resulta que uno de los contenidos principales para el futuro de la isla son estas infraestructuras, con una diferencia, ha mutado a ecoresort que, aunque le vistan de más verde del que aporta el césped, igual de insostenible que hace décadas. Las grandes actuaciones en el territorio tienen que venir precedidas por un debate que defina el modelo de isla que queremos para el futuro, dicho modelo tiene que dar respuesta, a su vez, a los retos actuales de una emergencia climática declarada por el Cabildo en febrero de 2020 y, después, la concreción del modelo nos aporta los criterios necesarios para ver cuáles son las infraestructuras adecuadas o no a dicho modelo.
Decía José Ángel Rodríguez, catedrático de economía aplicada de la ULL, en una reciente entrevista en la prensa digital palmera, en relación con el plan de recuperación de la crisis volcánica, “… si la sociedad palmera no es capaz de reformas, de cambios, será rehén de sus inercias…” Esto es, exactamente, lo que está pasando con la vuelta a los campos de golf, el bucle permanente en torno a las grandes infraestructuras que están fuera de contexto y más insostenibles ahora que la isla está en una emergencia climática.
Frente a la dependencia alimentaria, tendríamos que estar hablando de la recuperación de suelo agrario para producir alimentos, no para sembrar césped, tendríamos que estar planificando, una transición agroecológica alimentaria, porque es urgente la descarbonización del transporte y apostar por una agricultura para la alimentación y la salud. Tenemos el 55% del suelo agrícola de la isla abandonado y no vemos que la soberanía alimentaria sea una prioridad en el plan de recuperación económica de la crisis volcánica.
Que hacen falta más camas para incrementar la oferta alojativa, seguramente, sí, y más ahora, con las que se han perdido por la erupción y cierre de Puerto Nao por los gases, pero hay otras formas que no sean a través de instalaciones de campos de golf que ocupan y consumen recursos naturales escasos en la isla como son el suelo y el agua. ¿No estamos en una isla Reserva de la Biosfera, que ha declarado la emergencia climática y aprobado en agosto de 2021 la hoja de ruta para el cumplimiento de la agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS)? ¿Cómo encajamos estas infraestructuras devoradoras de recursos escasos con los compromisos adquiridos por el Cabildo y que son imprescindibles para abordar los retos de una transición ecológica inaplazable?
Esta apuesta por los campos de golf no es casual, está arraigada en el imaginario que el sector turístico tiene de la isla, ni el Tajogaite ha modificado esa perspectiva para el futuro. Estamos observando que para el Plan de Recuperación económica y social de la crisis volcánica que se encuentra en la página del Cabildo el turismo es el sector clave para la recuperación económica, exactamente igual que se pensaba antes de la erupción del Tajogaite. Los actuales representantes de la institución insular no están entendiendo la situación en la que se encuentra la isla y, tampoco, han aprendido las lecciones de la crisis sanitaria producida por la pandemia, en el sentido de que hay que desarrollar los recursos que tenemos en la isla para aportar fortaleza a la economía y reducir la vulnerabilidad en que no sitúa tanta dependencia del exterior.
Por lo tanto, el turismo no aporta estabilidad a nuestra economía insular. ¿Qué pasó con la crisis del tour operador británico Tomas Cook, con la pandemia de la covid1-9 que paralizó el sector más de un año o con el cierre del espacio aéreo europeo entre el 14 y 20 de abril de 2010 por la erupción del volcán Eyjafjallajökull en Islandia o las consecuencias de conflictos internacionales como la guerra en Ucrania y la grave crisis energética que ha provocado? El turismo puede ser uno de los pilares, no el pilar, de la economía, junto al desarrollo de otros sectores que aportan diversidad y fortaleza a la actividad económica de La Palma y, por lo tanto, el desarrollo del sector turístico no puede hacerse en detrimento de los recursos naturales que constituyen la base del desarrollo de otros sectores esenciales como el de la agricultura y la ganadería.
Lo que estamos viendo con la declaración de interés insular del campo de golf de La Pavona en Breña Alta es una expresión de esa dependencia de las inercias para la continuidad del modelo desarrollista hoy más insostenible que ayer. Porque, si a pesar de su impacto territorial y ambiental, el proyecto siguiese adelante y su puesta en funcionamiento fuese un éxito económico estaríamos hablando, también, de más de lo mismo, la continuidad de la extracción de rentas hacia el exterior, es decir, el daño a los recursos naturales escasos del agua y el suelo se traduce en una descapitalización de la economía insular.
El turismo ya representa en la economía palmera unos ingresos superiores a los del subsector platanero, datos de 2014, turismo 115 millones y el plátano 111 millones, según un estudio de 2016 de la Cátedra de Turismo de la ULL y que contabilizando las altas en la seguridad social, duplica en puestos de trabajo directo a los del plátano, quizás habría que continuar desarrollando la creación de oferta alojativa descentralizada vinculada a las economías locales de las diferentes comarcas de la isla, para frenar el despoblamiento que se está produciendo en algunos municipios. Poniendo en valor el patrimonio natural y cultural de cada zona y generando rentas complementarias y empleo local.
Producción local y consumo kilómetro cero. El camino de la soberanía alimentaria
Tenemos la dependencia agroalimentaria en una media del 80%. Importamos ajos de China, manzanas de Chile, kiwi de Nueva Zelanda, boniatos de Portugal, papas de Israel...
y todos esos productos se pueden cultivar en La Palma, ¿qué política tenemos en el sector agrícola para que estemos consumiendo aquí lo que se cultiva a muchos miles de kilómetros de la isla? Por tanta dependencia exterior, más de la mitad de la huella de carbono de la isla se encuentra en el transporte, está claro que, en una estrategia racional de mitigación del cambio climático, el objetivo prioritario es el de crecer en soberanía alimentaria y, por lo tanto, frente a la destrucción de suelo agrícola y consumo de agua con un campo de golf, el interés insular está en la recuperación de suelo agrícola para reducir el transporte de la dependencia agroalimentaria y, no está siendo consecuente la institución insular, cuando ha firmado el compromiso por la descarbonización de la isla de la agenda del proyecto europeo de ‘Energía limpia para las islas de la UE’ del que La Palma es una de las islas piloto. Otras entidades que tenemos en la isla como la cooperativa energética Energía Bonita y la Fundación Isonorte, sí que son merecedoras de ser declaradas de interés insular, por su compromiso real con la reducción de la huella de carbono y la economía circular, social y solidaria.
Además de la recuperación de la producción local del sector primario mediante una transición agroecológica, el sector energético es, a nuestro entender, otro de los pilares para la recuperación y diversificación económica de la isla, porque estamos inmersos en una transición del sistema eléctrico y del transporte con su electrificación.
Teniendo presente, como punto de partida, que el sistema eléctrico insular es propiedad del gobierno italiano como titular de la multinacional Enel, accionista mayoritario de Endesa. Otro agujero para la extracción de rentas hacia afuera, porque con la facturación del servicio eléctrico y los sobrecostes del sistema estaríamos hablando de cantidades similares a las que entran en la isla por la exportación de plátanos. Por lo tanto, si estamos en una transición energética protagonizada por los recursos renovables que tenemos aquí, la política energética de dicha transición debe tener como objetivo prioritario la vinculación del desarrollo y aprovechamiento de esos recursos renovables a la economía palmera, produciendo riqueza, empleo local y, sobre todo, porque es la única manera de reducir costes en el recibo de la luz, en la gestión del agua, en la producción de bienes y servicios y, en general, en el conjunto de la economía.
Otro de los contenidos es el de una isla para la ciencia y la investigación. El desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para la digitalización de los servicios y el sistema productivo. El desarrollo científico vinculado a los observatorios del Roque de Los Muchachos. El Observatorio Marino del Cambio Climático creado en 2019 por el Ayuntamiento de Fuencaliente y la ULL para el estudio de la acidificación de las aguas oceánicas por el incremento del CO2 de origen volcánico, como laboratorio natural para investigar lo que pasará en el futuro con el incremento del CO2 con el cambio climático, con sede en el faro de Fuencaliente y, con motivo de la última erupción del Tajogaite, que marca un antes y un después en el vulcanismo histórico de Canarias, la ubicación en La Palma del futuro Centro Nacional de Volcanología que está justificado porque de las cuatro erupciones que hemos tenido en Canarias en los últimos 74 años, una ha tenido lugar en El Hierro y las tres restantes en La Palma, la única isla que está creciendo en los últimos siglos, modificando su perfil de costa y creando laboratorios naturales para la observación e investigación de la formación de nuevas comunidades y ecosistemas marinos en aguas someras.
Por lo tanto, antes de volver a apostar por infraestructuras como los campos de golf que se proyectaron hace varias décadas, se debería actualizar el proyecto de isla que queremos, teniendo en cuenta que nos encontramos en un compromiso de descarbonización de la economía insular que pertenece a una agenda de transición energética y movilidad sostenible, en el marco general de una doble declaración de emergencia climática, desde agosto de 2019 por el gobierno canario y, desde febrero 2020, por acuerdo del Cabildo Insular de La Palma y, además, una Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Canarias, aprobada en diciembre de 2022, que pone en el 2040 el objetivo de la plena descarbonización de las Islas.
En consecuencia, el lavado verde del campo de golf de La Pavona en Breña Alta con el ‘ecoresort’ destruye recursos escasos, no descarboniza la economía y contribuye a la confusión con respecto a cuáles son las actuaciones sobre el territorio compatibles con la reducción de la huella de carbono.
Por lo tanto, pedimos más coherencia a los responsables políticos de la isla para que lo que se hace se corresponda con lo firmado y acordado, sobre todo, porque desde las instituciones a las que representan, su responsabilidad democrática es la de defender el interés general de la ciudadanía y de la isla y, especialmente, la de no hipotecar con un desarrollo insostenible la calidad de vida de nuestros hijos y nietos.