Acrecentando este exceso de dolor en que está inmersa La Palma, nos deja Francisco Ventura, El Zurdo. Maestro, entusiasta y artífice sobresaliente de nuestra música isleña.
Una pérdida humana, por su peso, resulta lamentable. Pero cuando se van personas de este tipo, la muerte aumenta su capacidad de daño, pues junto al hombre (afable en este caso) se va un sembrador de cultura y tradiciones, un defensor activo de señas identitarias. Y las raíces, queridos paisanos, son esenciales para el desarrollo y la expansión, más en tiempo de vientos recios y constantes, como este que se estira aquí; más en un contexto de moldes y de masas, como el que nos rodea y quiere devorarnos.
Saber es cosa grande en esta vida, y otro tanto ocurre con saber enseñar, que constituye una forma generosa de compartirse, y de quedar. Todos esos rasgos confluían en El Zurdo. Por ello, Francisco Ventura jamás morirá en nosotros.
Allí donde esté le hago llegar mi abrazo y esta décima (que el nudo en la garganta no me deja cantar por ese punto que andarán tentando sus manos talentosas desde que oyera la palabra décima):
Qué lastimosa guitarra
moja la noche palmera,
qué timple inunda la espera
de un silencio que desgarra,
qué luto dobla la parra
del vino que no tomamos…
cuando con sentidos ramos
despide el pueblo convulso
a quien dio al folklore el pulso
del corazón que habitamos.
D.E.P. Francisco Ventura.
Gracias por todo lo sembrado.
Mis condolencias a familiares y allegados.
Mis condolencias a La Palma y su cultura.
Yapci Bienes, 17 de febrero de 2022