Galardón ‘Trovero Marín’ al Festival Internacional de Cante de Poetas de Villanueva de Tapia (Málaga)

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El pasado 7 de agosto, en el marco del Festival Internacional del Cante de las Minas de La Unión (Murcia), la Fundación Cante de las Minas entregó diversos galardones en reconocimiento a aportes y trayectorias destacados a favor del flamenco, a favor de su cultura y de su exaltación. Fue en la Casa del Piñón donde se entregaron el galardón “Trovero Marín” (al Festival Internacional de Cante de Poetas de Villanueva de Tapia); los galardones “Pencho Cros”, en sus distintas categorías (a Lorquimur, a Carlos Martín Ballester, a Manuel Bohórquez, a Eduardo Rebollar y al Festival Rivas Flamenca, respectivamente); los galardones “Carburo de Oro” (a Rafel Manjavacas y a la Cátedra de flamencología de la Universidad de Córdoba, respectivamente); el galardón “Rojo el Alpargatero” (a la Peña Flamenca de Sucina); y el galardón “Esteban Bernal” (al Corral de la Morería). Además, en este contexto se rindió un emotivo homenaje póstumo a la profesora de baile Cloti Corvi.

Al acto tuvo la deferencia de invitarme Dionisio Aguilera, alcalde de Villanueva de Tapia, de cara a que le acompañase durante la recepción del galardón “Trovero Marín”, otorgado al festival del pueblo que representa. Me invitó como partícipe artístico en el evento y, a la par, en calidad de miembro de su comisión organizadora. A lo anterior, por razones vitales, se añadía mi intensa ligazón al municipio de Tapia. Y también mi pasión por la tradición trovera. Por todo ello fue fácil decirle que sí. En el acto, por apreturas de tiempo y por cuestiones de protocolo, transmitimos meramente los agradecimientos imprescindibles y algunos datos del festival. No obstante, quedó en el tintero, como deuda insoslayable, una nota más pormenorizada. Nota que, para ser plenamente justos, agradecidos y rigurosos, conviene que vea la luz en su integridad. Va a continuación.

Salón de actos de la Casa del Piñón (La Unión, Murcia), a 7 de agosto de 2023

Autoridades políticas, institucionales y académicas, premiados, asistentes y amigos, buenas tardes. Es el nuestro un festival de improvisación, pero la magnitud del premio que se nos concede nos exige ordenar el pensamiento en una nota, evitando olvidos u omisiones.

Allá por el año 2000, un municipio de apenas mil y tantos habitantes, ubicado en la confluencia provincial de Málaga, Córdoba y Granada, se empeñó en organizar un festival internacional de poesía oral improvisada. Mejor dicho, ese empeño nació del poeta principal del pueblo y fructificó gracias al ilusionado apoyo de la corporación local, para que, de inmediato, la gente del lugar, y, luego, la comarca, el país y el mundo lo hicieran suyo. Y es que no solo se realizó el referido festival, cristalizado en 2001, sino que se hizo tan bien que, desde el año 2002, el pueblo fue formalmente declarado (por parte del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, con sede en Cuba) Capital Mundial de la Poesía Oral Improvisada, manifestación expresiva a la que, por deferencia al marco que nos acoge, aquí llamaremos “trovo”.

El pueblo al que me refiero es Villanueva de Tapia, popularmente conocido como el “Entreícho” (por contracción oral del término “Entredicho”), y el alma mater del festival al que se alude es el poeta Gerardo Páez, “El Carpintero”, excelente artista y ser humano. Con esa fuerza germinal, y dentro de esas coordenadas, nació, creció y se ha consolidado el Festival Internacional de Cante de Poetas de Villanueva de Tapia, apellidado este mismo año con el nombre de su impulsor, recientemente fallecido.

Nada menos que XXII ediciones cuenta el festival, solo privado de continuidad por una tragedia tan tremenda como fue el apogeo del Covid. Allí donde esté, el presente premio es para Gerardo, por su tesón organizativo, por su forma de entender la vida como cauce de confluencia positiva, por su arte creador y por la ilusión contagiosa con la que se movía en este mundo. Durante las dos últimas décadas, él hizo de este festival, al que hoy se premia, una parte esencial de su existencia, por lo que la distinción que recibimos viene a reconocer el fruto de su intensa dedicación.

Ahora bien, se hacen obligatorias otras alusiones, porque no es milagro, aunque parezca, que un pueblo así de pequeño fundara y haya sostenido un festival que es referente internacional dentro del género repentístico. Este es un premio colectivo. Se debe a la categoría artística de los invitados, a su implicación y buen hacer. En Tapia, las variadas delegaciones han conformado un escaparate del folklore mundial, de matices distintivos y voces que resisten el empuje de la globalización. Sin embargo, la confluencia de tales delegaciones (su encuentro en espacios y elementos que nos unen), supone una fiesta mayúscula de la hermandad de los pueblos. Así pues, en este marco, resulta todo un ejemplo de convivencia y de conciliación identitaria el comportamiento constructivo mostrado por esa familia que ha ido conformado la juglaría universal de la versificación espontánea. Y este hecho, en una etapa marcada por las divisiones y los enfrentamientos humanos, posee un enorme valor. 

Por supuesto, para que los geniales artistas participantes hayan podido acudir a Tapia ha sido precisa una esmerada gestión, una infatigable búsqueda de fondos y recursos por parte del Ayuntamiento. Desde el punto de vista institucional (y vecinal también), fue Encarnación Páez, exalcaldesa del municipio, quien puso alas al festival. Ella y su equipo. Y luego han sostenido el vuelo del evento sus sucesores (y los respectivos equipos de estos): Manolo Sillero y Dionisio Aguilera. Como esperamos que sigan haciéndolo los venideros, sin que jamás se politice la cultura; una tendencia destructiva que, por desgracia, abunda en nuestro tiempo.

A nivel logístico, Loli Gámiz, técnico municipal, es también un motor imprescindible, con tremenda eficacia y con un grado de compromiso que excede sus horarios y funciones básicas. Motor son también todos los voluntarios implicados, los presentadores, las azafatas, los alojamientos y servicios del entorno, los cartelistas, los técnicos de sonido e iluminación, los trabajadores del vídeo comunitario y los operarios municipales. Motor potente es la comisión organizadora (sus miembros actuales y anteriores), su dedicación desinteresada y fructífera. Motor importante ha supuesto el apoyo de todas aquellas administraciones e instituciones que han viabilizado el evento y su duración en el tiempo. Y, por descontado, un motor esencial ha sido, es y será la afición trovera. Gracias a todos ellos por hacer posible y grande el Festival Internacional de Cante de Poetas de Villanueva de Tapia. Todos y cada uno, hagan suyo este premio.

Ahora deseo referirme al propio premio “Trovero Marín”, enmarcado en los galardones de la Fundación Cante de Las Minas de La Unión. Pues conviene subrayar, más allá de la alta reputación que se le apareja, lo que ha supuesto su acertada instauración.

Por un lado, prestigia un arte sublime, sembrador de asombros, pero históricamente denostado. En este sentido, hace algunos años, el profesor Armistead remarcó que “la poesía improvisada ha sido como la cenicienta, la oveja negra, de la literatura oral” (Armistead, 1994: 42). Contra dicha realidad histórica, actos como la institución de este galardón contribuyen al derribo de un antiguo prejuicio cultural, haciendo justicia con los indiscutibles valores del arte trovero.

Por otra parte, este galardón, vinculado al más grande festival de flamenco, implica también el elogio de un vínculo ancestral. Me refiero a la conexión existente, tanto en orígenes como en vetas de expresión, entre múltiples palos del flamenco y diversas formas lírico-estructurales de improvisación poética, repartidas por el mundo. Al respecto, en este marco se hace obligatorio, o casi, aludir a la “función balsámica” del trovo en el marco de la explotación minera, en cuya entraña telúrica “murcianos y alpujarreños convertían el canto e invención de poesía en una hendija hacia la luz y el aire de la vida” (Bienes y Checa, 2022). En carne propia lo vivió José María Marín, padre del trovo moderno y genio creador que da nombre a este reconocimiento. Él, y muchos de sus coetáneos, que se esforzaron en hacer brillar el puro mineral del trovo.

También queremos subrayar el hecho de que, desde su creación en 2009 hasta la presente edición, sea la segunda vez que el premio “Trovero Marín” viaja fuera de esta tierra, dado que ha recaído dominantemente en instituciones (individuales o colectivas) de la Región de Murcia. El único precedente de concesión externa recayó en el repentista e investigador cubano Alexis Díaz Pimienta. Hasta ahora, en el resto de ocasiones, había recaído a nivel local, en maestros troveros, en referentes, iniciativas y asociaciones con loables aportes a la tradición. De hecho, la solera de los anteriores premiados prestigia el galardón. Por todo lo referido, en tanto iniciativa foránea que es nuestro festival, el galardón que recibimos cobra un valor añadido. Supone un reconocimiento externo a la excelencia artística, al esfuerzo organizativo, a la salvaguarda del patrimonio folklórico y a la dinamización trovera que conlleva el evento.

A modo de colofón, conviene que afloren unos versos alusivos.

Ahí va una décima, estrofa empleada en el arte de los versadores canarios, del que soy militante. Imagínensela cantada por punto, que es género músico-poético de entidad trasatlántica, distinguido Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO. Añadamos —para visibilizar mejor esos lazos, a los que me he referido anteriormente, entre la tradición repentística y los palos del flamenco— que el género aludido está considerado, según qué fuente se consulte, hermano o padre de la guajira:

«Tapia sembró el universo

de las rimas que estremecen:

cantos de sol que florecen

desde el trabajo y el verso.

Pueblo humilde, olivo inmerso

en tal savia rutilante:

hoy a su fruto constante

conceden un alto honor,

honor que gana valor

en la Catedral del Cante»

Como hijo en adopción que soy de Tapia, también necesito brindar una quintilla, estrofa típica en el territorio de los Poetas del Genil (quienes me integraron desde mi juventud). En este caso, imagínensela cantada por fandango cortijero, impregnada, en sus dejos, por el sentir de los verdiales malagueños, que es como allí se expresa el trovo, desnudo de guitarra:

«Llegue nuestro corazón

en latidos y destellos

hasta el pecho de La Unión

y hasta el de todos aquellos

que otorgan el galardón»

Aquí usé, como homenaje, la tonada de Gerardo.

Para finalizar, deseo dar las gracias a la Fundación Cante de las Minas por este galardón. Gracias al Ayuntamiento de La Unión por su trato y por sus iniciativas culturales y artísticas. Gracias a la Asociación José María Marín, con la que estamos hermanados, por el trabajo conjunto, y por acompañarnos hoy. Así mismo, al resto de premiados, gracias por su labor, y felicidades por el reconocimiento que reciben. El magnífico elenco que nos rodea retrata la magnitud del logro que ha conseguido un pueblo humilde a través de la ilusión y la entrega a la cultura.

Por compromiso con la calidad de nuestro festival, por el amor a Gerardo y, a partir de ahora, por la responsabilidad que conlleva la distinción recibida, seguiremos trabajando duro para estar a la altura.

*Yapci Bienes es versador y doctor en Ciencias Humanas y Sociales