Una semana de la erupción que mantiene en vilo a La Palma: “Ya me he hecho a la idea de que voy a perder mi casa”

Eleazar cumple 30 años dentro de cinco días. “Esperamos que haya algo que celebrar”, dice, resignado, mientras espera para embarcarse en el ferri que lo llevará desde Santa Cruz de La Palma hasta el Puerto de Los Cristianos, en el sur de Tenerife. Su hogar está en Todoque, uno de los barrios desalojados por la erupción volcánica que desde el pasado domingo mantiene en vilo a la isla de La Palma. “La lava todavía no ha llegado a la casa, pero está en el camino de la colada. Ya me he hecho a la idea de que la voy a perder”. Lo que más apena a Eleazar son sus vecinos mayores. “A ellos sí se les va a hacer complicado salir adelante. Esto del volcán no es nada bonito”, lamenta el joven, que se lleva consigo cuatro animales: sus dos perros y dos conejos que dejó atrás la familia que se alojaba en el apartamento de al lado. Irán a la casa de su madre, en Tenerife. “No quiero dejarles aquí, fuera es donde mejor van a estar”. 

La intención de Eleazar es regresar el mismo día. Solo va a llevar a los animales, ponerlos a salvo, y volver a la que se ha convertido en su morada en estos últimos días, la casa del hermano de su novia, ubicada en el municipio de El Paso. “Gracias a ellos, nos han hecho sentir como si estuviéramos en casa, pero claro, no es lo mismo, no te acostumbras”. Su futuro, como el de miles de desplazados por el volcán, sigue siendo incierto. “Tengo decidido que no viviré más allí, aunque la casa se salve. No quedan vecinos, no queda nada. Voy a mirar eso con rabia”. El domingo, cuando explotó el volcán, estaba fuera de su casa. Lo vio de frente. “Lo primero que pensé fue que lo íbamos a perder todo”. 

La incertidumbre, la resignación y el miedo a perderlo todo son las sensaciones más repetidas en La Palma cuando se cumple una semana desde que el magma y la presión de los gases rompieran la corteza terrestre en el edificio volcánico de Cumbre Vieja tras ocho días de enjambres sísmicos que anticipaban la inminencia del fenómeno. Ese misma tarde, María Antonia y su familia fueron evacuadas de su casa en la costa de Tazacorte. Desde entonces, han vivido dos realojos. El primero, en la vivienda de la persona dependiente a la que cuida, en la zona de Triana. Este sábado ha tenido que volver a reubicarse, porque esa casa ha tenido que destinarse a otras necesidades. “Venimos a un piso muy pequeño. Vamos a ser siete personas y solo tienen dos camas. Necesitamos una casa”, dice mientras descarga sus pertenencias, acumuladas en bolsas de supermercados, y las deja en el rellano de un céntrico edificio de Los Llanos de Aridane. 

Wolfgang también suma siete días fuera de casa. Residía en Puerto Naos. El domingo, sobre las 18.00 horas, fue desalojado. Ahora vive en su vehículo, que aparca en una huerta de El Paso. “Es un coche largo y en el huerto tengo agua”, comenta este ciudadano alemán que lleva veinte años en La Palma, isla en la que se ha dedicado a la agricultura ecológica. En pocos días espera trasladarse a un apartamento de Los Llanos de Aridane que le ha ofrecido “un amigo palmero”, pero su futuro parece lejos de la tierra. El mes pasado, tras el incendio forestal que quemó una zona muy próxima a la erupción del volcán, perdió el 80% de su producción de aguacates como consecuencia de las altas temperaturas y de los vientos. “El viento, los incendios, la plaga de pulgones y ahora esto... Falta el dinero, es muy complicado. Me iré, pero no a Alemania”. 

Se habilitan espacios para evacuados

El cuartel de El Fuerte ha sido uno de los primeros puntos instalados por el dispositivo de emergencias desplegado en la isla para atender a las personas que han tenido que ser evacuadas. El teniente coronel Domingo Expósito explica que durante los días previos a la erupción los contactos con las autoridades eran permanentes, ya que los temblores que llevaba registrando la isla eran un presagio de lo que sucedió el domingo a las 15.20 horas. Este acuartelamiento está preparado para albergar a mil personas, que se puede duplicar. “Ha habido una ocupación máxima de 200 personas y en la actualidad ha disminuido muchísimo hacia otras dependencias”. En estos momentos son 20  las que se encuentran en el lugar. “Cada persona tiene una historia, hay quien ha perdido todos los recuerdos de una vida y otras que se marchaban mañana al extranjero, no porque sean turistas sino porque pasan grandes periodos residiendo en La Palma y que ahora no saben lo que va a pasar”, apunta. Este mismo sábado una mujer extranjera aguardaba sentada en El Fuerte y planteaba distintas dudas al coronel. 

Los efectivos de Cruz Roja se encargan de realizar la filiación y de decidir cuál es el lugar más idóneo para cada usuario, de acuerdo a sus necesidades. Por este cuartel han pasado muchas personas dependientes, ya que en un principio se planteó para este perfil, pero se han ido derivando  a residencias y hoteles, fundamentalmente, aunque también hay quien ha preferido hospedarse junto a familiares, amigos… Expósito subraya que “están siendo momentos difíciles, incluido para nosotros”, pero “estamos muy satisfechos en el sentido de que hemos podido ayudar con el dispositivo de emergencias a, por lo menos, reducir un poquito el dolor causado”. Si con algo se queda es con la solidaridad que ha desprendido la ciudadanía, el ejército y el resto de efectivos. 

Oleada de solidaridad: “Estamos  a tope”

En los Llanos de Aridane, en el polideportivo donde durante toda la semana se ha venido realizando acopio de ropa y otros enseres para la población evacuada, uno de los responsables, Rober Nazco, indica que ya se encuentra “a tope” y que se han tenido que habilitar otros almacenes, especialmente para guardar colchones y  electrodomésticos. Dos profesionales del equipo psicológico de intervención de emergencias y catástrofes se encuentran a la entrada para escuchar y sostener emocionalmente a estas personas para que puedan expresarse. Los psicólogos Nayra Rodríguez y Felipe Lagarejo remarcan que no se trata de una situación fácil. En ocasiones, aseguran que se forman momentos de cierto alboroto por la falta de información.

La incertidumbre que se palpa en la isla de La Palma se evidenció este mismo viernes cuando se abrió una nueva boca eruptiva y se intensificaron las explosiones, por lo que fueron evacuadas otras 160 personas de las poblaciones de Tajuya y Tacande. Para realizar su filiación y garantizarles otro alojamiento fue habilitado el campo de fútbol de El Paso, donde a las 20.00 horas de la tarde aguardaban unas quince personas (algunas con sus mascotas). A sus puertas se encontraba este jueves María de Los Ángeles, vecina de toda la vida de El Paso. Su madre siempre le cuenta que mientras la tuvo en su vientre se produjo la erupción del Teneguía. 50 años después se encuentra viviendo la erupción de Cumbre Vieja. Con varios hijos a los que alimentar se dirige a este espacio para recoger alimentos, ya que, aunque no ha sido afectada directamente por el volcán, ya requería de ayuda antes de la erupción. “Todos podemos pasar por un mal momento, y venir aquí no es ninguna vergüenza”, sostiene. Remarca que el día de la primera explosión lo sintió en su vivienda y que cada día escucha muy fuerte el sonido del volcán contra sus puertas y ventanas. No obstante, se encuentra tranquila. “Si me tienen que evacuar, cogería primero a mis hijos, que es lo más importante”. “Vivimos en islas volcánicas y con la naturaleza no se puede luchar”, pero insiste en que ahora hay que estar del lado de las personas que peor lo están pasando, quienes han perdido su medio de sustento y su casa. 

La solidaridad no solo se aprecia en esos pabellones abarrotados de comida o ropa, también en otro tipo de gestos. María Cristina es una joven que en la casa de su familia en Santa Cruz de La Palma está cuidando mascotas de personas afectadas por la erupción. Linda y Samantha han encontrado un segundo hogar en esta vivienda, donde también se alojan amigas que se han quedado atrapadas en la isla y otra de las personas evacuadas. “En el último incendio de El Paso también doné lo que pude”, afirma esta joven, que ahora se ha involucrado en dar cobijo a algunas mascotas. En el momento de la entrevista la familia de una de las perritas la llaman por teléfono para comprobar que sus mascotas se encuentran bien y que María Cristina está siguiendo las indicaciones. “La puedes venir a ver cuando quieras”, le dice por teléfono. 

El volcán cambia de forma

Los vecinos de La Palma han vivido una semana de sobresaltos. A la explosión inicial siguió el desalojo de los primeros barrios, el mismo domingo. Más de 6.000 personas. La colada de lava ganaba altura y velocidad y engullía viviendas y cultivos. Se temía que alcanzara el mar por la noche. Así lo anunció el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, en una rueda de prensa. Sin embargo, el río de lava frenó su avance. Después de unos primeros días convulsos, y cuando la actividad telúrica daba señales de cierta estabilización, este sábado llegó un nuevo susto. Un episodio de explosiones de gran intensidad provocó la apertura de dos nuevos centros de emisión. El comité científico del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) aconsejó evacuar otros tres barrios (Tajuya, Tacande de Arriba y Tacande de Abajo) ante el temor de que se produjera una fractura que desestabilizara el cono volcánico y pudiera provocar su desplome parcial o total.

Este sábado, el volcán ha cambiado de forma. “Ayer (por este viernes) hubo una emisión de tipo efusivo, pero el volcán sigue teniendo una actividad de tipo estromboliano. Se ha desmontado un sector lateral, pero no ha habido ni deslizamiento ni colapso”, explica Carmen López, directora del Observatorio Geofísico Central del Instituto Geográfico Nacional (IGN). La propia actividad telúrica y la emisión de nuevas bocas han transportado parte del edificio volcánico hacia adelante, hacia la zona de las coladas, dejando descubierto “un sector en forma de herradura en uno de los laterales del cono”, añade. 

Según López, el episodio acontecido este domingo no entraña una mayor peligrosidad para la población. “Durante las erupciones, la morfología de los volcanes está casi continuamente en transformación y el cono volcánico está en una sucesión de creación y destrucción. Se crea, se destruye, sale una pequeña boca en un lateral que luego hace su propio cono volcánico... Hay una transformación continua”, relata la científica, que aclara que la colada de lava que este viernes por la noche corría por la ladera tras la apertura de la nueva boca “ya no fluye” y que avanza “con el movimiento remanente de ayer”. “No se ve esa emisión tipo hawaiano que había, con ese surtidor que se veía. Han volado un dron y no se ve prácticamente emisión, ni en la parte de arriba ni en la zona del tubo, en el recorrido, pero eso no quiere decir que no pueda comenzar de nuevo”.