Alberquilla Martínez: “La erupción de 2021 convierte a La Palma en uno de los mejores análogos lunares del mundo y estamos estudiando material no alterado”

En esta entrevista realizada para este periódico en el Tubo Volcánico de la Cueva de Las Palomas, en Las Machas, por José F. Arozena a Fernando Alberquilla Martínez, geólogo de la Universidad del País Vasco y miembro del Moon Green Project, se explican en detalle los avances del proyecto, las dificultades que enfrenta la investigación y el papel clave de La Palma como escenario para la exploración lunar.
El proyecto Green Moon y la posibilidad de cultivar en la Luna
El Green Moon Project es una iniciativa pionera que pretende sentar las bases para la agricultura en el espacio, concretamente en la Luna. Fundado en 2016 por el investigador José María Ortega-Hernández, este proyecto multidisciplinar combina la geología planetaria, la biotecnología vegetal y la ingeniería aeroespacial para desarrollar un invernadero capaz de operar en condiciones extraterrestres. La meta final es proporcionar a los astronautas una fuente de alimentos en futuras misiones espaciales.
Para llevar a cabo este ambicioso objetivo, el equipo de Green Moon Project colabora con diversas instituciones científicas y tecnológicas. Entre ellas destaca el grupo de investigación IBeA de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), del que forma parte el geólogo Fernando Alberquilla Martínez. Su labor es fundamental en la caracterización de suelos volcánicos terrestres que sirven como análogos del regolito lunar, es decir, materiales similares a los que se encuentran en la superficie de la Luna.
En esta entrevista, realizada por José F. Arozena para el periódico digital La Palma Ahora, Fernando Alberquilla Martínez nos explica en detalle los avances del proyecto, las dificultades que enfrenta la investigación y el papel clave de La Palma como escenario para la exploración lunar.
J.F.A. (La Palma Ahora): ¿Cómo comenzó este proyecto?
F.A. (Fernando Alberquilla Martínez): Esto empezó en 2016. Es un proyecto científico en el que participaba José María Ortega Hernández, fundador del Moon Green Project, junto con otros dos compañeros de la universidad
J.F.A.: ¿Vieron la película El Marciano?
F.A.: Sí, seguro que la habíamos visto todos. La hemos visto un millón de veces, y es un poco la inspiración del proyecto. Mark Watney y su aventura fueron parte de la inspiración que seguimos todos. Este tipo de películas, desde El Marciano hasta Interestelar, todas estas películas de, entre comillas, “ciencia ficción”, nos llevan a pensar en ir un poco más allá, en explorar nuevos mundos, nuevas lunas, y llevar a la humanidad cada vez más cerca del espacio.
J.F.A.: ¿Quién de ustedes sería Mark Watney?
F.A.: Bueno, te diría que Jorge Pla sería Mark Watney. Porque, no sé si lo sabes, pero ha sido uno de los preseleccionados inicialmente como miembro de los posibles astronautas. Creo que son en total seis pruebas las que hay que pasar en el primer cribado. No sé cuántos miles o cientos de miles de personas se presentan a esta especie de oposiciones que organiza la Agencia Espacial Europea. Jorge Pla pasó algunos de los primeros cribados, pero al final las pruebas se vuelven extremadamente duras, y solo pueden quedar un puñado de personas. Él quedó entre los finalistas.
J.F.A.: ¿Eso fue cuando eligieron a Sara García Alonso, la astronauta en reserva de la ESA por España?
F.A.: Sí y a Pablo Álvarez Fernández, uno de los nuevos astronautas de la ESA. Jorge se presentó a esas pruebas y fue preseleccionado inicialmente.
J.F.A.: Volviendo a ti: cuando cuentas en tu casa que quieres cultivar lechugas en la Luna, ¿qué te dicen los amigos? ¿Qué dice tu familia?
F.A.: Mis padres me conocen bastante. Siempre han sabido que, desde que era pequeño, me ha gustado mucho la temática espacial. Entonces, desde el momento en que empecé a estudiar un poco de Biología y un poco de Geología, intenté buscar la manera de relacionarme con la temática espacial. No tenía ni idea de que existía una rama llamada geología planetaria. Yo soy geólogo, y fue por el año 2018 cuando entré en contacto con un profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Jesús Martínez Frías, que es uno de los que inició directamente el proyecto Moon Green. Pero, por motivos personales y de tiempo, ya que es una persona que está continuamente dando conferencias por todo el mundo, no pudo dedicarle todo el tiempo necesario al proyecto y terminó por salir de él. Aun así, es uno de los fundadores y está reconocido a nivel mundial.
J.F.A.: Me suena mucho Martínez Frías como un geólogo muy famoso a nivel de España.
F.A.: El doctor Frías es, si no el número uno, por lo menos uno de los más grandes que tenemos en la temática espacial en España.
J.F.A.: ¿Qué es lo que estáis haciendo en los tubos volcánicos y por qué venís a La Palma? Entiendo que es por el regolito, por la tierra del volcán, que debe ser similar a la que se espera encontrar en la Luna, ¿no?
F.A.: Efectivamente, van un poco por ahí los tiros. Desde el momento en que las misiones Apolo pisaron por primera vez la Luna, nos dimos cuenta de que la Luna es ígnea, con algunas zonas de carácter más plutónico y otras volcánico. Sabíamos entonces que existían unas zonas conocidas como “mares basálticos” (de color más gris oscuro), donde la lava ha salido a la superficie y se ha solidificado.
Hace unos 4.000 millones de años, aproximadamente, la Luna sufrió un impacto meteorítico brutal, lo que hizo que gran parte de su superficie quedara pulverizada. Esto llevó a que las partículas tuvieran un tamaño de grano muy fino. Sí que es cierto que hay algunas fracciones de grano superior a 2 milímetros, pero existe una foto muy famosa de Neil Armstrong cuando pisa la Luna, la de la huella, que nos indica el tamaño de partícula que estaría por debajo del milímetro.
En ese momento los investigadores de todo el mundo empezamos a buscar zonas en la superficie de la Tierra que pudieran estar relacionadas con la superficie lunar, y para ello teníamos que desplazarnos a zonas fundamentalmente volcánicas. Sin embargo, no nos valen todas las zonas donde haya habido una erupción volcánica. Tenemos que estudiar zonas donde la composición geoquímica y mineralógica sea más similar a la de la Luna y, además, que sean lo más recientes posibles. Por eso estamos en La Palma.
En la zona de Caños de Fuego somos unos privilegiados porque tenemos una erupción del año 2021, donde los materiales formados prácticamente no han sido alterados. Necesitamos que no estén alterados porque la superficie lunar no tiene atmósfera. Al no tener atmósfera, no hay procesos de meteorización, no hay lluvia, no hay viento. Lo único que afecta a la superficie lunar son los vientos solares.
JFA: ¿Qué estáis montando? ¿Algún tipo de equipo? ¿O solo estáis analizando el suelo?
FA: Lo que estamos haciendo desde el Green Moon Project es buscar gente interesada en nuestro proyecto científico. Buscamos colaboradores que se involucren en la parte científica. Como miembro de un grupo de investigación de la Universidad del País Vasco, puedo acceder a los equipos de la universidad. En 2019, José María se puso en contacto conmigo porque vio potencial en adquirir muestras geológicas para su proyecto. Desde la universidad, lo que hago es realizar una caracterización geoquímica y mineralógica detallada de las zonas que visito para establecer análogos. No trabajo (aún) con plantas, solo con el suelo, específicamente con la parte inorgánica. Para la parte orgánica, colaboramos con una empresa de Granada llamada Innoplant, que recibe las muestras que les enviamos.
JFA: Esta empresa de Granada es la que hará las pruebas con las plantas, ¿no?
FA: Exacto. Parte de las muestras que recogemos son para nuestras investigaciones y otra parte para la fabricación de simulantes regolíticos. Estos son modificaciones de las muestras que llevamos al laboratorio, realizando adiciones si falta algún mineral.
JFA: O sea, que, ya implantado en el regolito, digamos palmero, la muestra que has cogido aquí en Tajogaite la usarán para plantar. Entonces, la idea es que tú analizas el suelo y luego la empresa de Granada va a intentar que las plantas nazcan ahí, algo así como en la película El Marciano, ¿no? donde con la “caca” del astronauta consiguió que el regolito sirviera para sembrar papas.
FA: Algo así (ríe). En Green Moon buscamos plantar y cultivar en la Luna. Para ello, necesitamos un conocimiento muy avanzado de la zona en la que vamos a cultivar, ya que estos suelos son tremendamente estériles. No tienen, por ejemplo, el contenido en nitrógeno que una planta necesita para desarrollarse. Hay que ver qué mezclas hacer, no solo a nivel inorgánico, sino también orgánico, porque algunas plantas se desarrollan solas, pero no todas son aptas para alimentar a futuros astronautas en la Luna.
JFA: Aquí habrás visto que tenemos el rabo de gato, el “pennisetum”. Estoy seguro de que se daría estupendamente en la Luna, pero como no se puede comer... (bromeamos sobre la planta invasora que coloniza La Palma).
FA: No, no se puede comer, y además creo que son demasiado grandes para tenerlas en nuestros invernaderos (sonríe)
JFA: Podrías soltarlas en la Luna y que la colonizaran, aunque sin oxígeno y con la carencia de agua sería complicado. Pero la idea en la que estás trabajando, según tengo entendido, es que Green Moon Project quiere poner una especie de invernadero en una caja que lanzará el cohete español Miura V de le empresa PLD Space, ¿no?
FA: PLD Space es una de las posibilidades. Tenemos capacidad para que un cohete español ponga un invernadero en órbita. No será un invernadero como la gente se imagina, con una estructura de acero inoxidable de 30x30 metros. Será una prueba inicial para obtener información sobre el crecimiento de plantas en condiciones extremas, en este primer intento condiciones de ingravidez.
JFA: ¿El invernadero será un cilindro? ¿Una caja pequeña que pondréis en órbita, no dentro de la estación espacial?
FA: No, no irá dentro de la estación espacial. Irá en un satélite en órbita baja, entre 200 y 500 kilómetros. El lanzador llevará un pequeño satélite, conocido como CubeSat, y dentro de él habrá unas cargas donde introduciremos nuestro experimento. Ellos lo pondrán en órbita.
JFA: ¿Qué facilidades os han dado?
FA: Por ejemplo, la empresa Orbital Paradigm, que pondrá nuestro experimento en su satélite, nos ha ofrecido presurización y un rango de temperaturas óptimo.
JFA: Es decir, esta empresa lo llevará a una órbita baja. Entonces, por un lado, está el cohete (lanzador), por otro el satélite, y dentro de él, vuestro experimento con el invernadero.
FA: Exacto. Nosotros vamos dentro de ese satélite, y Orbital Paradigm nos permite realizar el experimento que queramos. En este caso, les ha gustado nuestro proyecto de cultivar en el espacio, y nos ofrecen un rango de temperaturas entre 15 y 25 grados, además de protección frente a la radiación, que es fundamental para que las plantas no mueran.
JFA: ¿Esto lo estáis haciendo en colaboración con la ESA?
FA: No, no con la ESA ni con la NASA. A veces hay convocatorias para formar consorcios entre grupos de investigación, empresas públicas y privadas, para desarrollar ideas y competir con otros equipos. Si ganas, puedes obtener financiación de hasta millones de euros. Pero en este caso no es así. Nosotros hemos formado una colaboración mutua entre Green Moon Project, la Universidad del País Vasco, Innoplant de Granada y Orbital Paradigm. Es un consorcio de colaboración entre entidades públicas y privadas.
JFA: ¿Y el apoyo del gobierno? Supongo que en La Palma tenéis facilidades, como acceso y transporte, ¿no?
FA: Sí, el Cabildo nos facilita mucho el acceso a los recursos. Especialmente me gustaría agradecer a Antonio González (Sodepal) y Eduardo Díaz (Volcanic Life) toda su ayuda en la logística durante nuestra estancia en la Palma. La isla es un entorno natural que no se puede alterar continuamente, así que su ayuda es tremenda.
JFA: ¿Y la financiación? Por ejemplo, en Lanzarote tuvieron facilidades.
FA: En Lanzarote yo no tuve el placer de estar en persona, pero me consta que también prestaron una gran ayuda en las gestiones de acceso a zonas volcánicas y la recogida de muestras. Tener a alguien que nos guíe 24 horas durante 7 días por tubos de lava ya es una ayuda enorme. Nosotros no somos de aquí, somos “guiris”, y no sabemos dónde ir ni qué sitios visitar. La financiación económica para soportar este viaje ha corrido por parte del proyecto PAMMAT del ministerio ajeno, en este caso, a Green Moon Project.
JFA: ¿Cómo vais a poner el satélite en órbita? ¿Quién lo paga?
FA: Buscamos que entidades públicas y privadas quieran invertir en nuestro proyecto. Ofrecemos a empresas privadas participar en nuestro experimento espacial.
JFA: ¿Habéis puesto una fecha? ¿2026?
FA: Sí, el satélite saldrá en esa fecha sí o sí.
JFA: ¿Y vosotros estaréis ahí sí o sí?
FA: Sí, porque el proyecto tiene tres pilares fundamentales: ingeniería aeroespacial, biología vegetal y geología. Estos pilares no pueden fallar. Además, contar con la colaboración de la Universidad del País Vasco ya es una gran ventaja. Ahora buscamos financiación pública y privada para seguir adelante. Cualquier entidad que quiera participar es bienvenida y necesaria para el proyecto.
JFA: Recuerdo haber escuchado en una entrevista que le hicieron en televisión a los fundadores de Moon Green Project, creo que fue Lorenzo Milán quien la condujo, que mencionaron que el proyecto tuvo una financiación inicial de Google. ¿Es correcto? ¿O se trataba de un concurso en el que participaron hace años?
FA: No exactamente, eso fue en los inicios del proyecto. En 2016, hubo una competición organizada en Bangalore, India, llamada Google Lunar X Prize. Era un concurso que reunía diversos proyectos de investigación relacionados con la temática espacial. En ese entonces, José María Ortega, junto con sus dos compañeros, presentaron la idea de un invernadero automático. Aunque no ganaron, quedaron entre los 10 finalistas de entre 3.000 propuestas iniciales. No hubo un beneficio económico directo, pero esa competencia marcó el arranque del proyecto. El premio finalmente lo ganó un equipo italiano. Yo me uní al proyecto tres años más tarde, en 2019.
JFA: ¿Qué posibilidades ves que, dentro de 10 años, haya lechugas plantadas en la luna? ¿Lo ves factible? ¿O es algo imposible? ¿Dónde os veis vosotros dentro de una década?
FA: No es que sea imposible, es que es necesario. Es algo que va a suceder, sí o sí. Nosotros esperamos que sea Green Moon Project quien instale el primer invernadero y sustente a los primeros astronautas. Sin embargo, esto va más allá de nosotros. Es un proyecto que involucra a toda la humanidad, tanto a empresas públicas como privadas. Hoy en día, por ejemplo, existe el proyecto Artemisa de la NASA, que está trabajando en esta dirección.

JFA: Sí, he escuchado que el proyecto Artemisa ha sufrido muchos retrasos. Parece que siempre están posponiendo las cosas en el ámbito espacial.
FA: Desafortunadamente, todo avanza muy lento en este campo. Los cambios de gobierno, por ejemplo, afectan mucho. Nunca sabes qué ideas o prioridades tendrá el nuevo presidente. Eso ralentiza los proyectos.
JFA: Con este gobierno, quizás tengamos suerte. Si se empeñan en competir con los chinos, todo podría acelerarse. Elon Musk, por ejemplo, quiere llegar a Marte. ¿No crees que podríamos llegar a Marte antes que a la Luna? ¿O incluso plantar una lechuga allí?
FA: Bueno, el proyecto Artemisa tiene como objetivo final Marte. La Luna es solo un entrenamiento. Poner un kilogramo en el espacio costaba alrededor de un millón de euros. Con el surgimiento de nuevas empresas privadas y startups, ese costo ha bajado significativamente, aunque sigue siendo alto. Estamos hablando de entre 50.000 y medio millón de euros por kilo. Aun así, los costes siguen siendo un gran desafío.
JFA: Entonces, llevar comida al espacio es extremadamente caro. ¿Qué es lo que se está buscando exactamente?
FA: Se buscan zonas en la superficie lunar donde se pueda cultivar. Como no podemos estar yendo continuamente a hacer pruebas, debido al costo, se utilizan análogos terrestres. En este caso, la isla de La Palma es uno de los mejores análogos lunares en el mundo.
JFA: ¿Crees que en 10 años habrá una base semipermanente en la Luna con algo plantado?
FA: Esperemos que sí. Una base donde los astronautas puedan sustentarse no solo con alimentos, sino también con oxígeno y agua. Hay mucha agua en el regolito lunar, aunque extraerla requiere procesos químicos complejos y mucha energía. Hoy en día, podemos hacerlo en la Tierra, pero llevarlo a la Luna todavía es un desafío. Sin embargo, creo que en 10 años podríamos tener una base del tamaño de la Estación Espacial Internacional, con seis u ocho personas viviendo de manera permanente, rotando como en la estación espacial actual.
JFA: Marte parece mucho más complicado. Está tremendamente más lejos.
FA: Sí, Marte está a unos 250 millones de kilómetros. El viaje en sí ya es un gran desafío. Los astronautas estarían expuestos a radiación durante seis meses, lo que podría ser letal. Además, estar encerrados con las mismas personas durante tanto tiempo plantea problemas psicológicos. Aún no sabemos cómo el ser humano podría manejar esa situación.
JFA: ¿Y enviar robots?
FA: Bueno, a día de hoy ya tenemos robots en la superficie, como los rovers. De hecho, desde nuestro grupo de investigación participamos activamente en la toma de datos del rover Perseverance de la misión Mars2020 de la NASA.
JFA: Pero te pregunto por robots humanoides, como los que vemos de Boston Dynamics.
FA: La cuestión es: si llevamos un robot allí, ¿qué beneficios puede traer tener ese robot en lugar de los rovers que ya están haciendo una labor a nivel geoquímico, mineralógico y atmosférico con instrumentos? O incluso en comparación con nosotros, los humanos, que estamos detrás del instrumento.
JFA: Entonces, ¿piensas lo mismo que se decía en la película El Marciano? ¿Que para colonizar la Luna o Marte hay que plantar y que, para cultivar, tiene que ser una persona? ¿Que no basta con un robot? ¿Un robot no puede hacer el trabajo humano?
FA: Es una idea, pero no soy experto en ingeniería. No sé qué capacidades hay para que un robot humanoide pueda hacer eso. Inicialmente, podría ser una especie de robot humanoide, pero no estoy seguro.
JFA: Pero la idea que comentáis es tener una base permanente en la Luna con cinco o diez personas, y en Marte igual, ¿no?
FA: Sí, pero más adelante, en Marte. Aunque no me atrevería a dar una cifra concreta o un año específico en el que eso podría suceder.
JFA: ¿Crees que sea posible ir y volver en un año?
FA: Cada vez es más posible, especialmente con los proyectos de SpaceX de Elon Musk. Por ejemplo, antes, los cohetes se desechaban después de su uso, pero ahora se recuperan y reciclan. Esto nos acerca cada vez más a la posibilidad de un viaje de ida y vuelta a Marte, con un paso previo por la Luna.
JFA: Han estado en Lanzarote y en La Palma ¿No hay otros lugares con un entorno similar a Marte o la Luna, como en Hawái? ¿Has ido a Hawái?
FA: No, no he estado en Hawái. Ojalá, pero la financiación no lo ha permitido. Aunque, en realidad, no tiene por qué ser imprescindible ir allí. En Canarias, especialmente en La Palma, tenemos un análogo terrestre excelente. Con la erupción volcánica del 2021, ¿qué necesidad hay de ir a Hawái? Aquí tenemos un entorno perfecto para la caracterización de rocas, y contamos con el apoyo del Cabildo de La Palma y de Canarias en general.
JFA: Supongo que habrás recibido críticas del tipo: “¿Por qué gastar dinero en esto cuando hay gente que muere de hambre en la Tierra?” ¿Qué les responderías?
FA: Vamos a ver, esa es una pregunta recurrente. ¿Acaso era necesario que Cristóbal Colón pisara América? ¿O que las misiones Apolo llegaran a la Luna? La investigación espacial tiene muchos beneficios que luego se aplican en la Tierra. Por ejemplo, tras la erupción volcánica en La Palma, estamos investigando cómo reabastecer la zona con cultivos vegetales de manera rápida y eficiente. Trabajamos con una empresa, Innoplan, en investigación biotecnológica para mejorar la regeneración de cultivos.
JFA: ¿Entonces vuestras investigaciones son extrapolables? ¿Sirven para mejorar la eficiencia de los cultivos en la Tierra?
FA: Exacto. Todo este conocimiento es aplicable en la Tierra. Podríamos cultivar en desiertos o en terrenos difíciles, optimizando condiciones como el oxígeno, la humedad, la temperatura y la presencia de nitrógeno en el ambiente.
JFA: Dentro de 10 años, ¿te ves en la estación espacial? ¿O en una base lunar?
FA: En la estación espacial o en una base lunar sería complicado, pero en el control de misión, espero que sí. Cada vez que la Agencia Espacial Europea haga una convocatoria para nuevos astronautas, mi currículum estará ahí. Luego, ya decidirán ellos, pero yo no voy a ser el que se ponga límites.
JFA: Supongo que hacéis mucha divulgación, no solo a nivel político e institucional, sino también en medios de comunicación.
FA: Sí, hemos tenido mucha proyección en medios, y eso facilita el contacto con nuevas personas y empresas interesadas en nuestros proyectos. No solo medios, sino también empresas de fertilizantes y patrocinadores. La divulgación es clave, tanto en colegios e institutos como en medios, porque abre puertas a colaboraciones que de otra manera no serían posibles.
JFA: Muchas gracias. ¿Quieres añadir algo más?
FA: Estamos abiertos a cualquier tipo de colaboración. Este es uno de los proyectos más ambiciosos en los próximos años, y creo que merece la pena luchar por ello.
JFA: Gracias por tu tiempo.
FA: Gracias a vosotros.
0