El incendio que afectó al histórico edificio en el que se ubicaba su señero establecimiento comercial de la Calle Real de Santa Cruz de La Palma, le cogió en Nápoles de vacaciones. “Cuando me llamaron me quedé en stand by, pero pronto volví a las andadas; mi hermano me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada, que las cosas se habían mojado pero no quemado y que disfrutara, que todo estaba controlado”. Bibi Bethencourt Castro nunca pierde el humor, a pesar de que el fuego le ha obligado en dos ocasiones a trasladar su negocio.
La primera vez fue en 1990, en la noche de Reyes. El estudio fotográfico Bethencourt estaba entonces ubicado en un local de la Casa Massieu Tello de Eslava, en plena Plaza de España de la capital, junto a la cafetería Alaska, donde pasada la medianoche del 5 de enero se desató un voraz incendio que a punto estuvo de destruir el casco histórico de la ciudad. “Trabajaba con papá allí y cerramos a las doce y veinte de la noche; le dijimos a la gente de la Alaska que esperábamos que los Reyes le dejaran muchas cosas, y a las doce y media, diez minutos más tarde, ya estábamos sacando las cosas para que no se quemaran”, recuerda.
La Casa Massieu Tello de Eslava, del siglo XVIII, hoy sede de CajaCanarias, fue pasto de las llamas, y Bibi y su padre tuvieron que trasladar el negocio al barrio de San Sebastián, donde atendieron a sus clientes durante seis meses. “Después conseguimos el local de la Calle Real y allí estuve 27 años; cuando se produjo el incendio hacía muy poquito que la dueña había arreglado todo el tejado”, cuenta.
La madrugada del pasado 8 de julio la Casa Vélez de Ontanilla, también del siglo XVIII, salió ardiendo y el bazar de Bibi sufrió inundaciones por el agua empleada en la extinción del fuego. “Yo estaba en Italia y volví el día que tenía previsto, el 11 de julio, y mi hermano se encargó de buscar el nuevo local”. A principios de agosto abrió en su nueva ubicación, en el número 23 de la Calle Álvarez de Abreu, más conocida como calle Trasera, pero reconoce que “en la Calle Real se vende más; he notado mucho el cambio, por aquí no pasa tanta gente, no es igual”. No oculta que añora la principal arteria comercial de la ciudad. “Si me dicen que me vaya otra vez a la Calle Real ahora mismo corro con todo”, señala entre risas. “Espero volver a instalarme allí, y con el mismo alquiler, pero aún no sé cuándo”. Mientras tanto, Bibi atiende a su fiel clientela en la calle Trasera con la amabilidad que le caracteriza y lanza un mensaje: “Hay que darle auge comercial a las tres calles, a la Calle Real, a La Trasera y a la Avenida Marítima, no solo a una, y no subir los alquileres, que no gana uno para pagarlos”.