Moisés Morera Martín (Santa Cruz de La Palma, 1975) es, por el momento, el único palmero que forma parte del Cuerpo Diplomático español. Siempre que puede, regresa a La Palma, donde, asegura en una entrevista con La Palma Ahora, carga las pilas para seguir su aventura internacional. Licenciado en Derecho por la Universidad de Deusto y máster en Negocios y Política Internacional por la prestigiosa Universidad de Georgetown, de Estados Unidos, ingresó en la Carrera Diplomática en 2007. Ha estado destinado como diplomático en El Salvador, Sudán, Venezuela y Marruecos y ha vivido largos periodos en México, Reino Unido, Francia y Colombia. Pasa unos días en La Palma y habla con este digital sobre su trayectoria como diplomático
-En estos 12 años como diplomático ha sido cónsul en El Salvador, posteriormente estuvo en las embajadas de España en Sudán del Sur y en Venezuela, y ahora es cónsul en Casablanca, en Marruecos. ¿Resulta complicado adaptarse a las costumbres y peculiaridades de cada país?
-Mi primer destino fue en El Salvador, un país pequeño, con una historia dura pero con gente maravillosa. Con un poco de inclinación y sensibilidad por América Latina, estos países no presentan grandes retos de adaptación. Yo tengo mucha pasión por este continente, por lo que nunca he tenido problemas o me han supuesto un reto sus costumbres. Con respeto y cariño uno se adapta. He vivido largos periodos en Venezuela, México, Colombia y El Salvador, entre otros países, y siempre me he sentido como en mi casa, especialmente en Venezuela donde he vivido cuatro años. Otra cosa fue Sudán del Sur. ¡Eso sí fue un reto! ¡Eso sí fue complicado! Mi segundo destino fue el país más pobre del planeta, que salía de una guerra de 30 años que dejó más de 2 millones de muertos y unos odios tribales incurables. Fui el primer diplomático español allí destinado con motivo del nacimiento del país en 2011, lo cual no supone ningún honor, sino el reto de construir una oficina, una pequeña logística y una visibilidad para tu país. Fue un destino duro, sin familia, pero una gran aventura en el África profunda. Fue una gran experiencia personal. Vi cosas duras. Desde entonces, no me quejo de nada ni por nada. Estos años en Marruecos, siento que he vivido en un gran lugar. Marruecos es un país maravilloso al que en España y en Canarias damos la espalda con mucha frecuencia. Sus costumbres, religión y lengua son diferentes, pero compartimos una parte de la historia, una relación geográfica que no podemos obviar y un nivel de interdependencia en muchos temas que les sorprendería. Los marroquíes son generosos, amables y respetuosos. No me ha costado adaptarme pues como extranjero, sé que debo respetar sus tradiciones y ritmos. He aprendiendo mucho de su Islam moderado y de sus tradiciones, las cuales trato de no enjuiciar.
-En esta última etapa, ha estado al frente de un consulado, Casablanca, con mucha presión migratoria. Además, es la tercera ciudad más atractiva para la inversión en África y Oriente Medio. ¿Cómo afecta esto a su trabajo como cónsul?
-Casablanca es una ciudad muy viva. Es el centro de negocios en Marruecos y la puerta de entrada para los negocios en África. Los marroquíes lo han logrado. Acaban de inaugurar un aeropuerto que se ha convertido en el segundo en tráfico de pasajeros de todo el continente. La idea de Casablanca como hub de África está muy madura. Siempre he defendido que, por la evolución de Marruecos, debe ser un socio económico y político privilegiado para Canarias. Como es de imaginar, la parte económica y comercial es muy importante para nosotros. España es, por sexto año consecutivo, el primer socio comercial de Marruecos con un volumen de negocio que llega a los 14.000 millones de euros. En 2018 fueron censadas más de 20.000 empresas españolas exportadoras a Marruecos, lo que supone el 10% de todas las empresas que exportan al mundo. Hay más de 800 empresas españolas en Marruecos. Esto es muy relevante y Canarias debe tenerlo muy en cuenta. Marruecos debe ser un socio estratégico para Canarias. Creo que hay muchas oportunidades y como he defendido estos últimos años, nuestra tricontinentalidad -ese concepto vago pero con potencial- podría apoyarse en Marruecos. Por simple geografía, los siete Consulados Generales de España en Marruecos reciben mucha presión pero tratamos de prestar el mejor servicio posible, no solo a los marroquíes que desean viajar a España sino a los españoles residentes o de paso por Marruecos.
-Marruecos, a pesar de estar tan cerca, sigue resultándonos muy lejano a los canarios, lo seguimos viendo como un país extraño, casi de leyenda.
-Comparto totalmente con usted esa apreciación. Marruecos es una paradoja de la geografía: ¡Tan cerca y tan lejos! Me atrevo a decir que tanto en Canarias como en el resto de España existen aún muchos prejuicios con Marruecos, mucho desconocimiento mutuo, aunque pienso que ellos nos conocen mucho mejor a nosotros y están más interesados en España que a la inversa. Las veces que he estado en Canarias estos últimos años, he descubierto con sorpresa que muchos en las islas –aparte de los prejuicios- tienen una imagen distorsionada y nada actualizada de nuestro principal vecino. Marruecos se ha transformado en una década. Y esto es importante para Canarias. Como digo, hay muchas oportunidades comerciales, turísticas, de inversión, para diversificar e internacionalizar nuestra economía.
-¿Cómo ve Canarias? ¿Qué le parecen los cambios políticos que se han producido en las islas estas últimas semanas?
-Siempre he visto a Canarias y su futuro con optimismo, pero sin negar sus problemas. Canarias vive un momento histórico de transformación, de oportunidades e ilusión. La suerte de este nuevo Gobierno, es la próxima suerte de Canarias. Le deseo lo mejor al nuevo Gobierno pues Canarias tiene muchos frentes abiertos, especialmente la parte social y necesitaba un cambio de rumbo. No podemos aceptar los índices de pobreza de nuestra tierra. Hay que mejorar y rápido. Hay muchos canarios que se están quedando fuera del sistema, se están quedando atrás y esto es inaceptable. La belleza de Canarias oculta muchas veces realidades sociales inaceptables. Mis amigos de fuera de Canarias no se creen los datos socioeconómicos del Archipiélago cuando se los cuento. Cuando llevo amigos a La Palma se quedan embobados con su belleza, pero cuando al tercer día les cuento los problemas estructurales y sociales de la Isla, no me creen. Queda mucho por hacer en Canarias. No debemos dejar a nadie atrás.
-¿Cuál es el siguiente paso en su carrera? ¿A qué país irá ahora?
-Los diplomáticos españoles tras nueve años en el exterior debemos regresar a Madrid por unos años. Me parece una norma lógica y razonable. Estar muchos años en el exterior te desconecta y te hace perder la perspectiva de lo que sucede en tu país en muchos ámbitos. Regreso a Madrid con mucha ilusión, a la sede central del Ministerio de Asuntos Exteriores donde me ocuparé, junto con otros compañeros, de las relaciones económicas internacionales con África y Oriente Medio.