El periodista palmero Luis Pérez entiende que un “buen corresponsal debe dar voz a las miles de víctimas de las guerras”

Aarón García Botín/Efe

Santa Cruz de Tenerife —

El periodista palmero Luis Pérez, corresponsal de Televisión Española en Moscú, afirma que para ser buen periodista hay que tener “inquietud, curiosidad y olfato” y entiende que un buen corresponsal, especialmente en zonas de conflicto, debe dar voz a las miles de víctimas inocentes que producen las guerras.

Luis Pérez nació en San Andrés y Sauces, en la isla de La Palma, y se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid pero, en una entrevista a Efe, reconoce que “si dijera que fue una vocación temprana, y que siempre quise ser periodista, mentiría”, pues nunca tuvo claro qué quería estudiar.

Por eso, y porque “le aterraba” tener que estudiar Económicas o Derecho, que fue lo que hizo “el 90 por ciento” de sus amigos, se buscó una buena excusa para marcharse a Madrid, estudiar periodismo.

Luis Pérez es periodista en Televisión Española desde 1997, la práctica totalidad de su carrera profesional, pero reconoce que para entrar tuvo “varios golpes de suerte”, pues al finalizar las prácticas de verano a las que asistía le hicieron un contrato de dos años, y justo cuando se le acababa aprobó unas oposiciones.

En estos años en TVE ha trabajado como corresponsal o enviado especial en países como Iraq, Irán, Líbano, Liberia, Chad, Afganistán o Serbia, desde 2008 a 2014 fue corresponsal en Bogotá (Colombia) y desde 2014 trabaja en la corresponsalía de Moscú (Rusia).

El trabajo de corresponsal, explica Pérez, consiste en hacer llegar la realidad de un país a la audiencia del medio para el que trabajas, “pues eres la voz y los ojos de tu empresa en ese destino, y no solo tienes que contar lo que ocurre sino también encontrar historias que otros no cuenten, que sean atractivas y que merezcan la pena”.

Opina que además para ser buen corresponsal, hay que añadirle “el amor por el país en el que vives”, pues cree que “no tiene sentido escribir en un sitio donde no quieras estar”.

Pérez explica que la rutina es simple, y no es distinta a la que se haría en otro lugar: leer la prensa, escuchar la radio, informarte, crear tu agenda, buscar temas y proponerlos, y a partir de ahí llega “otro trabajo”, convencer a tus jefes de que esa historia es lo suficientemente interesante para que tenga cabida en un telediario.

En Rusia, Pérez apunta que le tocó un período “convulso geopolíticamente”, aderezado por el papel de este país en la guerra de Siria, lo que ha hecho que buena parte de la información tenga que ver con asuntos vinculados a la geopolítica, aunque señala que siempre hay cabida para otras historias más relacionadas con la vida social y cultural del país.

Para Luis Pérez, cuando cubre conflictos siempre hay historias interesantes, pero explica que ni en Colombia, ni en Ucrania, ni en Oriente Medio cambia mucho la forma de afrontarlas, “porque en todas las guerras, allá donde se produzcan, siempre hay miles de víctimas inocentes y son sus voces las que tiene que oír el mundo”.

Aunque reconoce que en Siria “hubo un punto de inflexión” y es que allí, explica, el periodista es un objetivo de las partes en conflicto “porque no quieren testigos y porque te utilizan para presionar al país de turno y exigir un rescate”.

Confiesa que esa sensación de vulnerabilidad que se siente en Siria “no la he sentido en ningún otro sitio, tal vez solo en el Afganistán de posguerra o en algunas zonas de Irak”.

Y en contra de lo que podría parecer, revela que eso es algo que jamás le ocurrió en Latinoamérica ni en el conflicto del este de Ucrania pues las guerrillas, el ejército colombiano, los rebeldes prorrusos o los soldados ucranianos “no interfieren en tu trabajo si consigues llegar hasta ellos”.

El Premio Internacional de Periodismo 2012 o ser finalista del 31 Premio de Periodismo Cirilo Rodríguez suponen para Luis Pérez un reconocimiento a un trabajo, algo especialmente gratificante cuando quienes le premian son compañeros de trabajo, pero considera que más allá de eso, los premios no garantizan nada.

Admite que la situación del periodismo es “dolorosa”, por la situación laboral de los medios y la falta de independencia, dinero o tiempo pero indica que estas dificultades permiten al periodista esforzarse, más que nunca, en buscar historias interesantes.