La ceniza del volcán de La Palma amenaza con sepultar el Monumento de Fátima, una edificación erigida tras la erupción de San Juan (1949) en la zona de Las Manchas, como recuerdo de un hecho que se consideró un auténtico milagro. “Cuando el año 1949 la famosa erupción arrasó toda la comarca y amenazaba destruir la pequeña iglesia, el párroco Blas Santos Pérez, el alcalde y otros vecinos vieron con asombro cómo se desviaba la corriente de lava y quedaba intacto el templo”. Así plasmó el diario ABC lo acontecido por aquellos días y la intensión de construir “en el lugar donde solamente quedó un pino” el emblemático monumento.
Por ahora, el edificio que cuenta con una imagen de la virgen de Fátima de dos metros de alto se mantiene en pie, tal y como se puede contemplar en un vídeo filmado por un dron de la Policía Nacional, pero el manto negro de ceniza ya cubre los restos de la colada esquiva de San Juan, el frondoso pinar y los alrededores del Monumento que se encuentra a solo 500 metros del cono principal.
De este espacio destaca la imagen de la virgen de Fatima, una figura encargada por Blas Santos y esculpida en Santiago de Compostela (Galicia), en el taller del maestro Villaverde, que, según los periódicos de la época, “se negó a cobrar el importe de su trabajo, diciendo que lo regalaba en nombre de Galicia a La Palma, para renovar los lazos que unen a ambas comarcas”.
Aunque el volcán de San Juan entró en erupción el 24 de junio de 1949, en el cráter del Duraznero la emisión de lava se activó el 8 de agosto, arrasando durante dos semanas los vecindarios de Salto de la Aguililla, Culantrillo, Bernal, El Cantillo, Cercado y Las Lajas, y amenazando a Las Manchas y a su parroquia, San Nicolás de Bari, que data del siglo XVIII. Justo a la entrada al pueblo, donde hoy se encuentra el Monumento de la virgen de Fátima, el capricho de la naturaleza hizo que la colada se desviara hacia la derecha, avanzando por un lateral del pueblo. El prodigio lo atribuyeron a la virgen de Fátima, a la que le profesan una gran devoción en la isla bonita.
Por ahora, las lenguas de fuego de este nuevo volcán han respetado el monumento, aunque ya ha sepultado enclaves como el cementerio, y sigue avanzando, sin piedad, sobre los recuerdos de un lugar que un día sí se salvó del desastre.