La larga lucha de las mujeres

En la lista de UPC que encabezó Sagaseta en el 79, y en la que obtuvo escaño en las Cortes por Las Palmas, los seis puestos los ocupan hombres; y solo aparece una mujer como suplente tercera.

Si bien el tema de la igualdad formaba parte del alma profunda de ese mundo de la izquierda, al igual que en el resto de los partidos políticos de los 70 y 80, era exigua la presencia femenina entre los máximos dirigentes y, asimismo, en las listas electorales. Para que todavía algunos cuestionen el enorme impacto positivo que han tenido las cuotas impulsadas por Rodríguez Zapatero.

Su secundaria ubicación sucedió en el PUCC y, sobre todo, en proyectos más amplios y de gran éxito electoral, como UPC. En la lista que encabezó Sagaseta en marzo del 79, y en la que obtuvo escaño en las Cortes por Las Palmas, los seis puestos los ocupan hombres: Fernando Sagaseta, Manuel Bermejo, Ernesto Luján, Fernando Pérez, Enrique Caro Zamora y Sergio Hernández Ibrahím; y solo aparece una mujer como suplente tercera, Isabel Sánchez Martín.

En la que lideró Elfidio Alonso, por Santa Cruz de Tenerife, la primera mujer es Concepción Hernández, en el puesto seis, por detrás, además del sabandeño, de Francisco Tovar, Chago Blancas, Trino Mesa y Pablo Ródenas.

Menos radical, aunque muy alejada de la paridad, fue la situación dos años antes de FDI o ICU. En la lista del Frente Democrático de Izquierdas por las islas orientales, encabezada por Arcadio Díaz Tejera, había dos mujeres en los puestos tres y cinco.

Y en la de ICU en las islas occidentales, liderada por Francisco Tovar, los números dos y cuatro correspondieron a mujeres, María Jesús de Pablos (ORT) y Montse González (PUCC), aunque al parecer iba en representación de la ODM (Organización Democrática de Mujeres), dando así especial peso a este colectivo que más tarde se integraría en la Coordinadora Feminista.

En 1987, año en el que UNI concurrió en solitario a las autonómicas por Tenerife, la plancha que encabezaba Melchor Núñez contaba con dos mujeres en los lugares tercero y séptimo, Francisca Seguí Cano y María Ángeles Arbona.

Ayuntamientos

La situación de postergación de las mujeres en las planchas electorales se repetía en las listas a los ayuntamientos y a los cabildos.

En la exitosa lista que llevó a Bermejo a la alcaldía en Las Palmas de Gran Canaria en 1979 solo había dos mujeres entre los 10 concejales electos: Julia Chinarro y Chari Armas; más tarde, al correr la lista por alguna baja, entraría también Alicia Martín Fernández de la Torre.

Chari Armas, dirigente del PUCC y destacada feminista, asegura que “en el tema de la mujer había planteamientos igualitarios desde un principio, pero siempre se supeditaban los derechos de la mujer a temas prioritarios y urgentes, como vencer al franquismo. Siempre había algo primero. Claro que se produjeron conflictos entre mujeres y hombres. Y éstas iban de forma progresiva ganando espacios hasta entonces vetados. En la Universidad de La Laguna muchas mujeres ejercieron responsabilidades políticas en distintos partidos: en mi caso, fui responsable de las juventudes comunistas”.

Durante toda la existencia de PUCC, MIRAC o UNI ninguna mujer fue la máxima dirigente de las respectivas formaciones. Responsabilidad que recayó en Pablo Ródenas, y en los últimos años en Melchor Núñez, jugando papeles muy relevantes Fermín Delgado, Matías González, Gonzalo Rodríguez, Toño Hernández y Roberto Rodríguez Guerra.

Estructura autónoma

Para Pablo Ródenas, en el tema de las mujeres, todo lo que se hizo, como lo que aún se hace hoy, resulta insuficiente. Pero recuerda que fue uno de los primeros partidos, en Canarias y en España, que se atrevió a crear internamente una estructura estable y autónoma de mujeres para la formación específica, el debate y la dirección de las actividades feministas. “Y eso fue desde casi el primer momento, en septiembre de 1976: nunca lo olvidaré porque la primera reunión de mujeres coincidió con el día en que asesinaron a Bartolomé García Lorenzo y la gran manifestación espontánea que esa misma tarde se organizó”.

Asegura que de esa estructura de compañeras surgió la idea de crear junto a otras mujeres la Coordinadora Feminista, “que impulsó durante años las luchas de las mujeres canarias por sus propias reivindicaciones (desde el derecho al divorcio al derecho al aborto, etcétera) y muchas otras actividades, empezando por formarse y reeducarnos en cierto modo a los varones del partido”.

La rama juvenil

La formación de izquierdas contaba, a su vez, con su propia cantera. Gente muy joven que realizaba su actividad política en los institutos en contra del franquismo, reclamando la amnistía o cuestionando las leyes educativas. Y a su vez integrantes del movimiento feminista, del pacifista/antimilitarista o del ecologista.

En un primer momento fueron las JUCC (Juventudes de Unificación Comunista de Canarias). La elección del nombre, como ven, no fue objeto de un concurso internacional de ideas.

En ella jugaron papeles de dirección personas como Josechu López Molina, profesor de historia, Óscar Millares, más tarde bailarín del Ballet Clásico Nacional y coreógrafo, y Matías González, hoy profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

El cantautor Suso Junco, el psiquiatra Cecilio Hernández o el arquitecto José Setién -funcionario del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria- fueron destacados dirigentes de las JUCC.

 

Mocán

Con el cambio a MIRAC se generó una nueva organización, más flexible, denominada MOCÁN RJ (Movimiento Canario de Resistencia Juvenil). El nombre hacía alusión, al tiempo, al mocán, un árbol endémico de Canarias y Madeira.

En este colectivo estuvieron Juan Miguel Báez, economista que actualmente ejerce la docencia en la Universidad de Zaragoza, Josechu y Matías López Molina, Carlitos Suárez y Pablo Jerez, actuales integrantes estos dos últimos de Sí Se Puede Tenerife.

También Luis Guerra, luego docente, periodista y dirigente de Ben Magec, Roberto Déniz, funcionario del Servicio Canario de Empleo, José Antonio Corujo, Rosendo Ramírez o Álvaro Vázquez.

Por otra parte, UNI contó a finales de los ochenta con un colectivo estudiantil que trabajó fundamentalmente en el ámbito universitario: ENI (Estudiantes Nacionalistas de Izquierda). Tampoco, en esta ocasión, fue excesivo el esfuerzo para dar con la denominación adecuada.