La estampa que queda en el muelle de Arguineguín cuando se apagan los focos y terminan las visitas oficiales se repite desde hace cuatro meses: cientos de personas hacinadas duermen bajo carpas y en el suelo soportando un calor que no cesa. Esta noche, y pese a las 400 personas que han sido trasladadas al CATE de Barranco Seco en los últimos días, 592 personas volverán a dormir en el campamento de emergencia instalado por la Cruz Roja en este puerto del sur de Gran Canaria. El dato ha bajado en las últimas horas. En la noche de este viernes había 860 inmigrantes, la primera vez en aproximadamente dos semanas que el número de personas concentradas en el muelle bajaba de 1.000.
El paulatino desmantelamiento de lo que se ha convertido ya en un símbolo de la crisis migratoria en Canarias ha coincidido con un parón en las llegadas por vía marítima a Gran Canaria, que ha concentrado la mayor intensidad del flujo migratorio este año. En los últimos cuatro días, han llegado a Gran Canaria 67 inmigrantes, que fueron rescatados el miércoles.
Este sábado, después de un problema con las conexiones aéreas hacia El Hierro, el presidente del PP, Pablo Casado, cambió su agenda y visitó el muelle de Arguineguín. En la visita, que ha durado aproximadamente 30 minutos, ha culpado a Pedro Sánchez de provocar un “efecto llamada” al recibir en 2008 al Aquarius, que opera en el Mediterráneo. Casado no ha entrado a la zona de las carpas en las que se hacinan los migrantes, y ha asegurado que la Policía Nacional no le ha dejado entrar “siguiendo una orden” del Gobierno central.
El Ministerio del Interior ha negado a este periódico que exista tal orden. La cartera de Fernando Grande-Marlaska ha explicado que el PP realizó una petición, y desde la Delegación del Gobierno “se le ha respondido que el criterio que se está aplicando es que por razones sanitarias, de seguridad y de dignidad de los migrantes unido al correcto desarrollo de la labor policial, al igual que se ha aplicado a otras personas que lo han solicitado en los últimos días”.
Antes de que Casado llegara al muelle, un joven permanecía a las puertas del campamento observándolo desde fuera. Se trata de Tarek, que viajó desde Dinamarca esta misma mañana para intentar localizar a su hermano de 28 años que partió hace más de dos semanas desde Marruecos. “No sé si está vivo o muerto”. Cuando finalizó la comparecencia de Casado, Tarek se acercó para explicarle que estaba buscando a un familiar y que no había conseguido obtener ninguna información sobre él. “Buena suerte”, se limitó a decirle el líder de la oposición mientras le daba una palmada en el hombro.