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La frustración y el tapón en las pruebas de edad alimentan los conflictos en los centros de menores migrantes

Natalia G. Vargas

10 de febrero de 2021 11:35 h

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''Están meses entre cuatro paredes. La sobrecarga de los centros dificulta el trabajo de integración y hay adultos en espacios para menores''. Mame Cheikh, presidente de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC) y experto en inclusión de menores migrantes, apunta a estos factores como causantes de las tensiones que se han vivido en las últimas semanas en algunos centros de menores extranjeros no acompañados de Gran Canaria. El último episodio tuvo lugar este fin de semana en un recurso de Puerto Rico, que acabó con cuatro detenidos y destrozos en el centro. Fuentes de la Consejería de Derechos Sociales explican que uno de los causantes del altercado es probablemente mayor de edad y permanece a la espera de la prueba ósea. Cheikh, que dirigió durante tres años un centro de menores, insiste en que “conflictos en estos lugares ha habido siempre”, y valora que “la mala gestión del sistema” y el “interés” en poner el foco en los incidentes protagonizados por migrantes “exageran el problema”.

Los cuatro jóvenes detenidos organizaron un motín en el complejo en el que se alojan, que acabó con cristales rotos, agua y jabón en el suelo y mobiliario del centro en la calle. La Asociación Unificada de Guardias Civiles de Las Palmas ha solicitado a la Delegación del Gobierno el regreso de la GRS (Grupos de Reserva y Seguridad) de Tenerife a Puerto Rico. Fuentes del centro recuerdan que el origen de la revuelta fue un grupo concreto formado por posibles adultos y que el resto de personas alojadas ''estaban asustadas''. Asimismo, aseguran que las autoridades tardaron en llegar y que los daños al lugar podrían haber sido menores.

La Guardia Civil también intervino hace unas semanas en un complejo turístico habilitado como espacio de acogida para menores porque varios jóvenes hacían uso de la piscina. La Consejería de Derechos Sociales explicó pocas horas después que los migrantes denunciados llevaban conviviendo durante meses y tenían permiso para utilizar las zonas comunes del establecimiento. Fuentes del área que dirige Noemí Santana apuntaron que los jóvenes no tenían por qué usar mascarilla porque ''son como una familia''. ''Da igual que sean diez o cien. Viven juntos'', explicaron. La organización del recurso les dio permiso para bañarse en la piscina porque “hacía mucho calor” y, además, les habían recomendado no salir del complejo ante las amenazas y la organización de persecuciones a migrantes por parte de algunos grupos de vecinos de Gran Canaria.

El pasado 2 de febrero la Policía Nacional intervino en un centro del norte de Gran Canaria por un altercado protagonizado por un joven que, según fuentes del Gobierno de Canarias, “probablemente sea adulto”. En un vídeo que circuló en las redes sociales se observa a un grupo de agentes de la Policía Nacional arrinconando contra la pared a unos jóvenes. Uno de ellos permanece inmóvil tirado en el suelo y otros reciben patadas y bofetadas por parte de los agentes.

Pruebas de determinación de edad

El tapón en las pruebas de determinación de edad de los migrantes ha alimentado la sobrecarga en la atención de los menores extranjeros. Según los últimos datos del Gobierno de Canarias, entre 500 y 600 supuestos menores tutelados por la comunidad autónoma podrían tener mas de 18 años. El colapso forzó al Archipiélago a solicitar que las radiografías se practicaran también en las clínicas privadas. Así, el 25 de enero de este año, 1.727 personas seguían a la espera de que se les realizara la prueba que determinara su edad. Un 68% de las personas atendidas por el Ejecutivo regional (2.524) no se había realizado siquiera el examen óseo ni la ortopantomografía.

El Gobierno canario gestiona con la Fiscalía, la Policía, Sanidad y el Instituto de Medicina Legal una reordenación de las pruebas de edad que aún están pendientes de hacer para dar prioridad absoluta a 300 casos en los que sospecha que superan los 25 años.

La directora general de Protección a la Infancia, Iratxe Serrano, subraya que hay unos 300 casos en los que admite que caben dudas razonables de que puedan estar en el filo de los 18 años, pero también hay otros 300 en los que considera que hay “signos físicos evidentes” de que se trata de individuos que tienen “más de 25 años y, a veces, más de 30 e, incluso, más de 40”.

Estos 300 presuntos adultos que se camuflan como menores para evitar una deportación, asegura Serrano, están protagonizando “el 95%” de los incidentes y altercados que se están produciendo en los centros de menores y son una mala influencia para los verdaderos niños, porque no se someten a ninguna norma.

“Correr, comer y dormir. Eso es lo que hago todos los días. Pero yo quiero jugar en un equipo de fútbol y estudiar”, contaba Ousmane (nombre ficticio), un joven senegalés de 16 años. Mientras no se verifique la edad de estos posibles menores, no pueden ser escolarizados. Sin embargo, fuentes del Ejecutivo regional revelan que, aun con el resultado, no es sencillo asistir a un centro escolar público ante la escasez de plazas.

Mame Cheikh explica que en la denominada crisis de los cayucos de 2006 los jóvenes podían apuntarse en cursos, a pesar de que “solo podían quedarse con lo que quedaba”, aunque no fuera lo que les gustara. Según él, esto tampoco favorece la integración de personas migrantes en la sociedad, ya que muchos vienen con estudios que quieren continuar en Europa o con experiencia en sectores concretos. Para el experto, hay que aprovechar las fortalezas de las personas que llegan. “Pronto el continente necesitará de población joven”, augura.

Personalizar los proyectos migratorios

El presidente de la FAAC lamenta que la saturación de los centros de menores en Canarias deshumanice a los migrantes, “con proyectos diferentes”. Según los datos expuestos por Cruz Roja en el Senado este martes, casi el 15% de las personas que llegaron en pateras y cayucos a Canarias en 2020 son menores. Además, Gran Canaria concentró el 70,5% de las llegadas. Mame Cheikh apuesta por la personalización. Escuchar, atender y apoyar psicológicamente a personas que “han sufrido en el origen y durante la travesía”.

Para él, este proceso no puede hacerse de espaldas a las familias. “Es importante que ellos hablen a diario con sus familiares y amigos, pero también lo es que los educadores y trabajadores tengan contacto con los parientes'', propone. Mame Cheikh señala la comunicación y la información como herramientas para prevenir estrés y frustración. ''La improvisación en la gestión hace que sus futuros vayan cambiando sin que ellos entiendan ni sepan cuál es su situación”, concluye.