Mame Cheikh, un defensor de la integración que nunca olvidará a las siete personas enterradas sin nombre
Del aciago 2020 Mame Cheikh nunca olvidará la sepultura en un cementerio de Agüimes de siete de las 15 personas fallecidas en agosto en su intento de llegar a las costas canarias y de quienes sus cuerpos fueron encontrados en una embarcación a la deriva. “No sabíamos ni quiénes eran sus familias, ni cómo se llamaban, no sabemos si eran musulmanes o no, ni de dónde eran y tuvimos que enterrarlos”, recuerda con tristeza.
A Cheikh (Louga, Senegal, 1988) es fácil encontrarlo en las distintas acciones vinculadas al movimiento migrante en Canarias, como fue este entierro, en la concentración antirracista de este año o durante las semanas duras del confinamiento, junto a otros compañeros, repartiendo alimentos para las familias de origen africano afectadas por la pandemia. Es, además, el presidente de la Federación de Asociaciones Africanas de Canarias (FAAC). Su formación, experiencia e implicación con las personas migrantes le han dado una valiosa perspectiva a la hora de afrontar esta última crisis migratoria de Canarias, de la cual se pueden extraer posibles soluciones para el futuro. Sin embargo, el renacimiento de la ruta canaria también le ha proporcionado recuerdos amargos que serán difíciles de borrar.
Como por ejemplo, las imágenes del muelle de Arguineguín, donde llegaron a dormir 2.600 personas en un espacio para 400, sin duchas y alimentándose con tres bocadillos diarios durante dos semanas. “Ya sabemos que los chicos cuando llegaban ahí se les han vulnerado los derechos humanos. Y ver la impotencia de los chicos, cómo te miraban, la inquietud que tenían, que no sabían qué hacer… Esas son imágenes que se han repetido en mi cabeza”, se lamenta.
La reapertura de la ruta canaria le deja estas imágenes genéricas pero también muchas historias particulares. Algunas desafortunadas porque tocan a las familias y a los menores y que al presidente de la FAAC le han impactado, como los casos de las madres a las que les quitaron a sus hijos al desembarcar en las Islas. “He recibido llamadas de padres que querían recoger a sus hijos y no podían. O también historias de chicos que a lo mejor llevan aquí mucho tiempo pero no los dejan salir e ir con sus familiares que están en otra parte de España”.
Cheikh aplicaría una dosis de realismo a la hora de buscar soluciones. Sostiene que los problemas de algunos países africanos no se pueden resolver de un día para otro. Por lo tanto, lo único que puede hacer Canarias es esperar la llegada de más personas y tener recursos suficientes, tanto humanos como materiales y definir un protocolo claro de actuación. “Canarias debería aprender bastante porque creo que con el tema de la migración y de la pandemia, los canarios se han dado cuenta de que están muy lejos de España y muy cerca de África”, enfatiza.
Además, “a los inmigrantes hay que individualizarlos, escucharlos, ver qué quieren realmente”. Pero sobre todo, Cheikh aporta de manera muy enfática que las políticas de integración deben contar con los saberes y experiencias de los africanos. “Cuando los chicos ven que llega alguien de la FAAC sienten confianza y un alivio, porque las personas de la federación los pueden entender y hablar con ellos. Por eso, hay que implicar a los africanos en los centros de acogida, en la integración y en cualquier recurso que trabaje la integración”, zanja. Pero este trabajo, según Cheikh, no debe tener como único destinatario a la población migrante. “En la integración también los nacionales aprenden porque los inmigrantes traen su cultura, su civilización aquí. No hay que forzar que la integración debe ser solo para el inmigrante; la integración también tiene que ser para todo el mundo, para conseguir un mundo mejor”, subraya.
0