Los obispos de Canarias plantan cara al racismo y la xenofobia en las Islas con una emotiva y contundente carta pastoral
Los obispos de las Diócesis de Canarias y Nirvariense, José Mazuelos y Bernardo Álvarez, respectivamente, han publicado una carta pastoral ante la celebración de la Iglesia Católica, el próximo 15 de noviembre, de la IV Jornada Mundial de los Pobres, en la que piden al Gobierno europeo y español no crear guetos insulares para evadir el problema migratorio.
Ambos representantes de la Iglesia en Canarias se pronuncian así ante la llegada de miles de inmigrantes al archipiélago, que se viene produciendo en los últimos meses, y que consideran debe implicar que la sociedad en general reflexione y tome conciencia sobre la “situación de pobreza y vulnerabilidad que viven estas personas”, al tiempo que invita a ponerse “manos a la obra para que nadie se sienta marginado o despreciado, sino que todos experimenten la acogida, la atención y el respeto que como personas humanas se merecen”.
En este sentido, y apoyándose en reflexiones del Papa Francisco, hacen un llamamiento para crear la cultura del encuentro y superar la fobia al extranjero, así como piden luchar contra las mafias y favorecer el desarrollo de los países de origen porque, apuntan, que “solo cuando cese la injusticia actual del comercio internacional, cuando cesen las guerras inducidas en países con riquezas mineras, cuando los dictadores que expolian a su pueblo dejen de contar con la complacencia de gobiernos y empresas multinacionales, cuando cese el comercio de armas, la inmigración de ciertas zonas del mundo se podrá regular”.
Así, en su carta pastoral subrayan que muchos de los migrantes “no iniciarían un viaje tan incierto” si en sus pueblos y países se vivieran situaciones “más justas”. Por ello, una vez que llegan a un destino consideran que debe producirse un “equilibrio adecuado” entre la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes.
Además, haciendo referencia a lo emitido por el Papa Francisco, citan algunas “respuestas indispensables” para quienes huyen de las “graves crisis humanitarias”, tales como son “aumentar y simplificar la concesión de visados; abrir corredores humanitarios; garantizar la vivienda, la seguridad y los servicios esenciales; ofrecer oportunidades de trabajo y formación; fomentar la reunificación familiar; proteger a los menores; garantizar la libertad religiosa y promover la inclusión social.
'Cruz de Lampedusa'
Asimismo, ambos obispos indican que la llegada de inmigrantes a Canarias es motivo para tener presente la Cruz de Lampedusa, que fue realizada por el artista italiano Franco Tuccio con trozos de madera de las embarcaciones que habían naufragado en la isla, así como las palabras del Papa en las que pedía “no” seguir viviendo “anestesiados ante el dolor ajeno”.
En este sentido, invitan a la sociedad a sensibilizarse ante la muerte de los que viajaban en las barcas, de “esos niños, jóvenes y adultos que han enterrado sus sueños y sus vidas en las aguas del Atlántico” porque, puntualizan, “nunca” se sabrá “cuantos miles de personas han perdido sus vidas de manera trágica y dramática entre las dos orillas” en estos últimos años.
Además, consideran que se ha olvidado la “experiencia de llorar, de sufrir con” porque la globalización de la indiferencia “ha quitado la capacidad de llorar”, algo que, aseguran, hace que en la Iglesia se sienta un “profundo dolor y la impotencia de ver cómo muchos hermanos mueren frente a las costas” de los pueblos y ciudades “sin que parezca” que se haya hecho “lo suficiente para evitarlo”.
“Mirar uno a uno” a quienes llegan
Por ello, instan a trabajar “contra la globalización de la indiferencia” e invitan a saber “mirar uno a uno a esos hombres, mujeres y niños” que llegan a las costas, así como hacer propio “sus sufrimientos tras haber huido de la guerra, de las persecuciones, del hambre y haber afrontado un largo y peligroso viaje por el desierto y el mar en manos, tantas veces, de traficantes de seres humanos”.
El obispo de la Diócesis de Canarias y el de la Nivariense subrayan que los inmigrantes “son personas como cualquiera de nosotros, con nombres, historias y familias”, de ahí que rechazan “todas las voces que siembran confusión”, tanto desde la política como desde plataformas mediáticas.
“Hay que exponer la verdad y decir que los que llegan en las pequeñas embarcaciones son sólo una pequeña parte, que no llega al 10% del total de la población inmigrante empadronada y residente en España. Hay que contar un relato real y positivo de las migraciones, ya que habitualmente se silencia la aportación positiva que la inmensa mayoría de los inmigrantes hacen al país que los acoge. La contribución que aportan los inmigrantes abarca todas las dimensiones: la economía, la demografía, la cultura, y la propia vida religiosa, rejuveneciendo y revitalizando muchas parroquias y comunidades”, apostillan.
“Rejuvenecer con sangre nueva a la vieja Europa
Así, resaltan que quienes llegan de fuera, traen un “inmenso tesoro, rejuvenecen con sangre nueva” la “vieja” Europa y abren el “desafío de la diversidad”. Exponen algunas aportaciones “notables” de los inmigrantes en la sociedad paliando el envejecimiento o “muchas mujeres inmigrantes están siendo la voz y las manos de ternura” de niños, enfermos o ancianos; a lo que añaden que otros son jornaleros del campo que recogen “una riqueza que no se ve correspondida con las condiciones laborales que sufren”.
“Y todos ellos con el testimonio de sus vidas, su valentía y su disponibilidad para afrontar peligros buscando un mundo mejor. Son un ejemplo de esperanza para nuestra sociedad pesimista y ciega ante el futuro”, destacan.
Ángeles de la guarda
Asimismo, ambos obispos tienen un reconocimiento para todos los que rescatan y salvan vidas, citando al Servicio Marítimo de la Guardia Civil, de Salvamento Marítimo, todos “auténticos ángeles de la guarda en medio” de los mares.
En relación con ello, desean que “esa humanitaria labor de socorrer y salvar vidas siga contando en la frontera sur con un apoyo decidido” por parte de los diferentes gobiernos.
Además, destacan la labor de la Policía Nacional, del personal de la Cruz Roja y de la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR) que, junto con los voluntarios y miembros de Cáritas y de otras organizaciones humanitarias, ayudan a “evitar la globalización de la indiferencia” poniendo en práctica la parábola del buen samaritano: “Él se detuvo a salvar la vida del pobre hombre golpeado por los bandidos sin preguntarle cuál era su procedencia, sus razones de viaje o si tenía sus documentos en regla. Simplemente decidió hacerse cargo y salvar su vida”.
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