Entrevista
Sani Ladan, activista: “España no reconoce su pasado esclavista y colonial porque es un pasado manchado de sangre”

Sani Ladan, autor de 'La Luna está en Duala y mi destino en el conocimiento'.

Alicia Justo

Las Palmas de Gran Canaria —
2 de junio de 2023 22:48 h

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La historia de Sani Ladan comienza con un sueño: el anhelo por estudiar. O quizá comienza antes, en la infancia disfrutada en las calles de su barrio de Duala (Camerún), salpicada de árboles de mangos y donde se sucedían los partidos de fútbol entre amigos y las buenas charlas alrededor de un té. Pero también las memorias de Sani Ladan (activista antirracista, especialista en migraciones y licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Loyola de Andalucía) son el espejo de la crueldad de la política migratoria europea.

Su historia y las reflexiones que hace de ella misma están recogidas en su primer libro La luna está en Duala y mi destino en el conocimiento, el cual ha venido a presentar en Casa África en Las Palmas de Gran Canaria gracias a CEAR Canarias y en la Universidad de La Laguna (ULL) gracias a la Fundación para la Innovación, la Formación, la Investigación y el desarrollo Comunitario (FUNDEC).

En una terraza de la Playa de Las Canteras en la capital grancanaria, con el marco de un océano Atlántico que también baña su ciudad natal, el activista se dispone a atender a la primera de las entrevistas que tendrá en una mañana frenética. Frente a él, disfrutan turistas del norte de Europa bañándose en esas mismas aguas que han rozado los cuerpos de las víctimas de esta frontera sur. De tragedia y resiliencia migrante sabe bastante Sani Ladan, quien profundiza en esta conversación en la cuestión vital de las personas que cruzan fronteras para llegar a suelo europeo poniendo el acento en la política migratoria europea, en la Ley de Extranjería o en el negacionismo racista de España.

A lo largo del libro describes con bastante detalle ciertos paisajes y conversaciones. ¿Cuándo comenzaste a escribirlo?

Siempre me ha gustado reflejar lo que hago. Incluso durante el camino, cuando he podido, porque tampoco es un viaje turístico, he ido escribiendo. Pero realmente, este proyecto empezó en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Tarifa. Mi idea era reflejar lo que se estaba viviendo en el CIE, porque el CIE es una zona con mucha opacidad donde prácticamente nadie tiene acceso, donde hay muchos abusos, muchas vulneraciones. Yo pensé que todo esto tenía que ser contado. Pero para mí, como parte de mi memoria. Después sentí la idea de compartirlo, pero alejándome de los morbos.

El capítulo sobre tu estancia en el CIE es de los más duros. ¿Puede ser la existencia de los CIE y la posterior deportación, en muchos de los casos, la encarnación más extrema de la deshumanización que viven las personas migrantes en suelo español?

Hay muchas cosas. Es verdad que en mi caso, los dos meses que pasé en el CIE de Tarifa fueron los peores de todo lo que llevo en España. No hay nada que lo haya podido superar y eso que yo he estado en la calle. Pero nada ha podido superar esto por la cantidad de abusos, vulneraciones, torturas a nivel psicológico y por el desgaste emocional y psicológico. Sin embargo, hay gente que no ha pasado por el CIE, pero que estando aquí ven vulnerados sus derechos, ya sea por la propia Ley de Extranjería, que como digo siempre no está pensada para incluir sino para excluir, y muchas veces por la propia estructura de la administración. Por ejemplo, el tema de las citas en Extranjería para renovar el permiso de residencia o las citas para empadronarse, que cuando son personas de origen migrante es muy difícil. No sé cómo está la situación en Canarias, pero en la Península hay gente que ha perdido sus trabajos porque no ha podido renovar su permiso de residencia o le han cerrado su cuenta bancaria. Esto hay que entenderlo como algo estructural, no como un hecho más, porque no nos podemos imaginar que no haya citas para renovar el DNI de los españoles; sería un escándalo. Pues en Extranjería no hay citas. Y ahí se crea lo que muchos llaman mafia. Gente que se dedica a juntar las citas de extranjería para venderlas a los inmigrantes. Es decir, los migrantes que primero viven en situaciones de precariedad se ven obligados, porque la administración no pone medios para poder facilitar el acceso a la cita, a pagar citas por 200 euros.

En el libro haces mención a todo el entramado que gira en torno a los visados. Este tema es bastante desconocido. ¿Cómo esa opacidad juega a favor de la creación de las mafias (esa palabra a la que tanto se alude desde Europa) y, por consiguiente, de la muerte de miles personas que migran?

La gente de aquí no puede tener idea del entramado que hay detrás de los visados porque simplemente no saben lo que es ir a pedir un visado. Y si tienen que pedirlo se lo dan el mismo día o tienen facilidades para conseguirlo. Pero para mucha gente, sobre todo para la gente del sur global, conseguir un visado y poder viajar de manera legal es muy difícil. Yo he escuchado a la gente de aquí decir que por qué no vienen legalmente. Ojalá. Ojalá hubiese vías legales y seguras donde una persona que quiere venir a España o a cualquier otro país vaya al consulado, pida el visado y se lo den. No solo es que hay opacidad, sino que no hay ningún criterio objetivo que te diga que si traes determinados documentos, te dan el visado después de pagar las tasas. Hay gente que se gasta muchísimo dinero y al final le deniegan el visado, no se le explica el porqué, no hay medios para recurrir. Es una vulneración flagrante, incluso en el propio ordenamiento jurídico español. Esto crea el hecho de que si a través de una embajada o un consulado no puedes acceder a solicitar un visado, porque sabes que no te lo van a dar, pues buscas vías alternativas. Ahí es donde surgen lo que ellos llaman mafias. Por eso digo muchas veces que cuanto más restrictiva es la política migratoria, más mafias se van a crear. Es proporcional. Es decir, las mafias se nutren evidentemente de las políticas migratorias restrictivas. Porque si hubiese vías en las que una persona va al consulado, solicita su visado y hace su viaje, ¿quién recurriría a la mafia? Absolutamente nadie.

¿Este bloqueo es arbitrario o deliberado?

No podemos analizar lo que ocurre en la política migratoria sin ponerle un toque de perspectiva racial. En 2015 nos dijeron durante la mal llamada crisis de los refugiados que Europa no podía acoger toda la miseria del mundo. Pero la misma Europa que dice esto es la que rescató una directiva que era de 2008 para dar una acogida digna a millones de refugiados ucranianos; es decir, el discurso de que no hay sitio para todos, no cabe ya. Esto claramente tiene un componente racial. ¿Por qué se da una acogida digna a los refugiados ucranianos cuando llevamos años pidiendo esto mismo para otros refugiados que vienen huyendo de conflictos? Pues porque son blancos, con ojos azules y rubios.

Pero también hay una parte de la sociedad que se escuda en que España y Ucrania guardan más semejanzas a nivel cultural.

Cuando me dicen eso lo primero que le pregunto a la persona es que me diga la comida típica de Ucrania o un escritor famoso. Nadie te lo va a decir. Antes del conflicto en Ucrania había gente que no sabía ni situarla en el mapa. Y te digo más, está más cerca culturalmente un español de una persona de Guinea Ecuatorial que de un ucraniano. Guinea Ecuatorial hasta los años 60 era una provincia de España. Ahí hay un componente racial. Que lo quieran aceptar o no, la evidencia está ahí.

En 2021 participaste en la elaboración del informe Vulneraciones de derechos en la frontera sur: Canarias y Melilla, de la Asociación Irídia. ¿Qué fue lo que más te impactó de tu estancia en las Islas?

Me impactó mucho Arguineguín. Lo veíamos en la tele, pero llegas ahí y ves la llegada, el trato, ver que lo que es ley después no lo era o cómo se buscaba aplicar, hacer nuevas leyes para impedir el traslado de las personas que querían ir a la Península o la respuesta de una cierta parte de la sociedad. Ahí te das cuenta de que dependiendo de quién migra, la ley de la migración, la política migratoria puede ser flexible, se convierte en un chicle. Intenté hacer un análisis comparativo con lo que ocurrió en 2005-2006 y prácticamente era lo mismo. Un país que es la puerta entre África y Europa, un país de llegada de migrantes que no tiene una política estructural para dar respuesta a este tipo de situaciones sino que tira de improvisaciones. Una política que intenta hacer cosas coyunturales para solucionar cosas que son estructurales. La política migratoria debe ser una política proactiva y no una política reactiva. Y España siempre ha pecado de utilizar una política reactiva en el tema de la migración.          

Hemos presenciado últimamente que la cuestión del racismo se ha situado en el centro del debate en nuestro país. ¿Por qué a España le cuesta tanto reconocer su racismo?

Porque ser racista no es bueno. Pero nadie enseña a no serlo. A la gente le duele más que le digas que es racista que serlo. España está todavía en la fase de negación, ya sea por toda la relación histórica o el tema de los privilegios. Si hay algo que tienen los privilegios es que nadie que disfrute de ellos quiere que se acaben. Y cuando señalas el racismo estás pidiendo un trato igual y cuando pides un trato igual, una persona privilegiada se siente amenazada. Hay países que ya han avanzado en eso, que empezaron con la fase de negación y luego vino el reconocimiento y después la reparación. Y España todavía está en la fase de negación. Yo digo muchas veces que la gente no está preparada aún para este debate, porque cuando dicen que Vinicius provoca eso es porque quieren al buen negro, al negro de la casa, como decía Malcon X. Pero al negro que se levanta y quiere hacer oír su voz, a ese negro no lo queremos. Al negro lo queremos bailando, corriendo detrás de un balón, pero dócil. Ese es el buen negro.

Estamos en 2023 y aún España no tiene una ley integral contra el racismo, pero hay leyes para todo, hasta de protección animal. Y no digo que no deba existir, pero esto dice mucho de este país. No se trata de comparar, sino de que como decía Angela Davis, Europa ya no es blanca. Tienen que admitirlo. Y lo que vemos dentro de la sociedad es un resultado histórico: quien siembra colonización recoge migración.

De la misma manera que a España le cuesta reconocer su racismo, ¿por qué es reticente a contar y reconocer su historia colonial y esclavista?

España siempre ha dicho que sus últimas colonias fueron Cuba y Filipinas. Mentira. Guinea Ecuatorial es más reciente y el Sáhara aún queda por descolonizar. El hecho de no reconocer el pasado histórico es porque es un pasado manchado de sangre. Hay gente que dice que por lo menos se mezclaron y que los británicos no se mezclaban. Pero, ¿cómo se mezclaban? A través de violaciones. O dicen que ha habido mestizos. Pero esos mestizos fueron fruto de violaciones. Yo creo que si estas personas supiesen realmente la historia les daría incluso vergüenza decir que se mezclaban. Entonces es una historia manchada de sangre que necesita mucho valor para poder ponerse delante del espejo, reconocerla y salir de la negación, para que una vez que se reconozca, se busque un proceso de reparación. Porque la reparación se hizo con el pueblo judío después de la Segunda Guerra Mundial, pero claro el pueblo judío es blanco. Alguien me dijo hace unos días que la historia hay que olvidarla. Pero, ¿quién dice que la historia hay que olvidarla? El que se benefició de la historia, el que hoy en día disfruta de unos privilegios que le otorgó esa historia. No podemos poner la historia de lado, porque sin esa historia no podemos entender la estructura. Lo que vivimos hoy, la estructura y jerarquización racial, es el fruto de la historia.

En algunos países africanos se están viviendo procesos de protesta contra aquellos gobernantes que ponen en riesgo la democracia, como el caso de Senegal. Esto puede ser esperanzador, pero, ¿no da vértigo al mismo tiempo?

Lo digo siempre: el futuro del planeta se va a jugar en el continente africano. Basta con mirar a nivel geopolítico las jugadas que hacen las grandes potencias. Todos están en África y cuando digo todos es todos. Hasta las potencias emergentes como Turquía o Japón. En el pequeño país de Djibouti, que si miras en el mapa a veces ni siquiera aparece, están las bases militares de todas grandes potencias. Djibouti está en una zona estratégica, en el estrecho de Bab al-Mandab, por donde pasa prácticamente el 70% del comercio mundial. Pero además en África hay ahora como una revolución intelectual de la nueva generación de africanos que está luchando para acabar con el neocolonialismo. Esto hace que temas que antes en África no se hablaban ahora estén saliendo. Por ejemplo, se habla de acabar con el Franco CFA, que es una moneda colonial impuesta por Francia y que a día de hoy hay 14 países africanos que la utilizan, algo que curiosamente nadie lo sabe, ni en Francia. Esa nueva generación de africanos está poniendo encima de la mesa esos debates para cambiar esa relación asimétrica que ha existido siempre entre África y Europa, para hablar de esa falta de respeto que ha caracterizado la relación entre África y Europa. Esto no es conocido aquí porque no interesa. Y no interesa porque los políticos de aquí se encargan de que la gente no se interese sobre lo que ocurre en África. Si preguntas a la gente qué sabe sobre política exterior de España poca gente te lo dirá, pero esa política exterior es la que marca muchas veces la vida de las personas que cogen la embarcación para venir aquí.

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