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Un menor en medio de una noche de revueltas en el campamento para migrantes de Las Raíces

Natalia G. Vargas

La Laguna —
6 de abril de 2021 22:16 h

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Amin (nombre ficticio) observaba este martes el interior del campamento tinerfeño de Las Raíces a través de un pequeño hueco del portón principal. En un bolsillo guarda su teléfono móvil. En otro, su partida de nacimiento de Senegal que prueba que tiene 17 años. Sus ojos ya han normalizado la presencia de la Policía Nacional dentro del recurso de acogida en el que vive desde hace meses, aunque a veces se pregunta “por qué van tantos agentes hasta para las pequeñas peleas”. Lo contrario le sucedió en la noche de este lunes a Mamadou*, un senegalés de 24 años. Lleva en el mayor centro de migrantes de Canarias desde que este abrió sus puertas el 5 de febrero, y ha presenciado decenas de conflictos. Sin embargo, la tensión que vivió anoche unida a su desesperación por llevar más de seis meses en Canarias sin poder enviar dinero a su familia hizo que saliera del campamento de madrugada, descalzo. “Por favor, necesito ayuda y soluciones. Aquí hay muchos problemas”.

A Mamadou le tiembla la voz cuando recuerda la “batalla campal” que vivió anoche el recurso de acogida gestionado por Accem e instalado por el Ministerio de Migraciones en La Laguna. “Creo que eran las 22.30 horas, porque yo ya estaba durmiendo. De pronto, otros migrantes entraron en mi carpa y empezaron a romper cosas”, cuenta. En cuanto pudo, el joven senegalés salió del centro con lo puesto para pasar la noche en el exterior.

Según fuentes de Accem, la pelea se originó en el comedor durante la cena. “Primero empezaron a pegarse dos o tres personas y luego el conflicto se propagó por toda la instalación”, detallan estas fuentes. Varios senegaleses y marroquíes protagonizaron un enfrentamiento con piedras y palos que dejó varios heridos y desperfectos en los coches de algunos voluntarios. La revuelta se prolongó hasta las 14.00 horas de este martes.

En mitad de la noche, la Policía Nacional entró en el recurso con escudos y lanzando pelotas de goma. Según datos de la Delegación del Gobierno, ocho migrantes fueron detenidos. La Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife ha explicado que al menos 16 personas requirieron atención sanitaria tras los disturbios. Entre las personas que fueron detenidas está Adou, un joven mauritano solicitante de protección internacional que “grababa con su móvil lo que estaba ocurriendo”, según cuentan algunos de sus compatriotas.

Los fotoperiodistas también se encontraron con obstáculos para grabar, ya que la puerta del campamento permaneció cerrada durante toda la intervención policial y los guardias de seguridad del recurso se colocaron en las rendijas que permitían observar el interior. “Cerramos inmediatamente la puerta cuando pase el segundo furgón”, ordenó uno de los agentes a los guardias en la mañana de este martes.

La Asamblea de Apoyo a Migrantes de Tenerife ha difundido un vídeo del interior del recurso en el que se pueden ver las escaleras de acceso a la enfermería manchadas de sangre. Los activistas insisten en que la escasez de comida y la convivencia de miles de personas en carpas generan “un caldo de cultivo insostenible”. 

Desde que se inauguró el centro con más capacidad de Canarias, con al menos 2.000 plazas, los usuarios criticaban la calidad de la comida y la lentitud en el reparto. Una deficiencia que reconoció Accem, la ONG contratada por el Gobierno de España para gestionar el espacio. En declaraciones recogidas por Europa Press, la organización aseguro que buena parte de los conflictos que se generan dentro del espacio son por la comida, servida por la empresa Serunion, y por el agua fría de las duchas. Según Accem, sus reivindicaciones para obtener una nueva caldera y para mejorar el servicio “son constantes desde los primeros días de apertura del macrocentro”, pero la situación no ha cambiado.

A menos de dos semanas para que comience el Ramadán, los migrantes musulmanes acogidos en Las Raíces creen que la situación será “cada vez más tensa”. “Nosotros queremos que nos dejen seguir nuestro camino. En el Ramadán pasamos el día sin comer, y si cuando llega la noche tenemos que esperar tres horas en una fila para que llegue nuestro turno, la tensión será mayor”, cuenta Abdourahman, un hombre mauritano que no salió de su carpa durante toda la noche para evitar problemas.

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