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Así son los campamentos de migrantes instalados en Canarias

“En un tiempo récord, hemos desplegado plazas propias suficientes para atender la emergencia ante una crisis migratoria en tiempos de COVID-19”. Con estas palabras, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, celebraba en su cuenta de Twitter que esta semana una nave cedida por Bankia y ubicada en Las Palmas de Gran Canaria comenzaba a albergar migrantes. Es el último de los seis espacios que el Gobierno central presentó el 20 de noviembre, cuando anunció el Plan Canarias, que habilitaría 7.000 plazas distribuidas entre Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura. Mientras que las protestas se han sucedido en algunos campamentos por la escasez de comida y el agua fría de las duchas, en otros, los migrantes han terminado integrándose y los vecinos y vecinas de la zona han cambiado “piedras por chocolate”, percibiendo a los recién llegados como unos vecinos más. 

El Ministerio ha tardado casi cuatro meses en disponer de unos emplazamientos que define como “temporales”. El 15 de febrero fue la fecha que fijó Escrivá para que todos los recursos estuvieran en funcionamiento durante una entrevista en enero, en la que reconoció que el operativo había sufrido retrasos “por algunos problemas”. Esta iniciativa ha sido la respuesta en materia de acogida del Gobierno central ante la llegada por la ruta canaria de más de 23.000 personas durante 2020, cuando el muelle de Arguineguín se convirtió en el símbolo de la crisis institucional para gestionar las migraciones hacia las islas y se habilitaron como medida de emergencia establecimientos turísticos al sur de la isla que permanecían cerrados por la pandemia de la COVID-19. 

Durante su comparecencia en el Senado este jueves, Escrivá anunció que a finales de marzo los cerca de 1.800 inmigrantes que permanecen alojados en hoteles serán trasladados a los campamentos, donde las condiciones de acogida tienen “los mejores estándares”. Sin embargo, en varios de los recursos habilitados se han sucedido protestas y huelgas de hambre para denunciar sus deficiencias, como inundación de aguas fecales, escasez de comida, hacinamiento o la ausencia de medidas contra la COVID-19. Y en prácticamente todos los espacios los migrantes han manifestado su rechazo a permanecer en los emplazamientos y su deseo de continuar a su proyecto migratorio fuera de las islas. Algunas de las personas ubicadas en estos recursos ya han podido avanzar sus trámites para solicitar el asilo y pronto podrán viajar a la Península por ser considerados perfiles vulnerables. 

Colegio León: 630 plazas

Fue el primero de los seis campamentos anunciados en comenzar a albergar migrantes. Cedido por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria al Ministerio de Migraciones, el Colegio León empezó a funcionar como recurso de acogida el 18 de diciembre con 300 plazas y doce carpas. Desde octubre vecinos del barrio de El Lasso manifestaron su rechazo durante una visita de Escrivá y el alcalde Augusto Hidalgo, al que increparon al sentirse engañados por ofrecer el espacio para usos humanitarios “y no para sus hijos”. La mecha de la xenofobia y el racismo fue creciendo y el 30 de enero, decenas de personas se manifestaron a las afueras del CEIP León y lanzaron piedras al interior del recinto y personas alojadas en el emplazamiento relataron a elDiario.es las agresiones sufridas, que también han confirmado representantes de Cruz Blanca, de los Hermanos Franciscanos y encargada de su gestión.

“Nos queremos ir de aquí”, contaba Abdul Jalil a este periódico en el mes de febrero, explicando por qué desde hace días colgaban en la fachada del antiguo colegio pancartas en las que podía leerse “la inmigración no es un crimen, también somos seres humanos” o “la muerte es mejor que la devolución”. Sin embargo, en marzo ya alberga a unas 400 personas alojadas en las carpas y en el interior del recinto. Las pancartas han desaparecido y los vecinos de la zona han visto cómo algunos de los migrantes decidieron arreglar jardines o pintar la fachada del centro. “Han cambiado las piedras por caramelos”, han comentado a esta redacción fuentes de Cruz Blanca, fundación que los migrantes ensalzan por su buen trato, pues ninguno ha manifestado quejas por la comida, las duchas o el espacio que comparten. “Son seres humanos, también tienen derecho a una vida digna”, comentaba una vecina del barrio en los alrededores del campamento por el que los migrantes pasean.

Canarias 50: 1.190 plazas

El acuartelamiento del regimiento de infantería Canarias 50 fue cedido por el Ministerio de Defensa a Migraciones y el 15 de enero se habilitó una primera zona del espacio con capacidad para 442 plazas, bajo la tutela de Cruz Roja. Rodeado de altos muros coronados con alambres de espino, está ubicado junto al polígono industrial de El Sebadal, en el barrio capitalino de la isleta y le separan 13 kilómetros del Colegio León. No habían pasado ni dos semanas desde que comenzara a albergar migrantes y parte del emplazamiento se encharcó con aguas fecales durante una fuerte tormenta en la capital grancanaria. Un reboso del alcantarillado provocó que el agua entrara dentro de una de las carpas y llegara por encima de los tobillos. Tras estos hechos, los migrantes exhibieron una pancarta anunciando una huelga de hambre que fue suspendida muy poco tiempo después.

“Los echaron, los tiraron a la calle”. *Mohamed está en el Canarias 50, pero la suerte cambió para otras 62 personas que hasta el 26 de febrero tenían plaza en el recurso de acogida. Ese día se debía trasladar a dicho grupo de un sector del centro a otro, según explicó Cruz Roja, pero tras resistirse a obedecer quedaron en situación de calle sin posibilidad de ser readmitidos. Sin un techo, los migrantes pasaron esa noche al raso, bajo el frío y la lluvia y solo cobijados con las mantas que les proporcionó la plataforma solidaria Somos Red, que desde entonces, junto a vecinos y vecinas, se encarga de ofrecerles alimento, acompañamiento o incluso acogida. Hay quien continúa acudiendo a las puertas del recinto a pedir la readmisión, pero una y otra vez recibe la misma respuesta: si has estado 72 horas fuera, no puedes regresar. 

Nave de Bankia: 500 personas

A la entrada, dos carteles dan la bienvenida en español y en árabe. Durante el 17 y el 18 de marzo han sido trasladadas unas 80 personas desde el sur de Gran Canaria hasta una nave cedida por Bankia, ubicada en el polígono industrial de El Sebadal. Aunque su capacidad es de hasta 500 personas según el Ministerio de Migraciones, en un primera fase las plazas no superarán el centenar, que están distribuidas en módulos en lugar de carpas. Los primeros residentes han sido recibidos con un kit de bienvenida, con un cepillo de dientes, mantas y otros elementos de higiene personal. 

En las inmediaciones del recinto, durante un descanso, personal de Cruz Blanca, fundación encargada de la gestión del emplazamiento, charla con varios de los chicos sentados en las escaleras de la entrada. “Aquí estamos bien”, dice Oscar en español, uno de los cuatro idiomas en los que es capaz de comunicarse. Partió en diciembre desde Dajla, de donde es natural, en busca de un futuro mejor. Desde entonces y hasta el pasado 17 de marzo, ha estado alojado en el sur de la Isla. En sus manos, muestra un libro: La aventura de Said. La obra trata sobre un joven marroquí que, empujado por la miseria y la falta de expectativas, decide dejar atrás su pueblo, su familia y sus amigos y cruzar el Estrecho. Tras llegar a España, la historia se centra en los obstáculos a los que se enfrenta un inmigrante que llega a Barcelona. “Tengo familia en Valencia y en Italia”, revela Oscar. No esconde su deseo de partir tras tres meses en Gran Canaria. Pero sabe que por el momento, no puede llegar a la Península. “Solo me queda esperar”.

Las Raíces: 2.000 personas 

Las Raíces es el centro con más capacidad de Canarias y el que más protestas arrastra. También es uno de los más temidos por los migrantes que permanecen en Gran Canaria. “Yo no quiero ir a Tenerife”, cuentan. Desde el día de su apertura, las personas allí acogidas se quejaban de las escasas raciones de comida y del alto número de personas de diferentes nacionalidades que pueden dormir en una misma carpa: 32. Por esta razón, improvisaron con palos y casetas un campamento en el exterior del antiguo acuartelamiento militar en señal de protesta. Los migrantes que pernoctan en el exterior aprenden español, comen y se visten gracias a la solidaridad de la población tinerfeña. 

Más de 40 días después de su apertura, las colas para comer se prolongan durante tres horas. Accem, la ONG contratada por el Ministerio de Migraciones para gestionar el espacio, ha reconocido que la calidad y la cantidad de la comida que proporciona la empresa Serunion no son las adecuadas. Mohammed tiene 22 años y nació en Malí. Habla 26 idiomas y por su dominio del español y de distintos dialectos africanos ayuda a otros usuarios a comunicarse con los trabajadores de Accem. “No tengo tiempo de pasarme tres horas esperando por una ración de comida que no sacia. Prefiero comer en mi carpa las galletas que me dan los vecinos”, cuenta. 

“Lo que nos dan dentro de Las Raíces es comida para animales”, apunta Seidou, un hombre marroquí que fue trasladado a la isla desde el sur de Gran Canaria. Este establecimiento está situado en uno de los puntos más fríos de Tenerife, donde las temperaturas por las noches caen por debajo de los 8 grados y donde las lluvias son frecuentes.

Las Canteras: 1.642 personas

El campamento de Las Canteras, ubicado en el municipio de La Laguna, es el único de los recursos habilitados por el Ejecutivo central gestionado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Abrió el 26 de febrero y tiene capacidad para 1.642 personas. En los últimos días, varios grupos que estaban en los hoteles del norte de Tenerife y en el sur de Gran Canaria han sido reubicados en este antiguo acuartelamiento militar cedido por el Ministerio de Defensa. 

Los usuarios, hasta el momento, no han manifestado ninguna queja en relación con la comida ni con el establecimiento. Sin embargo, la polémica se levantó la semana pasada cuando al menos 41 posibles menores senegaleses prefirieron dormir en las calles de Puerto de la Cruz a ser desplazados a este recinto para mayores de edad. Pocas horas más tarde accedieron a entrar en el recurso

El Matorral: 648 personas 

El campamento de El Matorral, gestionado por Cruz Roja, es el único situado en Fuerteventura. Tiene capacidad para 648 personas y está ubicado en un espacio compartido con el Ministerio del Interior, ya que todo el recinto era antes un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). El pasado 15 de marzo, dos semanas después de su inauguración, un grupo de migrantes tomó las calles para pedir la libertad y poder continuar con su viaje hacia la Península y Europa. “No nos fuimos de nuestro país para ser encarcelados”, “la esperanza se ha convertido en desesperación”, gritaban. 

Algunas de las principales quejas de las personas allí acogidas son la falta de comida y de mantas con las que cubrirse del frío. En Gran Canaria, Ali (nombre ficticio) ha sido acogido por una familia isleña ante el miedo a ser derivado a Fuerteventura. “Yo no quiero estar en un campamento. Mi familia está esperando que se arregle mi situación pronto para poder comer”. 

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