Elecciones, ¿europeas?

Dos tercios de las decisiones que afectan a cada país comunitario se toman en el Parlamento Europeo, pero los comicios para renovar la cámara atraen cada vez menos votantes. Las elecciones del 7 de junio se esperan como una cita de segundo orden, con una alta abstención, y en la que el ciudadano votará en clave nacional.

El cansancio político, el escepticismo, la crisis económica e institucional, el escaso valor de un voto para decidir el resultado, y hasta el desconocimiento de los candidatos, contribuyen al poco interés que, según el CIS, despiertan en tres de cada cuatro españoles las noticias sobre las elecciones. Aunque un 45% esté dispuesto a votar, en el último sondeo encargado por la Eurocámara.

No hay un modelo de Europa en juego, las posiciones de los dos grandes partidos, PSOE y PP, no son contradictorias, y los resultados se prevén ajustados. Nada de eso moviliza a los electores, no hay tensión, “ni el morbo de ver quién gana un gobierno”, explica a EFE José Ignacio Torreblanca, profesor de Ciencia Política de la UNED y director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

Lo que importará al día siguiente, según los expertos, es ver si ha habido o no voto de castigo para el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, en un escenario económico muy diferente al de marzo de 2008, cuando renovó su mandato.

“Si el partido del gobierno perdiera por mucho, pocos lo atribuirían a su política europea. Y si los populares -ahora el mayor grupo de la eurocámara- ganan votos, pocos dirán que su oferta electoral para Europa era magnífica, avanzada, o que ha conectado con los sentimientos del ciudadano”, argumenta Torreblanca.

En clave nacional

Lejos del debate sobre el futuro de Europa en un momento de crisis, cuando no se ha ratificado el Tratado de Lisboa, “los partidos han entendido que para que los ciudadanos participen es mejor plantear la campaña en lógica nacional”, señala Francisco Aldecoa, decano de la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense (UCM).

“A lo mejor tienen razón -declara a EFE este catedrático de Relaciones Internacionales- pero desnaturaliza el sentido de estos comicios”, de los que debe salir elegido el Parlamento para los próximos cinco años, “en un momento clave, donde asuntos como la crisis económica o el modelo social están en auténtico debate”.

Para Ignacio Molina, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) e investigador de Europa del Real Instituto Elcano, hay un cierto cansancio hacia las elecciones políticas. La participación ha caído consulta tras consulta, general o local, y esa tendencia explicaría en parte una alta abstención.

Se critica que la campaña se contamine de temas nacionales, reconoce, “pero menos mal que se contaminan un poco de esa idea de castigo o no al Gobierno o al PP, para que haya un pequeño resquicio de movilización”, señala a EFE.

“Si elimináramos la parte puramente doméstica, seria peor”, opina este investigador, aunque otra cosa es que se convierta en un cruce de acusaciones sobre escándalos internos “en los que el Parlamento Europeo no tiene nada que decir”.

Euroindiferentes

Más del 60% de la legislación que afecta al ciudadano -sobre medio ambiente, energía, sanidad, inmigración, educación, empleo, infraestructuras...- nace del Parlamento Europeo, apunta Francisco Aldecoa, “pero los políticos no han sido capaces de trasladar a la opinión pública esa realidad”.

Pese a las competencias legislativas y presupuestarias alcanzadas, agrega el decano, no hay una opinión pública europea, y los debates, las listas, no consiguen que se vivan como las elecciones que son.

“La gente se puede movilizar por razones europeas, pero vota en clave nacional”, subraya José Ignacio Torreblanca. La vida política europea no está presente en la nacional, insiste, “aunque hay estallidos, como el de la directiva de jornada laboral de 65 horas, que provocan el debate”.

Sin embargo, el sistema en las instituciones comunitarias es complejo, a juicio del director del ECFR, y no produce resultados claros: a veces las cosas quedan en “compromisos difíciles de entender para el ciudadano, que no sabe si se ha avanzado, retrocedido o qué ha pasado”.

Un conjunto de 27 estados, un parlamento con 23 lenguas, en el que no se conoce a casi ninguno de los políticos, salvo a los cabezas de lista del propio país, y con un sistema de decisión complejo, “provoca lejanía, aunque no rechazo, en el caso de España”, coincide el investigador del Real Instituto Elcano Ignacio Molina.

“En otros países, parte de la abstención es euroescéptica, En España es más euroindiferente que realmente contraria”, añade José Ignacio Torreblanca, para quien una alta abstención sería preocupante, pero no deslegitimadora.

Cabría preguntarse -continúa- si “a la gente no le importa Europa porque está satisfecha y es un tema menos del que preocuparse, o responde a una baja información, desconocimiento e indiferencia que puede ser manipulado hacia la hostilidad”.

“Y puede ser un aviso de que algo no se está haciendo bien”, advierte el decano Aldecoa. “En democracia, si el ciudadano no vota, hay que entender que es por algo”.

Erosión del voto

Más de 375 millones de europeos están llamados a las urnas en esta cita, 35,5 millones en España, para elegir 736 diputados, medio centenar de ellos españoles.

La participación en las elecciones europeas ha tenido una erosión progresiva en cada convocatoria: ha perdido 16 puntos porcentuales desde el 62% de 1979 al 45,5% de 2004, que paradójicamente coincide con el incremento de poderes del Parlamento.

Y esa es la mayor preocupación para las instituciones comunitarias, y lo que ha llevado al Parlamento Europeo a desarrollar acciones para llamar la atención de los electores, sobre todo los jóvenes, entre los que se presume una menor participación.

En las últimas semanas, en una caravana informativa o en cabinas multimedia colocadas en varias ciudades, los votantes han podido dejar mensajes grabados que se enviarán a las comisiones parlamentarias. Pero la respuesta no ha sido masiva.

“A mí lo de Europa me parece una cosa un poco difícil. Ver tantos países, con tantas lenguas y tanta gente distinta allí metida. No se si es muy eficaz, pero vamos a darle un voto de confianza...”, dejó grabado una mujer en la pantalla.

Los deseos, muy diversos, hacen referencia al medio ambiente, conciliación, igualdad, tolerancia, fronteras, empleo y crisis económica, un elemento añadido en estos comicios.

Francisco Aldecoa subraya el protagonismo que está teniendo la UE en la salida de la crisis, en las cumbres del G-20 de Washington y de Londres, “aunque tampoco se ha trasladado al ciudadano ese papel en la toma de decisiones, sino el que ha jugado un presidente u otro. Otra vez la clave nacional dificulta ver el conjunto del proceso político en el que nos movemos”, concluye.