Talleres comunitarios contra la obsolescencia programada, incluso durante el confinamiento

Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Gracias a los avances tecnológicos, productos cada vez más complejos se han vuelto cotidianos para los consumidores. Estos productos ofrecen increíbles comodidades y posibilidades, pero, en el caso de una avería – que suele llegar más pronto que tarde – su diseño les deja en un estado de indefensión y les obliga a sacar la cartera para comprar un sustituto. Ahora llega a Canarias un proyecto llamado Repair Café con el objetivo de empoderar a la comunidad para que arreglar lo averiado o dañado que acumulamos en casa para darles una segunda vida.

El enemigo de Repair Café se llama obsolescencia programada: la inserción por diseño de debilidades en los aparatos que le dan una fecha de caducidad y obligan al consumidor a volver a comprar otro en un corto espacio de tiempo, asegurando así los ingresos del productor. Este modelo de consumo afecta a todo tipo de artefactos, desde los carritos de bebé hasta las tostadoras, poniendo mucha presión en los recursos naturales y generando una cantidad enorme de residuos.

El Repair Café reúne a expertos reparadores con vecinos que tienen algo que arreglar. La particularidad de estos talleres es que trabajan de manera colaborativa, enseñando a los visitantes a reparar sus cosas para que puedan ser más independientes en el futuro. La organización proporciona algunas herramientas y elementos básicos, pero siempre se requiere un poco de imaginación para buscar soluciones a cada avería.

Repair Café es un movimiento nacido en Amsterdam en 2009 que ahora se ha expandido a más de 1000 localidades por todo el mundo. Además de instrucciones sobre cómo organizar un evento, la plataforma ofrece de manera gratuita una enorme base de datos sobre cómo reparar todo tipo de aparatos. La organización trabaja para ampliar los derechos de los consumidores a reparar sus equipos e imprime con impresoras 3D las piezas necesarias para las reparaciones en caso de que no estén disponibles.

Este tipo de iniciativas intentan recuperar los recursos que a menudo tiramos a la basura, empujando nuestra economía hacia un modelo más circular y menos lineal. El sistema actual mueve los recursos de la tierra a la fábrica, luego a los hogares y, finalmente, a la basura. Si los objetos dañados se arreglan y se les vuelve a dar uso, vuelven a entrar al sistema y completan un sistema circular que minimiza la porción de los recursos extraídos del medioambiente que acaban en el vertedero.

Los organizadores del proyecto en Las Palmas de Gran Canaria, miembros a su vez de diferentes grupos activistas, se conocieron en la Huelga por el Clima del 27 de septiembre de 2019, un movimiento que supuso un estallido de la acción de los jóvenes contra el cambio climático en todo el mundo. Tras las movilizaciones, que reunieron a más de 500 organizaciones sociales en Gran Canaria, los activistas pusieron en marcha una serie de talleres y actividades para mantener viva la lucha por la sostenibilidad.

“Una movilización anual no basta para defender el planeta”, dice Jenni Guerra, una de las líderes del Repair Café.

Rápidamente, los organizadores se dieron cuenta de que esta fórmula era el taller más atractivo para los participantes. Las claves de su éxito, asegura, son que permite a los participantes tener un impacto directo y rápido, que crea un ambiente de colaboración, y que tiene un beneficio económico, además de ecológico, para el participante que arregla sus objetos.

Los organizadores se muestran muy contentos con sus primeros resultados. En la primera jornada, celebrada a principios de marzo en el Café d’Espacio de la calle Cebrián de Las Palmas de Gran Canaria, una veintena de vecinos de la zona se reunieron para compartir conocimientos y reparar juntos sus objetos. Entre todos, consiguieron reparar unos treinta objetos, como, por ejemplo, un robot de cocina y una tostadora.

La oportunidad de colaborar y compartir es, según el colaborador Octavio Cardoso, lo más importante del evento. “Nada más las sonrisas de los reparadores y los participantes cuando descubren la solución a la avería que tienen entre manos ya hace que merezca la pena”, dice.

“Incluso hay gente que viene y no consigue reparar sus objetos, pero viendo que no está solo en su lucha contra la obsolescencia programada y el cambio climático, repara un poquito su corazón”, añade.

Anabel Almeida, una enfermera apasionada por la sostenibilidad que colabora en la organización del taller, cuenta que es una oportunidad para ver que “vivir de otra manera es posible” porque, según lamenta la organizadora, “a menudo actuamos de manera un poco inconsciente sin darnos cuenta del rastro que vamos dejando.”

Para ella, arreglar los objetos de uso cotidiano dañados en vez de sustituirlos por otros nuevos no es una privación, sino una liberación. “Ya no tengo que ir cada dos meses a comprarme una camisa nueva que no me va a durar nada. Ahora puedo arreglar la que tengo y, en vez de gastarme todo mi dinero en una gran empresa de ropa, puedo invertir mi dinero en el proyecto que me apetezca, como mi creatividad artística o los grupos sociales que me gusta apoyar,” dice. Asegura también que los objetos que repara y mantiene con ella durante los años tienen un valor sentimental que las compras no pueden remplazar.

Debido al estado de alarma decretado para frenar la epidemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, han tenido que suspender sus reuniones físicas hasta nuevo aviso, pero mantiene sus actividades digitales. A través de sus redes sociales, el grupo comparte instrucciones para reparar objetos en casa o para hacer manualidades durante los días de confinamiento.

“El espíritu del Repair Café es que si quieres algo, lo puedes hacer tú mismo. Nuestro entretenimiento está demasiado atado a salir y consumir. Ahora no podemos hacer eso, pero siempre podemos estar entretenidos si somos creativos y nos atrevemos a mancharnos las manos un poco”, dice Jenny.