Un grupo de investigadores, liderado por el Instituto de Ciencias del Patrimonio (Incipit-CSIC) y el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en colaboración con el equipo de la Zona Arqueológica de Caral, en Perú, encabezado por la doctora Ruth Shady Solís, ha establecido la relación entre la localización de los monumentos de la Cultura del Supe, sus orientaciones y ciertos elementos astronómicos y topográficos. Este descubrimiento abre una puerta a analizar la forma de concebir el espacio y el tiempo de los habitantes de este valle hace 5.000 años. Los resultados del estudio se acaban de publicar en la revista Latin American Antiquity.
El valle del Río Supe en Perú alberga una de las primeras manifestaciones de urbanismo en las Américas. En las últimas décadas se han encontrado, en este valle y en la costa cercana, numerosos sitios ceremoniales con elaboradas construcciones piramidales y grandes plazas circulares que se remontan al 3000 a. de C.. La sociedad que construyó estos edificios se basaba en la agricultura de regadío, sobre todo del algodón y la calabaza, y en la pesca, pues la costa da acceso a uno de los bancos pesqueros más ricos del planeta, explica el IAC.
A finales de 2016 se realizó una campaña de trabajo de campo en el valle del Supe, recogiendo medidas de las localizaciones y las orientaciones de los edificios más importantes de esta antiquísima civilización en los diez sitios más prominentes del valle. “Los resultados de la investigación sobre la localización y orientación de los edificios principales muestran que la presencia del Río Supe determina, en primera instancia, la orientación de estos edificios, ya que, a pesar de no situarse directamente sobre su curso, estos edificios son sistemáticamente paralelos al río, en un curioso fenómeno de convergencia a lo que ocurría simultáneamente a miles de kilómetros de allí, en el Valle del Nilo”, indica Juan Antonio Belmonte, investigador del IAC experto en Astronomía Cultural y coautor del estudio.
Orientación lunar
Sin embargo, el análisis reveló que la localización dentro del valle también viene dictada por relaciones astronómicas muy sugerentes e innovadoras. “Un hecho sorprendente, y nunca antes constatado con tanta certeza, es que el patrón de orientación más importante de esas estructuras concuerda con el de las salidas más meridionales de la Luna, que coincidiría con la Luna llena en torno al solsticio de junio, y en particular con su extremo sur, lo que se conoce como el lunasticio mayor. Es de destacar que estas orientaciones se pueden relacionar con los ciclos de precipitación en las cumbres andinas y las consecuentes crecidas benefactoras del río y, por tanto, con los ciclos agrícolas. Además, tal momento coincidiría con el final de la época de pesca artesanal a gran escala en la costa cercana”, explica César González-García, investigador del Incipit-CSIC y autor principal del estudio.
En definitiva, la orientación de estas estructuras indicaría la imbricación en el paisaje de estos edificios piramidales, que muchas veces evocan las montañas circundantes, acercándolas al espacio urbano. Pero, además, lo hacen conectando tales orientaciones con los ritmos celestes, que indican cuáles eran los momentos propicios para realizar los rituales y ceremonias que celebrasen los ciclos económicos, agrícola y pesquero.
De esta manera, constatan estos investigadores, los monumentos de la milenaria cultura del valle del Supe aparecen como una de las primeras muestras de interacción certera entre el paisaje y el celaje en las civilizaciones de la América precolombina, que alcanzaría su clímax milenios más tarde con los incas.