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La isla de Samsø

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Recientemente hemos conocido que representantes del Cabildo de La Palma, La Palma Renovable y la Comunidad Energética Energía Bonita han viajado para conocer la experiencia de la isla danesa de Samsø, al considerarla un modelo a seguir en transición energética. Desde luego todo lo que sea aprender de modelos exitosos es una buena decisión, pero como dice una célebre frase atribuida a Albert Einstein, “si juzgas a un pez por su habilidad para trepar a los árboles, pensará toda su vida que es un inútil”.

No es de recibo que en los medios de comunicación se venda que existe una isla en Dinamarca que ha conseguido la descarbonización a base de aerogeneradores terrestres y marinos y placas fotovoltaicas, por muy participativo que sea el sistema, y se obvie la parte más importante de todas, que esta isla está conectada eléctricamente con el continente. Está muy bien que la isla, la mayor parte del tiempo tenga excedente y utilice esta conexión para evacuarlo, pero lo que se omite es que la gestionabilidad necesaria, así como la necesaria inercia y corrientes de cortocircuito del sistema las proporciona la red continental. En otras palabras, si desconectamos el cable con el continente el sistema no podría funcionar, así de crudo, así de sencillo.

Si las informaciones publicadas fueran ciertas, a lo largo de 2025 podríamos escribir un artículo similar para la isla de La Gomera, dado que con el enlace submarino que va a tener con la isla de Tenerife y los 12 MW que ya tiene instalados de eólica terrestre y que están por encima de la punta necesaria de la isla, le va a permitir en muchas ocasiones, evacuar excedentes hacia Tenerife, con lo cual y siguiendo los cánones de los periodistas que han escrito sobre la isla danesa, tendríamos una isla autosuficiente en buena parte del tiempo.

La cuestión es que los 12 MW ya están perfectamente operativos, pero sin embargo la realidad actual hace que La Gomera no los pueda aprovechar por una sencilla razón, que es la necesaria gestionabilidad que no proporcionarían esos 12 MW conectados a la red. En cambio, cuando esté conectada a Tenerife todo cambia absolutamente.

Pues exactamente lo mismo ocurre con Samsø: si quitamos el enlace con Dinamarca, el sistema se torna insostenible.

Por lo tanto, está bien estudiar el sistema participativo de los daneses, está bien analizar sus no inhibiciones para colocar energía eólica terrestre, también su no inhibición para instalar energía eólica marina, tan denostada en Canarias, pero poco más se puede aprovechar, porque lamentablemente La Palma no está conectada eléctricamente con un sistema mayor, ni se espera que lo esté ni a corto ni a medio plazo.

Nos consta la buena voluntad de las instituciones palmeras, así como de sus movimientos sociales en pos de la búsqueda de una solución para su descarbonización, pero modestamente, desde nuestro punto de vista, se miran en los espejos equivocados.

Todo sistema eléctrico y, sobre todo, si es aislado como es el caso de La Palma, debe de cumplir tres requisitos fundamentales:

  • Una estabilidad dinámica entre la generación y la demanda, esto es, que la generación y la demanda estén en todo momento equilibradas.
  • Que la relación entre la generación gestionable y la no gestionable sea como mínimo del 50%. La eólica y la fotovoltaica son generaciones no gestionables. La generación térmica, la hidráulica o la geotérmica son gestionables.
  • Que el sistema tenga la suficiente potencia rodante para garantizar la inercia de este, así como las tan necesarias corrientes de cortocircuito para que funcionen adecuadamente los sistemas de protección.

Lamentablemente, con un sistema basado únicamente en eólica, fotovoltaica y baterías solo podríamos intentar cumplir, y no adecuadamente, el primer requisito. Los otros dos se quedarían sin cumplir porque no se tendrían los medios para ello.

Por lo tanto, a la Palma solo le quedan dos opciones:

  • OPCIÓN A: conformarse con una descarbonización solo del sistema eléctrico en un 50%, donde la mitad de la generación sería de eólica y fotovoltaica y la otra mitad, de grupos térmicos convencionales.
  • OPCIÓN B: apostar por una descarbonización DE TODA LA ECONOMÍA (no solo del sistema eléctrico), para lo que necesitaría una penetración de renovables suficiente, centrales hidroeléctricas reversibles de bombeo puro, electrolizadores y la utilización del hidrógeno verde como vector energético.

Con la segunda opción se consigue tener un sistema eléctrico 100% renovable, con los excedentes necesarios para fabricar el hidrógeno verde a partir del cual se puede generar el combustible necesario para la movilidad, tanto terrestre como marítima y aérea.

Entendemos que la decisión pueda ser complicada, pero el problema es que ya no hay tiempo. Ya hemos alcanzado el grado y medio de aumento de la temperatura, por lo que ya estamos tardando en disminuir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, y lo tenemos que hacer absolutamente en todos los territorios, por muy pequeños que nos sintamos y por poco peso que pensamos que tenemos en los azares del planeta.

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