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CC y PSOE buscan 'chivos expiatorios' para calmar la crisis del pacto regional

Salvador Lachica

Las Palmas de Gran Canaria —

Pese a los llamamientos a analizar la crisis del Pacto con sosiego, calma y sentido de la responsabilidad, lo cierto es que tanto en Coalición Canaria (CC) como en el PSOE se culpa directamente a dirigentes e interlocutores de las siglas contrarias como los directamente responsables de la crisis de confianza y las deslealtades que han provocado el roto que puede desembocar en la ruptura del Gobierno regional.

Aunque en apariencia existe calma, hay un mar de fondo que muestra que la marejada tiende a fuerte marejada cada hora que pasa, pues las declaraciones desde uno y otro partido se suceden en una escalada que eleva la ya evidente tensión y malestar existentes.

Desde el PSOE, que recuerdan que la censura en Granadilla fue la “gota que ha colmado el vaso” de la paciencia socialista ante la ristra de deslealtades recibidas por los nacionalistas, se apunta directamente al propio presidente del Ejecutivo, Fernando Clavijo, y a la consejera de Hacienda, Rosa Dávila, como los instigadores de las dificultades que desde hace 15 meses se han tenido en los municipios.

Por su parte, los nacionalistas están ejecutando en la plaza pública al secretario de Organización del PSOE, Julio Cruz, como culpable del desaguisado que culminó en la moción de censura que descabalgó de la alcaldía del municipio sureño al socialista Jaime González Cejas y elevó a José Domingo Regalado como primer edil.

Los no fiables

En el primero de los casos, Cruz ha asegurado públicamente (incluso en su intervención en la Ejecutiva regional celebrada el miércoles) que Clavijo y Dávila “ni son fiables ni confiamos ya en las personas que firmaron un pacto y no lo cumplen”, pues son las “personas de CC en Tenerife que han gestionado el pacto, y su firma y su palabra ya carecen de valor”.

Y es que hay que recordar que Clavijo suscribió tanto el Pacto regional como el que específicamente se suscribió para salvaguardar a Granadilla de Abona de posibles mociones de censura y deslealtades entre ambas formaciones políticas.

Esta tesis ha sido avalada este jueves mismo por el portavoz parlamentario del PSOE, Ignacio Álvaro Lavandera, que en varias radios ha dicho que “hay pérdida de confianza en dos personas, y tendrá que ser CC quien proponga alternativas para recuperar la confianza, no ATI. ATI pretende mandar en CC, y lo ha hecho para romper el pacto”.

Y esas dos personas son “Clavijo y Dávila” que ya no les sirven como “interlocutores” y tendrán que salir fuera de escena “o dar un giro de 180 grados en su actitud, pero que debe notarse públicamente”.

Teniendo en cuenta que Clavijo es el presidente del Gobierno (además de presidente de CC en Tenerife), y aunque le señalan como el máximo desestabilizador porque desde el principio quiso pactar con el PP, es imposible pensar que los socialistas estén sugiriendo un cambio en la cúpula del gabinete, por lo que todo apunta a que están pidiendo la cabeza de Dávila (que es secretaria de Organización de CC en Tenerife) como consejera de Hacienda si en el Ejecutivo se mantiene el PSOE.

Un obstáculo llamado Cruz

Estas manifestaciones han sido rápidamente contestadas por el secretario de Organización de CC, José Miguel Ruano, que las ha “rechazado” y ha pedido a Lavandera que se limite a opinar de cuestiones parlamentarias, pues hasta el momento “las relaciones entre ambos grupos son muy buenas”.

“No me parece que sea el portavoz del Grupo Socialista quien tenga que hacer declaraciones que afecten a los temas orgánicos, creo que debe mantenerse al márgen, y rechazó esas manifestaciones”, ha asegurado.

Acto seguido, Ruano ha aprovechado para arremeter contra Cruz, al que acusó de ser “más que un vehículo para el diálogo y la buena relación se ha convertido en un obstáculo para la misma”.

El doble engañado

Una víctima colateral es, además, el secretario general de CC, José Miguel Barragán, que tiene guardada su dimisión como máximo dirigente de los nacionalistas hasta el próximo sábado, cuando quiere hacerla pública en la reunión de la Comisión Ejecutiva Nacional.

Curiosamente, los socialistas no culpan a Barragán de lo sucedido y consideran que ha sido engañado por Clavijo, Dávila y los dirigentes de CC en Tenerife (“la ATI”, en palabras de Cruz) que se la tienen jurada porque, aunque se ha mantenido en el cargo con la nueva dirección regional que se hizo cargo del partido hace dos años, lo siguen viendo como el hombre de confianza del ex presidente Paulino Rivero.

Por su parte, los nacionalistas coinciden en que Barragán ha sido engañado, si, pero por Cruz, y que no tiene por qué dimitir, pues no es culpable de las artimañas del secretario de Organización de los socialistas.

Pero Barragán está preso de su coherencia, y dijo públicamente en varios medios de comunicación que dimitiría del cargo si al final se consumaba la moción de censura no autorizada por la cual él personalmente inició un expediente de expulsión de los ediles rebeldes.

Al final, hubo moción, CC no expulsó a los firmantes de la censura (dando la impresión de que Barragán ha perdido un pulso orgánico con “la ATI”) y, como dijo la dirigente herreña de CC Belén Allende el miércoles en la radio autonómica, “un dirigente político debe cumplir sus promesas”.

Ruano también ha salido en defensa de Barragán, del que dijo que “está muy disgustado por la secuencia de hechos que se produjo con la moción de censura de Granadilla, los acuerdos a los que llegó con Cruz y la escasa, por no decir pésima respuesta del secretario de Organización socialista.

Por ello, considera que no debe dimitir y le ha pedido que “lo piense” porque “él creyó en la palabra de Julio Cruz” y que fue una decisión “colegiada” de toda la dirección nacionalista, que “si no fructificó adecuadamente” se debió a que “la palabra de Julio Cruz no valga”.