El nacionalismo de Coalición Canaria vive sus horas más bajas. Ya no se palpa la desafección hacia España que relatara Paulino Rivero en plena crisis de las prospecciones petrolíferas impuestas contra todos por el exministro José Manuel Soria. Se acabó el enfrentamiento con el Gobierno del Estado, con Madrid. No hay afrentas. Entre la dirigencia del partido que lleva casi tres décadas gobernando en Canarias parecen haberse abandonado por completo las viejas aspiraciones soberanistas, los ímpetus identitarios, la canariedad desbordante y el victimismo ultraperiférico. Ahora prima el pragmatismo, las partidas presupuestarias. Lo que los homólogos llaman “nacionalismo extractivo”.
La cabeza más visible de Coalición Canaria, el presidente Fernando Clavijo, ha ido dulcificando su discurso soberanista hasta hacer desaparecer de él por completo términos como independencia o estado libre asociado, dos fórmulas que planteaba sin apenas diferenciación en 2009 en una entrevista al periódico La Provincia.
“Como nacionalista que soy, creo que Canarias debe ser un estado libre asociado”, dijo al periodista Francisco Pomares. “¿Estado libre asociado a quien…?”, le preguntó este. “Pues al Estado español, claro”, contestó el por entonces alcalde de la ciudad de La Laguna.
La entrevista se condujo a partir de ese momento por unos singulares derroteros que finalmente desembocaron en el concepto “independencia”.
- ¿Sería un modelo similar al de Puerto Rico en el que los portorriqueños forman parte de la comunidad estadounidense pero carecen de voto en las elecciones presidenciales?
- Tendríamos nuestras propias presidenciales.
- ¿Tendrían también sus propios tribunales de justicia? ¿Qué modelo sería el de su Estado Libre Asociado?
- Pues el que usted está diciendo: ¿por qué no podemos tener nuestra propia policía, algo que ya sido tan criticado, y nuestra propia Justicia? ¿Por qué el dinero que se recauda con los impuestos no queda en Canarias? Nosotros podemos ser perfectamente autónomos…
- ¿Eso es la independencia?
- Perfecto, ¿Y qué miedo hay? Siempre que se haga de acuerdo a las reglas del juego y con el apoyo del pueblo, el aval de la ciudadanía… ¿por qué no podemos tender a eso? ¿Qué problema hay?
Su evolución independentista o portorriqueña pervivió unos años más hasta que empezó a derivar hacia exigencias de “mayor autogobierno” para Canarias. Durante el tiempo en el que se desempeñó como alcalde de La Laguna (2009-2015), se movió siempre en una suerte de indefinición a medio camino entre lo políticamente correcto y su deseo (y el de su formación en Tenerife) de agradar al editor del periódico más influyente en la isla, José Rodríguez Ramírez, propietario de El Día.
En sus últimos años de ejercicio empresarial y de vida, Ramírez convirtió su periódico en bandera de un independentismo canario más folclórico que real como evolución personal desde el movimiento insularista del que fue máximo exponente en la isla de Tenerife y a cuyo abrigo nació el germen local de Coalición Canaria, la Agrupación Tinerfeña de Independientes (ATI). Su rechazo a la vecina Gran Canaria, de la que para su desgracia provenían sus ancestros, le convirtieron en un innegable referente del pleito insular, sin parangón en la isla de enfrente.
Fernando Clavijo fue en el periodo 2010-2014 la esperanza independentista del editor y propietario de El Día, que llegó a desilusionarse mucho con su protegido a medida que descubría cómo la deriva soberanista del alcalde de La Laguna se iba tornando en fórmulas de mayor autogobierno en el marco de la eterna reforma del Estatuto de Autonomía.
“Nacionalismo extractivo”
En mayo de 2011 Rodríguez Ramírez dedicó a Clavijo un apasionado editorial en el que le pedía que rectificara, que abandonara la senda del autogobierno para centrarse en la independencia: “Don Fernando: es usted una persona apreciada en esta casa. Se lo repetimos porque es un sentimiento que albergamos en nuestro corazón. Pero nos ha decepcionado. Rectifique. Está a tiempo de hacerlo. Está a tiempo de no cometer el mismo error que su antecesora en el cargo, hoy convertida en una quícara madrileña al servicio de los socialistas y los canariones. Rectifique, don Fernando, y diga que la independencia no es inviable sino plenamente viable”. La quícara madrileña a la que se quería referir el editorialista es Ana Oramas.
Fernando Clavijo, eso sí, siempre ha sostenido en público que cualquier camino que tome el nacionalismo de su partido, Coalición Canaria, debe tener como límite el ordenamiento jurídico y la Constitución de 1978, lo que convertiría en una contradicción en sus propios términos pretender por esa vía la independencia o la creación de un estado libre asociado.
A lo largo de su trayectoria política más reciente, la iniciada con su ascenso a la alcaldía de La Laguna, en la que sustituyó a Ana Oramas, y que continuó con su nominación a la presidencia del Gobierno, también de la mano de Ana Oramas, siempre se ha remitido a la Constitución para proyectar cualquiera de los posibles escenarios soberanistas que se le plantearan.
Incluso ante el conflicto de Catalunya, el presidente canario ha sido muy constitucionalista. Así, en una entrevista concedida al periódico El Día en septiembre de 2014, al socaire del referéndum escocés, se mostraba partidario de una consulta pactada y vinculante al pueblo catalán y achacaba a la falta de diálogo la situación de bloqueo con el Estado.
Esa posición ante el conflicto catalán la ha mantenido hasta los últimos sucesos. El 1 de octubre reunió a su gabinete para seguir los acontecimientos en Catalunya y ordenó que se emitiera un comunicado oficial del Gobierno canario reclamando el cumplimiento de la ley pero abogando por el diálogo: “Ley y diálogo siempre si queremos que cicatricen las heridas abiertas a raíz de un proceso amargo en el que hemos fracasado todos. Desde Canarias seguimos sintiendo con la misma fuerza que Cataluña forma parte del mismo espacio que compartimos muchos pueblos con realidades sociales, geográficas e históricas diferentes”.
Pesan mucho las relaciones de su partido con el de Artur Mas y Carles Puigdemont, con el que mantiene acuerdos parlamentarios en Madrid y en Bruselas. Aunque bien es cierto que en esos ambientes nacionalistas continentales, a la ideología de Coalición Canaria se la denomina “nacionalismo extractivo” por su capacidad de extraer fondos del Estado para contentar a su público local con la muy velada amenaza del resurgir de sentimientos de desafección.
La actual coyuntura parlamentaria, tanto en el Congreso de los Diputados como en el Parlamento de Canarias, han conducido a Coalición Canaria a amplificar esa estrategia extractiva: tras años de duros recortes y muchos desprecios a Canarias por parte del Gobierno del PP, ambos quieren parecer ahora condenados a entenderse. El voto de la diputada Ana Oramas se ha convertido en una codiciada pieza para Cristóbal Montoro, mientras que Clavijo intenta cambiar su estilo en Canarias, donde gobierna apoyado por tan solo 18 diputados de 60, para acercarse a un PP en el que resulta un tipo antipático por haber llamado “medianeros” a los dirigentes locales de los partidos estatales y por haber impuesto duras condiciones a los populares para evitar que pudieran sustituir a los socialistas, expulsados traumáticamente del Ejecutivo en diciembre de 2016.
El escenario abierto en Madrid por la prórroga de los presupuestos para 2018 podría romper en mil pedazos cualquiera de las tácticas desplegadas por ambos partidos. De hecho, Fernando Clavijo fue el único presidente autonómico de tendencia nacionalista que acudió al desfile militar conmemorativo de la fiesta nacional de España.
La bandera estelada independentistaestelada
En aquella entrevista de septiembre de 2014 concedida al periódico El Día, con el histórico propietario ya fallecido, Fernando Clavijo se atrevía a renegar por completo del independentismo que defendía tan solo cinco años atrás: “En Coalición Canaria nunca hemos tenido una posición separatista, independentista o soberanista. Jamás. Siempre hemos ido a por la mayor cuota de autogobierno posible para no depender de actitudes centralistas. Por eso no me planteo lo de Catalunya aquí”, dijo.
Eso no es del todo cierto. En el seno de Coalición Canaria conviven desde su fundación muchas corrientes de todo tipo, y aunque la mayoritaria sea conservadora en todos sus términos (económicos, políticos y sociales), dado que el núcleo fundador lo formaron dirigentes de la UCD rebotados hacia la nada, existen algunas sensibilidades algo más radicales, pero sin llegar a la reclamación de independencia.
Así se pudo comprobar con ocasión de una de las polémicas más recientes, la que tuvo como protagonista la bandera canaria de las siete estrellas verdes, adoptada como enseña oficial de Coalición Canaria en su tercer congreso, celebrado en 2005. Esa bandera (tres franjas verticales con los colores blanco, azul y amarillo, con siete estrellas verdes en la franja central) muy utilizada en los grandes acontecimientos festivos y en todo tipo de manifestaciones, es también oficialmente la enseña independentista de Canarias.
En octubre de 2016, dirigentes institucionales del partido sostuvieron un agrio enfrentamiento público con el delegado del Gobierno, a la sazón Enrique Hernández Bento (Partido Popular), por haber prohibido éste el izado de la bandera estelada canaria con motivo de su cumpleaños número 52. El asunto llegó a los tribunales y una jueza aceptó la petición gubernativa de prohibir cautelarmente ese izado.
La postura de Fernando Clavijo -ya presidente- ante la polémica fue más institucional que partidista: “Es la bandera del pueblo y el pleno de cada ayuntamiento o cabildo debe tomar su decisión”, sentenció.
Sin embargo, su partido adoptó como propia y representativa la bandera independentista de las siete estrellas verdes en su tercer congreso nacional por el abrumador respaldo de 756 votos a favor y una abstención.
Tampoco en este caso la bandera estelada es una cuestión baladí. Y no solo porque un intransigente delegado del Gobierno lograra prohibir su izado, sino por su historia. La bandera de las siete estrellas verdes fue creada por el Movimiento para la Autodeterminación e Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC), fundado por el tinerfeño Antonio Cubillo. Precisamente en su acta fundacional, firmada el 22 de octubre de 1964, quedó adoptada esa enseña como la del movimiento independentista, que a lo largo de su historia tuvo episodios terroristas, algunos con resultados dramáticos.
En un comunicado de Coalición Canaria de Fuerteventura, emitido a raíz de la polémica prohibición del izado en octubre de 2016 se calificaba la bandera como “enseña tricolor soberanista”. El comunicado aún estaba visible este domingo en la web del partido.
La última noticia de una inauguración oficial presidida por Fernando Clavijo no tuvo como símbolo una bandera de Canarias, ni siquiera la estatutaria. El presidente descubrió la placa conmemorativa de la puesta en marcha de un parque eólico en Gran Canaria descorriendo una bandera española.
Hasta Fernando Clavijo tiene en su historia vital un vínculo con el MPAIAC. Su padre, Fernando Clavijo Redondo, militó en las filas de aquel movimiento y hasta llegó a ser detenido en 1978 y condenado en 1980 por la Audiencia Nacional por tenencia ilícita de armas. El actual presidente de Canarias solo tenía 9 años cuando su progenitor desplegaba sus actividades independentistas y era condenado.
Clavijo Redondo también transitó un interesante camino hacia el otro lado: pasados aquellos episodios se hizo funcionario de la Comunidad Autónoma de Canarias y llegó a ser director general de Seguridad del Gobierno a las órdenes de dos nacionalistas, Julio Bonis y José Miguel Ruano. Durante varias décadas ejerció como funcionario, la mayor parte de ellos como jefe de servicio de Protección Civil, materia en la que fue pionero en Canarias y llegó a ser una autoridad. Se jubiló en 2013 con 70 años.