Con la democracia interna viene la incómoda decisión de posicionarse, y mucho más cuando se trata de un partido acostumbrado a la dedocracia. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, representaba la opción segura, el caballo ganador al que apostar sin arriesgar un futuro sillón político o quedarse encasillado en un bando perdedor. Ahora sin Feijóo, el silencio se ha convertido en el mejor posicionamiento, por lo menos entre los populares canarios que, de momento, no han querido decantarse por ninguno de los candidatos.
“Es muy pronto para posicionarse”, comentó Felipe Afonso, portavoz del PP en el Cabildo de Gran Canarias. En la misma línea opinó la portavoz de los populares en Canarias, Australia Navarro, quien destacó las cualidades de todos los candidatos, aunque, eso sí, ella se pronunciará más adelante: “Diré mi apuesta tras escuchar las propuestas”. La idea de elegir a una mujer como presidenta del partido atrae al portavoz en el Cabildo tinerfeño, Sebastián Ledesma, quien no se decanta por ninguna de las candidatas, aunque reconoce que “una mujer puede liderar perfectamente el PP y me parece bueno que sea una de las dos candidatas porque tanto Soraya como Cospedal serían buenas presidentas”.
La candidatura de Feijóo tranquilizaba a un partido con vértigo a hacer pública la división interna, la cual existe a pesar de los esfuerzos del partido por ocultarlos. El liderazgo, casi indiscutible, de Feijóo se traducía en unas primarias con un claro ganador, una versión democrática de la dedocracia. Pero el presidente de la Xunta decidió no ser candidato y acabó con la certeza que mantenía la unidad simulada. Un nuevo escenario que el PP canario todavía no ha digerido. “Yo apostaba por Feijóo”, ha reconocido Sebastián Ledesma, quien ha vaticinado dos claras favoritas que pasarán a la segunda vuelta: Cospedal y Sáenz de Santamaría. No es el único que no quiere desvelar su favorito, ninguno de los cargos políticos del PP canario consultados por Canarias Ahora han querido dar un nombre.
Hay 7 candidatos, pero solo cuatro con posibilidades reales de sustituir a Mariano Rajoy: el exvicesecretario de Comunicación, Pablo Casado; el exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo; la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal; y la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.
Las dos mujeres, previsiblemente, pasarán a la segunda vuelta, donde los compromisorios elegirán al líder nacional del PP. Sin embargo, tampoco se descarta la opción del voto estratégico para evitar un escenario en el que ambas candidatas se enfrenten públicamente. La lucha interna de poder entre ambas es el enfrentamiento más notorio dentro del hermético partido. Hasta el momento, la estricta jerarquía de los populares ha evitado que la fractura se hiciera visible, pero ahora la democracia interna amenaza con agrietar al partido.
La neutralidad, la estrategia a seguir entre los populares de las Islas, está dando paso al posicionamiento entre las dos candidatas que parten como favoritas. De momento, Sáenz de Santamaría ha conseguido más apoyos de exministros que ningún otro contrincante. También ha sido la candidata que ha logrado el respaldo de un líder territorial: el presidente del PP en Euskadi, Alfonso Alonso. Cospedal, por su parte, cuenta con el apoyo de la exministra de Sanidad, Dolors Montserrat, el que fuera presidente del Congreso, Jesús Posada y el exministro de Justicia, Rafael Catalá.
El 5 de julio, el día de la votación, se sabrá quienes son los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta, que se celebrará en el Congreso Extraordinario durante los días 20 y 21 de julio. Existe la posibilidad de que no se celebre la segunda vuelta si se da uno de los siguientes tres escenarios: uno de los candidatos gana el 50% del total de los votos, gana con más de 15 puntos porcentuales sobre el segundo o el ganador tiene más del 50% de las 60 circunscripciones electorales.
Sin Feijóo, todo apunta a una segunda vuelta entre las dos candidatas que parten como preferidas. El conservadurismo frente al liberalismo. El final de una maquillada unidad.