Elecciones de mayo de 2011. Alternativa Sí Se puede, una organización ecosocialista con implantación fundamentalmente en la isla de Tenerife, cierra un acuerdo con Canarias por la Izquierda, con una interpretación distinta en lo político y partidario, más clásica, más ortodoxa, presente esencialmente en Gran Canaria, para concurrir juntos a los comicios autonómicos y locales. Es el principio de una amistad que duraría bien poco.
Un acuerdo coyuntural con muy poca base político-ideológica detrás, con escasa sintonía. Aunque, curiosamente, el Facebook de la organización, al menos hasta comienzos de 2015, seguía bajo las siglas Canarias por la Izquierda-Sí Se puede.
A consecuencia del acuerdo se conformaron listas al Parlamento canario, al Cabildo Insular de Gran Canaria o al Ayuntamiento capitalino, en las que aparecían nombres como Javier Doreste, número 1 al Parlamento, a quien acompañaban a continuación en la lista Meri Pita y Joaquín Sagaseta; Isabel Suárez encabezaba la plancha al Cabildo y José Alfaro Castillo al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Doreste ya había liderado la lista de Izquierda Unida en las generales de 2008.
El resultado es cuasi catastrófico: no llegan al 0,7% de los votos en la circunscripción de Gran Canaria al Parlamento de Canarias. En el caso de la corporación municipal capitalina se acercan al 1%. En Tenerife superan con creces ese bajo listón (3,81%) en las autonómicas y consiguen representación en varios ayuntamientos. Las realidades son distintas.
Octubre de 2016. El denominado sector crítico, que encabezan Juan Manuel Brito, vicepresidente del Cabildo grancanario, María Jesús Nebot, consejera de Podemos en el grupo de gobierno del Cabildo, José de León (Pepe, el uruguayo) -candidato al Senado por la isla tanto en diciembre de 2015 como en junio de 2016-, Miguel Ángel Robayna, Andrés Ramírez y Guadalupe Sosa, anuncian públicamente en rueda de prensa la constitución de Sí Se Puede en Gran Canaria.
Esto hace saltar las alarmas en el sector oficial, donde figuran Meri Pita, Joaquín Sagaseta, Javier Doreste o Isabel Suárez, es decir, los que fueron a los comicios con Sí Se Puede hace apenas cinco años. Anecdóticamente, ante una pregunta en El Espejo Canario sobre la posible vinculación de Brito y los suyos con Nueva Canarias, Javier Doreste respondió, hace apenas una semana, con un lacónico “no lo sé”. ¿Conocía la operación en ciernes con SSP? Parece que no.
¿Qué ha cambiado para semejante vuelco en las alianzas políticas en estos cinco años?
Fundamentalmente, el nacimiento de Podemos, claro. Y la integración en sus filas de parte de la vieja izquierda canaria. Convulsionando a un mundo muy activista (sindicalismo, movimientos medioambientales, feminismo, etcétera) pero hasta entonces con escaso apoyo ciudadano en votos y de muy baja presencia en las instituciones.
A él se incorporan, en primer lugar cronológicamente, la gente de Canarias por la Izquierda, muchos tras una travesía en Izquierda Unida. Posteriormente, un grupo de Acción en Red, de los que su parte más veterana formó parte en su momento de Unión de Nacionalistas de Izquierda (UNI) en los ochenta-noventa del pasado siglo; unos pocos de ambos bandos, casos de Doreste y De león, coincidieron en los setenta en el PUCC.
La ola nacida inicialmente en los laboratorios de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense llega a las Islas. Primero en las elecciones europeas de 2014, con un brillante resultado en las urnas, 10,99% de los votos, y superando a la propia CC en alguno de sus más tradicionales feudos.
A partir de esos resultados se modifican sustancialmente las expectativas y la realidad de una parte de la izquierda sumida en permanentes fracasos, con distintas formulaciones, desde la muerte de UPC en la primera mitad de los ochenta del pasado siglo.
Autonómicas de 2015
Pero situémonos un poco antes de las elecciones autonómicas de mayo del año 2015. En Gran Canaria, y en el seno de Podemos, conviven dos estructuras organizadas, una más sólida y con más tradición partidaria, la de los que proceden de Canarias por la Izquierda; otra muy vinculada al activismo en los movimientos sociales pero menos engarzada en lo organizativo partidario, la que viene de Acción en Red, que hasta ahora han despreciado, o al menos no han situado entre sus prioridades, el trabajo político-electoral-institucional.
Una, la que viene de Canarias por la Izquierda, gana la batalla orgánica e impone sus candidatos al Parlamento canario y, más tarde, al Congreso de los Diputados. Son los que mantienen el vínculo con la organización central en Madrid.
Otra, la más vinculada a Acción en Red, logra hacerse con la candidatura al Cabildo de Gran Canaria. Tras las elecciones se conforma una mayoría de progreso que integran junto a Nueva Canarias, a la que corresponde la presidencia del Cabildo, y PSOE. Un pacto que, desde el minuto uno, es mirado con desconfianza e incluso boicoteado por el Podemos oficialista.
En Tenerife, la situación es bien distinta. Sí Se Puede, con una presencia institucional en algunos ayuntamientos en los que realizan un trabajo reconocido positivamente, ve peligrar su futuro con la llegada del tsunami Podemos.
Tras algunas visitas a Madrid, logran un ensamblaje, permitido por los estatutos del partido de Iglesias, que les posibilita ir junto con Podemos al Parlamento y al Cabildo, con notable éxito en ambos casos. Y les permite, además, seguir existiendo como organización.
En ambos casos, las relaciones no han sido nada fáciles. Mucho peor en Gran Canaria, donde las desavenencias han sido públicas: declaraciones acusatorias, artículos en prensa, recogida de firmas, peticiones de expulsión y hasta denuncias en los juzgados. Así como apertura de numerosos expedientes.
Superando con creces, en su corto período de existencia, a lo que solemos ver en los partidos tradicionales. No ha habido voluntad o, al menos, capacidad para amortiguar las discrepancias y para lograr un mínimo status de convivencia pacífica entre las partes.
Pero en Tenerife también hay tensiones entre los dos Podemos, el de los que sólo pertenecen a la exitosa marca y los que comparten doble militancia con SSP. Y las putaditas son, por ejemplo, evitar la participación en una determinada charla, aunque por cualificación así corresponda a este u otro miembro del partido. O no dar difusión a la actividad de determinados consejeros. Las víctimas de las mismas suelen ser, mayoritariamente, militantes de SSP.
Orgánico
En ambos casos, lo orgánico no coincide con lo institucional. En la isla capitalina occidental por el fuerte peso de SSP en la cámara canaria y en el Cabildo; en Gran Canaria porque los de Meri Pita, fuertes en lo orgánico, en el aparato, no controlan a sus miembros en la corporación insular. Pero tienen la ventaja de que aparecen como los interlocutores ante Madrid. No sé si por méritos propios o por falta de interés de la metrópoli del partido ante los problemas de Canarias.
Bastante tienen Pablo Iglesias y los suyos con las confluencias en Cataluña, Galicia o Comunidad de Valencia. Y dada la lejanía y la despreocupación, ¿por qué habrían de fiarse más de los de Brito que de los de Pita que, encima, llegaron primero?
Hace unas semanas, Conchi Moreno, secretaria de Organización de Podemos en Canarias, echó leña al ya avivado fuego con unas declaraciones en los medios de comunicación en las que pide a Sí Se Puede que se disuelva como organización política.
La respuesta es inmediata. Desde Sí Se Puede lo califican de “desafortunada declaración política” y plantean a la dirección estatal, en la que parecen confiar, que “ponga orden en Canarias”.
Finalmente, SSP no solo no se disuelve sino que amplía su ámbito territorial al constituirse en Gran Canaria e iniciar procesos similares en Lanzarote (con Alternativa 25 de mayo).
Es cierto que este entendimiento no surge de la noche a la mañana. Se viene tejiendo desde el trabajo conjunto en las candidaturas al Senado (En Canarias Decidimos), que no contaban con el apoyo del sector oficial, o en el desarrollado por la Asamblea de Cargos Electos. Con anterioridad a esos encuentros prevaleció el distanciamiento, pese a los muchos elementos comunes.
Incapacidad
Para integrantes de Podemos que no se sitúan en ninguno de ambas facciones, se trata de la confirmación de un rotundo fracaso. Demuestra, a su juicio, la incapacidad para formular un proyecto unitario, plural y en el que se puedan expresar libremente las diferentes opiniones en el seno de la organización. Y lamentan la imagen de desunión, de peleas cainitas, de perder mucho tiempo en cuitas internas y, además, de carecer de proyecto para Canarias.
“Me gustaría que hoy lo que quede en este ambiente sea la idea de unidad, de sumar, de tolerancia, de permitir la diversidad, de construir un pueblo de esa manera”, destacó Pepe El Uruguayo en el acto de presentación de SSP en Gran Canaria.
Tendrán que realizar un gran esfuerzo para contagiar ese optimismo a unas bases y unos votantes que, visto lo visto en el último año y medio de enfrentamientos permanentes, tienen razonables y fundamentadas dudas de que nos encontremos ante un proceso constructivo, de búsqueda sincera del entendimiento y de la unidad.
El Podemos oficial, por su parte, ve como ante su propuesta de disolución se le responde de manera desdeñosa. “No querías caldo, pues toma dos tazas”, parece ser la rotunda contestación de Sí Se Puede a las palabras de Conchi Moreno.
Para algunas gentes de Gran Canaria y Tenerife, ahora juntos en SSP, es en cierta medida el regreso a la casa común y el compartir espacio y formación política con personas con las que sienten más sintonía ideológica y hasta personal. Para otros llega tarde y mal, forzado por los acontecimientos y sin el necesario debate interno.
Y los sectores más nacionalistas, que los hay, siguen frustrados con un proyecto demasiado jacobino, y entienden que es penoso pelearse por ser franquicia en las Islas.
Algunos han intentado comparar esta situación con las de las Mareas en Galicia o circunstancias en otras comunidades autónomas, especialmente Cataluña o Comunidad de Valencia.
Considero que tienen poco que ver y que en este caso se trata, esencialmente, de una lucha interna, de poder, para resistir en el actual período en que la desmovilización, la pérdida de ilusiones y el incremento en el descrédito de la política también está afectando a la formación antaño emergente, como se vio en su retroceso electoral en Canarias en el pasado mes de junio.
En esos comicios generales, Las Palmas fue, tras Baleares, la circunscripción electoral de toda España en la que Unidos Podemos logró los peores resultados en relación a las generales del 20 de diciembre. Con casi siete puntos de bajada duplicó la media estatal en retroceso, por delante de los resultados negativos de Asturias (-6,01), Zaragoza (-5,51) y Santa Cruz de Tenerife (-5,3). Perdió, además, los senadores que había obtenido el 20D en Gran Canaria y Lanzarote.
Paraguas
Pero, sobre todo, da la impresión de que pretenden situarse adecuadamente ante lo que pueda pasar, incluidas eliminación de las listas o expulsiones, de aquí a 2019. SSP puede ser un paraguas que permita la continuidad menos traumática en política si esto ocurre y, a la vez, una coraza que dificulte procesos de purga interna en los próximos años, dado que todos tendrían algo que perder.
Unos y otros son conscientes de sus debilidades y del peso de la marca. Unos y otros saben que fuera de ella las posibilidades de continuar en las instituciones son pequeñas; y que si en lugar de presentarse como Podemos lo hacen como Canarias por la Izquierda o Sí Se Puede, al menos en Gran Canaria, los resultados se parecerían mucho a los de aquella confluencia del 2011.
Además, los momentos políticos pasan. Ya no estamos en la efervescencia de 2014 y 2015, en la esperanza de un cambio que se ha visto frustrado por una concatenación de errores que nadie parece querer asumir en las dos grandes formaciones de la izquierda española. Las responsabilidades siempre están en la otra orilla.
Coincido con lo que señala Domingo Garí en un artículo (Los errores de las izquierdas nos dejan un PP para largo tiempo) publicado a principios de este mes de octubre: “No hay más responsable de la continuidad del PP en el gobierno durante un largo futuro que la mala gestión de los resultados electorales realizada por Podemos y el PSOE”.
Añadiendo el doctor en Historia Contemporánea y miembro de Sí Se Puede que con los comicios celebrados en diciembre de 2015 “se abrió una oportunidad de oro para producir un cambio en el gobierno del estado, pero las apuestas tácticas realizadas por las izquierdas no convergieron para hacer de esa posibilidad una realidad inmediata”.
Ya no hay bipartidismo, cierto. Pero el PP, el de los recortes y la corrupción, sigue al frente del Gobierno central y la desunión, fractura y pérdida del norte de las izquierdas augura un largo invierno de permanencia en los bancos de la oposición. La desmovilización de la sociedad tampoco vislumbra un horizonte esperanzador. Malos tiempos para la lírica, pero sobre todo muy malos tiempos para la gente.
Desigualdades
Lo que sí parece que estará a la orden del día será la continuidad de políticas económicas muy lesivas que afectarán a los ya tocados servicios públicos e incrementarán la pobreza y las desigualdades sociales. Tras el 15M y la irrupción de los emergentes, el cambio que algunos pronosticaban no ha llegado a producirse.
La vieja derecha resiste, eso sí sin mayoría absoluta. Y la actual conformación de las cámaras aleja la posibilidad de abordar profundas reformas constitucionales en el próximo período. Ni, por supuesto, de abrir proceso constituyente alguno.
Mientras tanto la pelea interna en Canarias se promete dura entre las dos actuales facciones de Podemos. Como duro y decepcionante va a continuar siendo el panorama para integrantes y simpatizantes del partido morado en el Archipiélago que aspiraban a una fuerza política distinta, de nuevo cuño, con nuevos estilos y nuevas maneras de abordar las inevitables y enriquecedoras diferencias, y que no repitieran errores y malas maneras del pasado.
La sombra de UPC, de su fulgurante ascenso y de su no menos fulminante derrumbe, acecha tras las paredes de unas izquierdas que no parecen dispuestas a aprender de la historia. Ni siquiera de la suya.
El comunicado emitido este miércoles por la secretaría de organización de Podemos y en el que señala que “esperamos que en coherencia con la nueva línea adoptada por Sí Se Puede, los miembros de este partido que forman parte de la estructura orgánica de Podemos renuncien a sus cargos” ratifica que la guerra en la organización morada en Canarias entra en una nueva fase y se recrudece.