Vox, un partido marginal en Canarias que intenta aprovechar la resonancia de la crisis migratoria para crecer

Toni Ferrera

6 de febrero de 2021 06:00 h

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Preguntar sobre Vox en Canarias se está convirtiendo en una tarea complicada en los últimos meses. El partido de extrema derecha ha perdido una masa importante de afiliados y simpatizantes que denuncian la falta de democracia interna y la concentración del poder en unas pocas manos. Antiguos miembros de la formación destacan que esta deriva “consciente” e “intencionada” no es casualidad, y que la cúpula de Madrid, liderada por Santiago Abascal, Javier Ortega-Smith e Iván Espinosa de los Monteros, está interesada en purgar a los disidentes para no sufrir represalias. Ocurrió, sin ir más lejos, con Carmelo González, canario y líder del sector crítico dentro del grupo que se dio de baja del partido en noviembre por “la dictadura intramuros que, bajo tu presidencia [la de Abascal], algunos han organizado”. Y ha pasado lo mismo con otros militantes que se han marchado descontentos y contrariados a otras plataformas alternativas, convirtiendo a Vox en las Islas en un satélite esquelético de lo que se dicta desde Madrid, donde residen las voces más autorizadas.

Vox no tiene representación en ninguna administración en Canarias. Ni en el Parlamento autonómico, ni en los siete cabildos insulares y tampoco en ninguno de los 88 ayuntamientos. El partido en el Archipiélago solo cuenta con dos diputados en el Congreso, uno por cada provincia. Por Las Palmas está Alberto Rodríguez Almeida, abogado y empresario de 42 años vinculado a movimientos ultracatólicos y al Opus Dei. Y por Santa Cruz de Tenerife figura Rubén Darío, del que se sabe más bien poco y sobre el que recaen múltiples quejas de exafiliados por su incompetencia y nula comunicación.

Las fuentes consultadas por Canarias Ahora recalcan la diferencia, sobre todo en organización, que existe entre Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas, dado que la provincia oriental sí presenta unas bases más asentadas. Pero no niegan las irregularidades denunciadas, los nombramientos a dedo y otras muchas escenas dantescas que se han producido en ambas provincias, lo que ha conducido a Vox en Canarias a ser un partido hueco que pretende sacar rédito de la crisis migratoria e instaurar su discurso antiinmigración sin mover un dedo.

Santa Cruz de Tenerife, tierra desocupada

En la provincia más occidental de Canarias, y concretamente en Tenerife, la imagen es de un partido vacío y sin militancia. “Es una decadencia brutal que ellos no quieren ver. Vox tenía la necesidad de llegar al poder. Ahora no necesitan afiliados. No se acepta la disidencia”, relata una de las fuentes consultadas.

Ha habido varios capítulos que han provocado esta desafección. Uno de ellos se produjo poco después de las elecciones generales de noviembre de 2019. El presidente provincial, Alejandro Gómez, fue invitado a dimitir voluntariamente por los llamados “hombres de negro”: Tomás Fernández Ríos, vicesecretario nacional de Organización, Marcos Cruz, director territorial, y Jaime González Canomanuel, coordinador de Canarias y Baleares. Sobre Gómez pesaba una imagen de tipo gris y poco carismático. Pero incluso la gente que no estaba convencida de que fuera el hombre ideal para liderar el proyecto en Santa Cruz de Tenerife, se enfrentó a esa decisión. “Él dio mucho por el partido cuando aquí no lo conocía nadie”, agrega una de las fuentes.

El problema, dicen, no fue solo la falta de liderazgo, sino también el poco encaje que tenía Gómez en los nuevos rumbos de Vox. El partido achacó su cese a una “redefinición” que, si bien ha tenido poco éxito (porque el goteo de bajas de afiliados es constante desde entonces), sí ha ayudado a extender el argumentario más ultra que aplica la formación de Santiago Abascal desde la tribuna del Congreso. “A Madrid llega la noticia de que no es la persona adecuada. Que no casa con la nueva estructura del partido”, explican.

Tampoco gustó la elección de Rubén Darío como primero en la lista para el Congreso de los Diputados. Subrayan que la decisión llegó por sorpresa. Que nadie sabía quién era. Y que la opción de votar a Vox en las Islas vino motivada por Abascal, no por las andaduras de este capitán de la Marina Mercante, con un doctorado y siete libros publicados, todos ellos vinculados con la actividad marítima o con la meteorología de Canarias.

Darío fue suspendido de empleo y sueldo durante tres años (de 2015 a 2018) por compaginar de manera irregular su trabajo público como profesor del Instituto de Formación Profesional Marítimo Pesquero, entidad dependiente de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del Gobierno de Canarias, con el ejercicio de su actividad privada en una empresa dedicada a la acuicultura, Pardal Cultivo de Peces, de la que fue socio, administrador y apoderado. Algunos no entienden cómo un partido que sabía que iba contar con alta representación en el Congreso de los Diputados se sacó a Darío de la manga, un político que las pocas veces que ha hablado ha removido la silla de los seguidores de Vox. Por ejemplo, como recuerda una fuente, cuando declaró en el periódico El Día que su prioridad en la Cámara Baja era “el interés de los chicharreros y, luego, lo de las ballenas y el acoso que sufren”.

Con la intención de poner un poco de pegamento llegó Jaime Canomanuel. Se presentó como el coordinador territorial de Canarias y hombre de confianza de Ortega-Smith en el Archipiélago. Su puesto no existía dentro de los estatutos del partido, algo que no sentó bien en las bases. Así como tampoco fue aplaudida la conformación de las dos últimas gestoras, la primera presidida por Almudena Viota, acusada de ser muy autoritaria y cesada a los pocos meses de llegar al cargo, y la última, que dirige Manuel Concepción. Todos ellos puestos a dedo. “No hay democracia interna dentro del partido. Eso se cae de cajón”, añade una de las fuentes consultadas.

Para más inri, los disgustos fuera del partido se multiplicaron el pasado mes de octubre, cuando un grupo de ultras vinculados a Vox increpó a un joven por ser grabados portando una bandera franquista en La Laguna. Antonio Rodríguez, Francisco José Hernández y Antonio Bueno, que han entrado en listas locales en representación de Vox, ya sea para el Parlamento de Canarias o el Ayuntamiento de La Laguna, aparecen en el vídeo que destapó Canarias Ahora. También está Merchines Zerolo Álvarez, candidata número uno de Vox al Senado por Tenerife, a la que se le escucha gritar “a ver si tienes huevo [de retirar la bandera franquista]” y gritar “maricón” al joven.

“Nos mandaron a Canarias”, dice Pepe López, presentador y propietario del canal canario Mi Tierra conocido por sus alabanzas a la extrema derecha, “un delegado, un coordinador que se llama Jaime. Un inútil (…) No sabe nada de las Islas. Ha nombrado varias gestoras, a cada cual más inútil. A cada cual más rebenque. A cada cual con menos ideología. Si esta gestora sigue aquí, el diputado por Tenerife lo perdemos”. Pepe López reitera en un vídeo que no tiene nada que ver con Vox. Pero hay imágenes en las que se le puede como apoderado en unas elecciones. Con todo, lo último que se conoce es una carta del Secretario General de Vox, Ortega-Smith, agradeciendo “la gestión y gran trabajo que viene realizando la gestora en la provincia [Santa Cruz de Tenerife] desde su nombramiento”.

Las Palmas y Carmelo González, líder del sector crítico

La crisis también ha tomado forma en Las Palmas. La dirección nacional de Vox decidió en febrero de 2019 acabar con la ejecutiva que presidía Ricardo Braña al descubrirse que pesaba sobre él una condena judicial por fraude fiscal. El otro alto cargo del partido en la provincia por aquel entonces, José Luis Moyano, también fue expulsado tras publicar este periódico que había amenazado a un policía nacional, con el que mantenía discrepancias en su desempeño como gestor de fincas, con caerle encima con el peso del Ministerio Público cuando esté ocupado por Vox.

Luego llegó Nicasio Galván, el actual líder del Comité Ejecutivo Provincial. “Políticamente es un cero a la izquierda. Siempre ha sido criticado. Nunca ha hecho partido, no ha hecho promoción”, explica una de las fuentes. “El partido de forma planificada opta por tener la menor estructura posible y el mayor poder posible [concentrado en Madrid]. Mal no les ha salido. Eso sí, la actual directiva en Las Palmas no la conoce nadie. El Comité no se reúne nunca. No hay presencia de afiliados. La gente está muy desencantada”. Cuando el partido decidió manifestarse contra el Gobierno central en octubre, no reunió a más de 10 coches en la capital grancanaria. Pero cuando la concentración giró bajo los lemas “paremos la invasión migratoria” y “defendamos el turismo y la hostelería”, sí que se sumaron más adeptos impulsados por los meses de bloqueo en la gestión migratoria que han avivado la crispación en las Islas, sobre todo en Gran Canaria. “No se están moviendo para ganar fuerza porque el discurso viene envasado de Madrid. Sin moverse de su despacho, están consiguiendo un número importante, no de afiliados, sino de votantes. Sin hacer nada”.

El diputado por Las Palmas, Alberto Rodríguez, alcanzó el primer puesto de la lista para el Congreso después de la renuncia de José María Vázquez, que alegó “motivos personales” a su salida cuatro días antes de las elecciones. “Tampoco lo conocía nadie”, añaden las fuentes consultadas sobre Vázquez. “Ese tipo de conflictos, más la inacción total, han hecho que un montón de gente se vaya”.

El ejemplo más nítido de la descomposición de VOX en Canarias es la marcha de Carmelo González, la cara visible del sector crítico del partido. Médico y ateo, González se presentó a unas primarias por la presidencia nacional de la formación ultraderechista el pasado mes de marzo, antes de que estallara la pandemia. Su candidatura fue excluida por no reunir el número mínimo de avales, aunque no hubo transparencia al respecto y no se informó de cuántos había cosechado. Él respondió a Abascal con una carta denunciando el presunto pucherazo, también, en las elecciones primarias a los comités provinciales.

“Supongo y asumo, querido Santi, querido presidente, que en unas elecciones libres y justas me ganarías nueve de cada diez veces. (…) ¿Por qué entonces tanta manipulación? ¿Por qué tantas irregularidades y tanto desprecio a unos afiliados que aman a Vox y a España tanto como tú?”.

La fragmentación de Vox

Las recurrentes denuncias por la falta de democracia interna y autoritarismo han provocado que antiguos miembros de Vox hayan decidido formar nuevos proyectos políticos sobre los que asentarse. A nivel regional se encuentran TúPatria, una apuesta “liberal en lo económico y conservadora en lo social”; España Suma, la escisión de Vox en Andalucía que ha robado la marca a la coalición PP-Ciudadanos; y la asociación cívica España Habla, que podría configurarse próximamente como un partido. “Nos gustaría volver a tener una opción de lo que fue Vox en su momento”, concluye una fuente. Veremos qué ocurre en las próximas citas electorales de 2023.

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