Que los hoteles de las Islas Canarias no se preocupaban del producto local es algo que en las islas hemos conocido muy bien a lo largo de los años. El Todo Incluido que copiamos del Caribe hizo un gran daño a las propuestas gastronómicas en los interiores de los hoteles y después se trasladó a los restaurantes que se encontraban ubicados en sus cercanías. Pero esa tendencia está tornándose a la inversa y cada vez son más los hoteles que entienden que más allá del sol y comodidades, la gastronomía que tengan en su interior será clave para atraer la atención de un turista exigente y que está dispuesto a pagar más por la calidad y el producto local.
La insignia Royal Hideaway en Canarias se ha consolidado en poco tiempo como un referente gastronómico de primera magnitud. Si en Las Palmas de Gran Canaria cuentan con un hotel propio como es el Poemas by Hermanos Padrón con una estrella Michelin como emblema, en el Corales de Costa Adeje, en Tenerife, esa propuesta se multiplica por todos y cada uno de los puntos que allí se dan cita.
Para los desayunos, según uno se encuentre en la zona familiar (Olivia) o en la zona solo adultos (Nao), hay una oferta muy parecida en calidad con un gran surtido de zumos de frutas de la huerta, cocina en caliente elaborada a vista del comensal, un impresionante y poco frecuente surtido de panes de calidad ya no en hotel, sino en restaurantes y multitud de pequeños detalles como que te elaboran a petición algo tan especial como un “barraquito con todo”. Los huevos a la benedictine con salmón o con bacon y las tortitas con frutos rojos, una perdición. El hotel tiene un acuerdo con la finca La Calabacita que se encarga de suministrarle una gran parte de las frutas y verduras para los puntos de venta tanto generales como los más gastronómicos.
Punto y aparte se merece el StarFish, punto del hotel que durante el día hace funciones de “bar piscina y restaurante a la carta” para por la noche pasar a ser un exclusivo a la carta para toda la familia. Aquí hay una dupla que podría ser la cabeza pensante y de éxito de cualquier restaurante externo, conformada por su jefe de cocina, Samuel Álvarez y su sumiller o jefe de sala, Nilo Sánchez. Asturiano el primero y gallego el segundo, su propuesta constituye una auténtica sorpresa por cómo integran el producto marino local y los vinos de las islas a la oferta gastronómica de un lugar donde no esperas comer o cenar al nivel al que lo haces.
De entrada, sorprende y alegra el bodegón de pescado local a la vista del comensal. “Trabajamos con cofradías del sur de Tenerife a la hora de poder suministrarnos con la mayor cantidad de pescado de la zona. Me gusta mucho el pescado de roca y también de profundidad a la hora de darle su punto en la brasa por medio del josper”, me cuenta con brillo en los ojos su chef, Samuel Álvarez. Continua explicándome que “como asturiano que soy me ha sorprendido el poco consumo del pescado que generalmente se tiene en Canarias, es algo que no te imaginas cuando lo ves desde fuera y más con la calidad y variedad de producto que hay aquí. En StarFish el nombre es ya una declaración de intenciones, el protagonista absoluto de nuestra propuesta es el mar, teniendo por supuesto otras opciones porque tenemos claro que no somos un monotemático y que además debemos satisfacer las necesidades y apetencias del cliente del hotel”, sentenciaba.
Por su parte Nilo me muestra la carta de vinos y la del menú. “En los vinos intento tener una gran oferta de vinos de las islas, me parecen que tienen una personalidad propia y que maridan muy bien con nuestra propuesta gastronómica, eso sí, sin dejar de mirar hacia la Península y algunas joyas extranjeras”, cosa que se ve a la primera con propuestas que abarcan desde Lanzarote hasta El Hierro. Otra de las pasiones de Nilo es el queso “y aquí soy inmensamente feliz gracias a la variedad de quesos de las islas que puedo tener, sumándole algunas curiosidades francesas o inglesas de enorme calidad. Nuestro proveedor es Queso Project, siempre dispuestos al quite de traernos todo aquello que se adapte a lo que hacemos aquí”. En aceites acaban de cerrar un acuerdo con Castillo de Canena, que se convertirá en el AOVE por excelencia de los puntos de venta principales del hotel, con todo lo que ello conlleva ya que no olvidemos está considerado como uno de los mejores AVOE del mundo.
Tuve la ocasión de cenar un día y almorzar otro para poder degustar en profundidad y sin embotellamiento la propuesta de Starfish y destaco las notables frituras gracias a una harina de maíz que se traen desde Asturias y que permite una fritura seca y crujiente a la vez. Mejorable el tartar de atún al que las fresas y el kimchi le restaban cualquier vestigio a mar y eso que hablamos de un patudo rojo canario de temporada. Pero en cuanto el Josper toma el protagonismo la cocina sube tres escalones del golpe gracias a un impecable espárrago de Navarra de temporada, perfecto el punto de brasa a un alfonsiño de pieza entera, pero sobre todo, auténticamente sublime y motivo de visita o repetición del local, un lomo de cherne negro al josper con una demiglace de sus espinas como base. Inenarrable, de los mejores bocados marinos en lo que llevo de año.
El broche en el almuerzo comentado fueron los arroces, de Molino Roca con lo que la calidad ya está presente desde el grano, secos como mandan los cánones de un buen arroz valenciano y que la potencia esté integrada gracias al fumet previo y no a convertirlo en un arroz con cosas. El punto a mejorar es que se atrevan a ir a por todas con el socarrat aprovechando ese Josper que tienen donde le dan un toque de última hora, se ve muy claramente el “miedo” a que esos arroces vuelvan de vuelta a cocina por el poco conocimiento del comensal a la hora de comerlos, pero creo que si en un sitio pueden apostar por educar al mismo, es este. Sin duda son unos de los mejores arroces que se están haciendo en las islas y otro motivo para acudir a comer al Starfish, sea uno cliente del hotel o no, porque este es otro punto clave, aquí comen tanto clientes internos como externos.
De Il Bocconcino y SanHó les hablaré durante las próximas dos semanas por separados de cada uno de ellos. El primero comandado por Nikki Pavinelli se ha convertido por méritos propios en el mejor restaurante italiano de toda Canarias a una distancia sideral de cualquier otro. El segundo es toda una sorpresa porque cuando crees que lo has visto todo en la cocina nikkei de las islas. Adrian Bosch y Eduardo Domínguez te rompen la cabeza con una propuesta de arraigada personalidad, irreverente atrevimiento y un resultado absolutamente increíble. Sobre El Rincón de Juan Carlos, ya hemos escrito hace muy poco una crítica al respecto del que para muchos es el mejor restaurante de toda Canarias, cosa que suscribo a manos llenas.
La figura y el peso de ser el chef ejecutivo del hotel recae sobre los hombros de alguien que ya ha vivido este viaje en Lanzarote, muy concretamente en el Hotel Princesa Yaiza, como es Victor Bossecker. Se le ve feliz, concentrado y con ganas de poder llevar a cabo un proyecto que posicione el Royal Hideaway Corales Resort en un lugar gastronómico no conocido en Canarias. Particularmente creo que están en el camino correcto, no conozco ningún otro hotel a este nivel exquisito y de excelencia en todos sus puntos, pero lejos del conformismo, como bien dice su director, Fernando Turnes, “aún nos queda un largo camino por recorrer, no bajamos la guardia a pesar de lo que estamos consiguiendo, esto solo nos da fuerzas para seguir en la senda del esfuerzo, apuesta por el producto local, excelencia en los fogones y sobre todo, escuchar y cuidar a nuestro cliente, tanto el que se queda a dormir, como el que nos elige para venir a comer a alguno de nuestros puntos”.
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