Comienza la clase en el colegio José Tejera Santana de Jinámar. Los 14 niños encabezados por el profesor Davide Payser empiezan golpeando sus menudas piernas contra el suelo, casi como si de una marcha militar se tratara. Todos en orden, con disciplina y concentración. Aunque a más de uno se le desliza una sonrisa traviesa y silenciosa para el compañero de al lado. Está feliz del reencuentro, hoy es el primer día después del parón navideño.
Estos niños forman parte de Barrios Orquestados, un proyecto que busca acercar la música a los barrios de Las Palmas de Gran Canaria con dificultades para acceder a la cultura. Están repartidos en tres zonas, Tamaraceite, Cono Sur y Jinámar, sumando en total 140 niños de entre 6 y 12 años. Están aquí porque de otra manera, sus padres no podrían pagar una educación musical especializada, aunque la realidad de las familias es diversa. Hay núcleos familiares normalizados y otros que se encuentran en situaciones delicadas y golpeadas por el desempleo. Como denominador común, la mayoría de ellas presenta, por su entorno, una situación de exclusión cultural.
La metodología aborda educación rítmica, auditiva e instrumental, respiración e higiene postural. Los chicos reciben una hora de clase de lunes a jueves, donde aprenden a tocar el violín, la viola, el chelo o el contrabajo. Además, una vez al mes los 140 alumnos se reúnen para poner en común todo lo aprendido.
Barrios Orquestados inició su andadura en 2012 con 12 violines y 24 niños. En sus orígenes, no había dinero ni instrumentos pero contaban con lo más importante, la idea y la voluntad de las personas. Sin esta sólida predisposición de los profesores y demás profesionales, la idea se hubiera quedado solo en eso y la ilusión de transformar la sociedad a través de la música, se habría desvanecido. Así fue como lentamente el proyecto fue cogiendo forma, gracias en un principio a los préstamos de instrumentos de otros profesionales de la música y ya más tarde, con ayudas económicas de diversas fundaciones y organismos.
El profesor Davide está al piano y los niños en sus lugares, cada uno con el instrumento que eligieron en sus comienzos. Ahora deben trabajar el pizzicato, que consiste en pellizcar con la yema de los dedos las cuerdas del instrumento. En el aula se encuentra también el creador y director de la orquesta, José Brito, quien les pide a los niños que deben tener disciplina, “¿qué es disciplina?”, pregunta uno de los pequeños apoyado en su violonchelo. Estas clases no son solo musicales, también se enseñan valores. Los profesores coinciden en que sin disciplina una orquesta no se puede mantener y esto se lo transmiten a los chicos. “El vehículo es la música para inculcar valores que les sirvan en el día a día y eso, es lo más importante para nosotros”, expresa el director de la orquesta.
Las aspiraciones de Barrios Orquestados
Este proyecto pretende generar conciencia colectiva, que los sectores locales tengan las herramientas que les permitan transformar la sociedad. Es por tanto, una iniciativa de dinamización y empoderamiento del pueblo. “Al no haber una sociedad activa es más fácil que haya corrupción, y para controlarla hay que generar conciencia colectiva”, declara José Brito.
A corto plazo, el objetivo es expandirse y poder abrir cada año una nueva célula. En 2015 serán dos, una en el Risco de San Nicolás, en la capital grancanaria y otro en La Cuesta, en La Laguna. Así que este año extienden este sueño musical a la isla vecina, donde ya habían manifestado su enorme interés en acogerse al proyecto. Al director le encantaría ver los barrios de Canarias plagados de orquestas, sin embargo, los propósitos marcados intentan no alargarse en el tiempo. “Aunque soy muy soñador, no genero expectativas a largo plazo que generen frustración”.
Las comparaciones a veces son inevitables, aunque el director prefiere que se borren las etiquetas que lo ligan al Sistema de Orquestas de Venezuela. Considera que el proyecto de Barrios Orquestados no es bolivariano, ni se enfrasca en una ideología, sino que es cuestión de sentido común. Recuerda que la educación debería ser gratuita y que todos deberían poder acceder a la formación instrumental. “Si quieres tener garantía de mejora social en un pueblo, alimenta la educación y la cultura” afirma el impulsor del proyecto.
El germen de Barrios Orquestados es la necesidad personal de José Brito de poder compartir los conocimientos adquiridos, “repartir lo que uno sabe y así entender que ha sido útil lo que has aprendido, porque el sueño se cumple cuando se comparte”. También incidió bastante la herencia musical que le legó su padre, quien creó coros de adultos en diferentes barrios de la ciudad. Brito comprobó cómo esto generaba una transformación a esas personas, que tenían un nuevo aliciente en sus vidas y en que algunos casos, les salvó de situaciones perjudiciales. De modo que tras convertirse en profesor de violín y cuando muchos de sus alumnos terminaron la carrera, quiso trasladar la idea primigenia de su padre, pero esta vez, para enseñar a tocar un instrumento.
El entusiasmo de los padres y los niños
Ayelén tiene 7 años y lleva en Barrios Orquestados desde mayo. Toca el violenchelo y le encanta venir a clases de música “porque así aprendo muchas cosas más”, asegura con una mirada decisiva que refuerzan sus enormes ojos verdes. La canción que más le gusta interpretar es Piratas del Caribe, como a Yamilet, que toca el violín. Nayara reconoce cabizbaja que esa mañana no pudo ir al colegio porque estaba mala, “pero le pedí a mi madre por favor que me trajera a música porque me encanta”, comenta levantando su rostro contenta. La melodía en estas clases no es solo la composición de unas notas musicales, sino la alegría que se respira dentro del aula y que se proyecta en forma de pieza musical.
Borja tiene 7 años y su padre no duda que esta iniciativa supone una auténtica oportunidad para acceder a la música que de otra manera sería inviable. Su hijo iba antes a fútbol pero lo cambió por la música sin dudarlo. Sostiene que “la música amansa a las fieras”, ya que hay niños que gracias al proyecto han mejorado su comportamiento. Muchos estudios corroboran que la música es capaz de potenciar la capacidad de atención, la disciplina, la escucha y la organización del trabajo en grupo. Algunos chicos, antes de formar parte de la orquesta, tenían problemas de sueño, de hiperactividad o de atención y desde que comenzaron en Barrios Orquestados se han disipado. “El ambiente fomenta valores que posiblemente se contrapongan a los del ambiente familiar”, manifiesta el padre de Borja. En esto también coincide el padre de Sandro, otro de los alumnos, recordando que en estas clases también se enseña educación y respeto. Pero por encima de todo, está el entusiasmo y la ilusión, Sandro no duerme los días anteriores a un concierto y no quiere que nadie toque su violín porque se lo desafinan. Los padres son, al mismo tiempo, uno de los pilares fundamentales del proyecto. Sin su implicación y sacrificio, la orquesta no sobreviviría.
Desde Barrios Orquestados se pretende huir de la cultura del endiosamiento y del escaparate. “No intentamos transmitir que toques mejor que el otro, sino que te superes a ti mismo y si a eso le añades que el uno necesita del otro para tocar algo hermoso se crea una complicidad especial”, expresa José Brito.
Los chicos están clase y les toca afinar. Ellos ya saben que afinar es buscar lo fino y que en la vida hay que hacer lo mismo. Las formas son importantes, se debe cuidad la manera en la que saludas o en la que tratas a tu compañero, madre o amigo. Este mensaje se va interiorizando a la par con las notas musicales, con las melodías, el ritmo. Es un aprendizaje vital a través de la música “porque la música es vida”, recuerda José Brito.
2014, un año plagado de recompensas
El año pasado la constancia y el trabajo se pudieron manifestar en numerosos actos y reconocimientos. En noviembre, ofrecieron un concierto en el Auditorio Alfredo Kraus, en el que también actuaron Efecto Pasillo y Arístides Moreno. En octubre, Unicef premió el proyecto por su acción innovadora. Y también el año anterior, los niños compartieron escenario con el trompetista Pancho Flores, que salió del Sistema de Orquestas de Venezuela y que reconoció estar emocionado por haber tocado con los pequeños.
Además, fueron invitados a tocar una pieza musical durante la apertura del centro logístico del Banco Mundial del Alimentos, a la que acudieron una representante de la ONU, los ministros García-Margallo y Ana Pastor y diversas autoridades canarias, entre los que estaba el alcalde de la ciudad, Juan José Cardona, y el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna.
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