La larga sombra de Soria sobre Génova 13

​Las 12 o las 13 horas de un lunes cualquiera del año 2002 en la planta cuarta de la sede central del Partido Popular en la madrileña calle Génova. Acaba de terminar la rueda de prensa de cada lunes. Los periodistas están recogiendo sus grabadoras y los cámaras empiezan a desfilar hacia la escalera. El secretario general, Javier Arenas, acaba de comparecer ante los medios, como hace prácticamente todas las semanas, y ya se levanta para departir informalmente con algunos plumillas. En La Moncloa está José María Aznar y su Gobierno no padece aún los sobresaltos que luego conocerá el de Rajoy, con escándalos como el de Bárcenas, aunque de los sobresueldos de entonces vengan muchos de los sobresaltos de ahora.

Arenas no sólo ha estado sometido a las preguntas de los corresponsales de los medios nacionales, sino también a las de los medios canarios que, en honor a la verdad, no suelen diferenciarse mucho de una semana para otra. Verbigracia: “¿Qué va a pasar con la última moción de censura municipal protagonizada por el PP contra CC ? ¿Puede eso romper los pactos entre unos y otros tanto en Madrid como en Canarias ? Porque José Carlos Mauricio el otro jueves ha dicho que ”si los conservadores siguen tensionando allí el pacto va a haber que revisarlo. Y porque aunque nos hayamos quitado de encima a Guillermo Guigou, sigue habiendo en el Partido Popular mucha gente que quiere minar el pacto“.

Pero, junto al apartado de preguntas de Canarias, que en aquel principio de siglo ya se había convertido en un clásico cada lunes en Génova 13, fueran aquellas de de San Bartolomé de Tirajana o de Telde, a Arenas también le han preguntando aquella mañana por otro asunto local: por Ponferrada, por su alcalde, Ismael Alvarez, y por el 'Caso Nevenka'. Sí, por Ismael Alvarez, el alcalde del PP, que tuvo que dimitir tras ser denunciado por una concejala de su mismo partido por acoso sexual y, posteriormente condenado y que -salgámos por un instante del túnel del tiempo y volvamos a 2013-, volvió a ser noticia hace sólo unos meses al pactar el PSOE en el Ayuntamiento de la localidad berciana con el nuevo partido que había creado. Aunque también dimitiría tras el pacto, se generó una pequeña tormenta en la sede socialista de la calle Ferraz. Pero en aquel entonces ya lejano comienzo del milenio a quien estaba afectando el Caso Ismael Alvarez era al PP, su partido de origen.

En Canarias el PP nunca terminó de ocupar como en el resto de España el espacio de la UCD y eso siempre ha preocupado a la dirección nacional

Pues bien, volviendo a aquella mañana de un lunes cualquiera, tras realizar las declaraciones de rigor, Arenas ya está departiendo informalmente con algún periodista peninsular al que al saludarlo con una palmadita en la espalda le ha dicho:

--- ¿Qué tal campeón?

Es el apelativo que habitualmente utiliza y seguirá utilizando para dirigirse con simpatía a los informadores. Y, como cada lunes, está a punto de dar comienzo uno de esos usos informativos que entre la fauna periodístico- parlamentaria de la Villa y Corte se conoce como un corrillo y en donde las reglas no escritas, cuando se abandonan las formalidades del usted y se pasa al tú, pasan por intentar sacar toda la información que se pueda pero sin dejar mal a la fuente cuando se haga uso de ella, ya que uno se encuentra en un contexto más confidencial que el del micro abierto Otra de las definiciones que en alguna ocasión se han efectuado de un corrillo es la de “situación que se produce cuando un periodista trata de hablar en privado y confidencialmente con un político en un lugar público o semipúblico hasta que van llegando más compañeros en el oficio y la conversación empieza a dejar de ser tan privada y confidencial como al principio y empieza a serlo un poco menos”.

--- Os tendrá preocupados lo de Ponferrada, Javier-- inquiere el informador apelado como campeón.

--- Bueno, no es para tanto, Ponferrada es como Canarias pero más pequeñito-- replica el andaluz entre risas como queriendo hacer un chiste.

Es obvio que al periodista canario que por allí estaba y que, aunque no estuviera en primera fila de la distendida charla, oyó el comentario nada afortunado de Arenas perfectamente, aquello no le hizo mucha gracia. Y seguramente tampoco les hizo ninguna gracia a las mujeres que estuvieran alrededor. Pero el comentario de Arenas debe ser puesto en su contexto y boberías similares que dejarían en muy mal lugar a un político si se publicaran las oye en este tipo de circunstancias uno a porrillo y procedentes de todos los partidos. Además, la función de estos corrillos va más allá de lo meramente informativo y tienen por objeto la sana distensión entre periodistas y políticos. Al fin y al cabo son personas como las demás y no van a estar siempre envarados entre ellos cuando, en muchos casos, se ven casi a diario. Y amigo o amiga lector o lectora ¿Cuántos comentarios que no harías tú en público, y que si se analizasen con absoluto rigor serían censurables, no efectúas tú en privado a veces? ¿Y debemos exigir a los políticos en privado más de lo que nos exigimos a nosotros mismos o a otras personas?

Si he traído a colación esta anécdota en esta crónica retrospectiva no es para valorar a Arenas, aunque su comentario de barra de bar en un corrillo en Génova un lunes, cuando llega la hora de la caña y las aceitunas, pudiera ser desafortunado. Si lo he hecho ha sido porque al margen del curioso sentido de la geografía del sevillano y del tufillo algo machista que encierra su gracieta -aunque, insisto, hay que situarla en su contexto- también revela cierta forma de ver estas Islas desde la Villa y Corte. O cierta forma de aparentar ante la opinión pública (o sea, ante los periodistas que cortan más y mejor el bacalao) que lo que pasa en estas Islas no tiene importancia, aunque realmente sí la tenga, y el que hace esos comentarios sí sabe que la tiene.

Cuota de preguntas canarias

Porque cuando Arenas hizo entre risas su sesudo análisis, creía que no lo oía ningún periodista que escribiese para Canarias -aunque ocurriera así, qué le vamos a hacer, esas cosas pasan- y si se hubiera cerciorado a tiempo de que había un escucha, probablemente no lo hubiera efectuado. Y es que, pese a que la anécdota denota cierta desconsideración hacia nuestras Islas, lo cierto es que en las ruedas de prensa del PP en la calle Génova siempre existió una cuota canaria de preguntas que, ni les iba ni les venía, ni apenas les interesaba a los informadores peninsulares, pero que era respetada. ¿Por qué entonces quería quitar esa importancia a Canarias el secretario general del PP cuando hablaba con otro periodista? ¿O es que la cuota periodística canaria era una concesión a José Carlos Mauricio, a cambio de su respaldo al Gobierno de Aznar en las Cortes para que la voz canaria en Madrid de la CC que él representaba pudiera alimentar un día sí y otro no a la prensa de las Islas con el relato de sus encuentros y desencuentros con el Ejecutivo del PP?

Las relaciones de Soria con Aznar y Rajoy se resentían hace 10 años por las interferencias de José Carlos Mauricio

Lo cierto es que en aquellas fechas eran relativamente frecuentes las reuniones de Mauricio y Paulino Rivero con Arenas y el entonces vicepresidente Rajoy, principal enlace de Coalición Canaria en el Gobierno de Aznar. Pero si se producían no era porque Mauricio o Paulino tuvieran ningún poder taumatúrgico, ni por la conexión de Rajoy con Gran Canaria, al pasar su padre largas temporadas en Mogán, como algunas veces, primando lo anecdótico, se ha sugerido. Ni siquiera tenían lugar porque los 4 escaños de CC en las Cortes Generales fueran importantes, ya que tras las elecciones de marzo de 2000, el PP tenía mayoría absoluta. Se producían porque, contrariamente a lo que pudiera deducirse de las coñas de Arenas (aunque los políticos se distiendan en determinados momentos con los periodistas, nunca lo hacen del todo, no vayan a creerse; y suelen seguir diciendo, casi con tanta frecuencia como delante de un micrófono, lo contrario de lo que piensan) Canarias no es Ponferrada y bien que él lo sabía entonces y lo sigue sabiendo ahora que es vicesecretario de Política Autonómica del PP. Y es que Canarias ni siquiera es comparable a Castilla- León, si tenemos en cuenta su posición estratégica y su cercanía a Africa. En realidad, es un asunto de Estado (aunque muchas veces aquí abajo no queramos enterarnos), motivo por el que para cualquier Gobierno de los que hasta ahora han existido, de UCD, del PP o del PSOE no será nunca igual que Murcia.

Pero dejemos a un lado la elevadas consideraciones geoestratégicas, ya que no son el objetivo prioritario de esta crónica; olvidémonos también por un momento la incorrección o corrección política de las coñas de Arenas y hasta de sus intenciones más o menos ocultas; olvidémonos, si ello cabe, incluso hasta de Ponferrada, aunque esta temporada el equipo de esta villa que alberga un bello castillo de la Orden de los Templarios estuviese a pique de arrebatarle el sexto puesto en la promoción de ascenso a primera a la Unión Deportiva Las Palmas (A fin de cuentas, el Tenerife terminaría haciéndolo mejor). Olvidémonos de todo eso y centrémonos en lo que verdaderamente importa: en lo más mísero y más ordinariamente político y en el mero interés partidista por los votos y por el poder: Y ello es que en Génova 13, en la sede del Partido Popular,del partido que representa a la derecha y a los conservadores españoles, Canarias siempre ha preocupado mucho. Más que nada por la precaria situación que históricamente, aunque ya se haya olvidado, tuvo no hace tanto tiempo el partido allí. Y que sólo José Manuel Soria contribuyó desde 1995 a aliviar.

Y es que conviene recordar al llegar a este punto que así como, en el resto de España, tras la desaparición en 1982 de la UCD, la mayoría de sus votos pasan bien por la izquierda al PSOE, o bien por la derecha a Alianza Popular, y, tras su refundación de 1989, al Partido Popular (el propio Arenas fue un dirigente de las juventudes centristas), quedando un pequeño puñado en manos del CDS, nada de eso se produce en Canarias hasta fecha mucho más tardía, convirtiéndose aquí las AIC y el Centro Democrático y Social, tras el estallido de la UCD, en sus herederos directos.

Anomalía canaria

Y aunque ya hace más de 20 años de ello, todavía en las elecciones autonómicas de 1991, cuando el CDS obtuvo unos pésimos resultados en toda España que abocarían a su presidente Adolfo Suárez al abandono de la política, los conservadores en Canarias sólo obtuvieron 6 míseros escaños, uno menos que el CDS, y 11 menos que las AIC. Los analistas de Génova 13 tuvieron que empezar a tomar nota de la denominada anomalía canaria del PP, ya que en todas las demás comunidades, salvo en Catalunya y Euskadi (donde había partidos nacionalistas de peso y un nacionalismo histórico de peso), los populares eran desde 1982 la primera o segunda fuerza política y habían ido ocupando el espacio de la UCD. De hecho, Canarias sigue siendo a día de hoy, junto a las dos mencionadas y Andalucía, la única Comunidad Autónoma de España que no ha estado nunca presidida por el PP. Y aunque, andando el tiempo, primero con Bravo de Laguna, y después con José Manuel Soria, haya ido mejorando sus resultados, lo cierto es que buena parte de la llamada anomalía subsiste y no ha terminado de ocupar todo el espacio de la UCD.

La conformación del tridente Adán Martín- Soria- Mauricio y la salida de éste de Madrid en 2003 provocó el fin de las tensiones con Génova 13

Además, y al margen de lo escuálido que, en cuanto a resultados electorales seguía siendo el partido, los años 90 fueron además particularmente convulsos entre los conservadores canarios en lo que se refiere a su vida interna. Las trifulcas, en algún caso ligadas a la creación de CC y a aquel surreal proyecto de alcaldía timesharing del que sería privado Mauricio en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, incluso llegaron a tener en alguna ocasión carácter semitumultuario, con la marcha al Grupo Mixto Muncipal, de la práctica totalidad de de los hasta entonces peperos, encabezados por José Sintes, como si de una Ponferrada cualquiera se tratara, quedándose Pepa Luzardo como la única fiel a Génova del consistorio. La hoy senadora por la Comunidad Autónoma luego sería recompensada y no sólo sería en 2003 en la alcaldía la heredera de Soria sino que también ha formado en más de una ocasión parte de los órganos de dirección macionales del PP.

Sólo con Soria a partir de su triunfo en 1995 en la dicha alcaldía, el partido comienza a obtener cierta presencia electoral y sólo, a partir de su llegada a la dirección regional en el 99, tras el escándalo del Caso Bango y las peleas tinerfeñas entre De la Barreda y los nachos, el partido comienza a tener cierta estabilidad interna. Y aunque el procedimiento para ello sea primero el del majo y limpio y después el de la marginación del discrepante frente al afán de consenso interno de Bravo, las vías que Soria haya adoptado a Génova le importan bien poco, pues a fin de cuentas Soria ha empezó a darle algo de lo que quiere, tras años de cuasi marginalidad y de diputados que en las Cortes Generales, como pasó con Felipe Baeza, marcharon en algún momento al Grupo Mixto.

Y ello a pesar de que las relaciones con Aznar y Rajoy en el inicio de este milenio no fueron siempre idílicas a pesar de que Soria les diese lo que le pedían. El principal motivo de ello tenía que ver con las interferencias que para Soria suponía en su relación con Génova el protagonismo de Mauricio y en las ansias de el aún alcalde de LPGC de romper totalmente el pacto en las Islas aprovechando asuntos como el 'Caso Tindaya' o la moción de censura que en otoño 2001 presentaron los socialistas contra Román Rodríguez para hacer presidente a Juan Carlos Alemán, algo para lo que era imprescindible el apoyo del PP. “Nos pide el cuerpo respaldarla” diría entonces el expresidente de Canarias con el CDS Fernando Fernández desde su cómodo escaño en el Parlamento Europeo por el PP. A Juan Fernando López Aguilar, que ya por entonces formaba parte en Madrid de la Ejecutiva de Zapatero, no le pareció nunca mal la idea y hubo citas con Soria canceladas a última hora de las que algún veterano periodista peninsular afincado entonces en las Islas fue testigo. Después, Juan Fernando nunca se recataría de volver a plantear esa posibilidad tanto en público como en privado, aunque tras las elecciones que ganó en 2007, el pacto con el PP ya era más difícil tanto porque, tras su paso por el ministerio de Justicia se habían enconado sus relaciones con los conservadores como, sobre todo, porque Soria ya estaba más calmado y controlado por Génova.

El conseguidorconseguidor

Y es que en aquellos tiempos en que era Mauricio el que ejercía de conseguidor, incluso llegó a comentarse que Soria había hecho circular en su entorno de colaboradores más próximos que, si las cosas seguían así, se plantaría ante la dirección nacional amenazádoles con montar en Canarias su propio partido, como luego ha hecho Alvarez Cascos en Asturias, aunque luego terminara presentando listas conjuntas con el PP, en según qué citas electorales, como sucede en el modelo de la Unión del Pueblo Navarro (UPN). Y Génova, que por las razones que antes hemos explicado, lo menos que quiere es volver a tener en Canarias problemas, aquellas actitudes no le sentaban nada bien.

En realidad, lo que estaba produciéndose aquellos años era un relevo en el citado puesto de conseguidor entre Mauricio y Soria y la paz entre ambos se comenzaría a materializar en el verano de 2002 en una cena familiar en Las Meloneras, con la crisis de España con Marruecos como telón de fondo. Se pusieron entonces las bases de lo que tras las elecciones autonómicas de 2003 alguien denominaría el tridente Adán Martín-Mauricio-Soria y, seguramente también, las del incremento de las relaciones con el Reino Vecino que todos hemos conocido en los años posteriores. Asimismo todo indica que entonces ambos pactaron no sólo no volver a agredirse sino una cierta cooperación y lo cierto es que la competencia y celos de Soria con Mauricio cesó en los meses siguientes y, como ya contamos en nuestra anterior crónica retrospectiva “Quo Vadis CC”, Mauricio incluso se ocupó de asesorar a Arenas para asegurar la candidatura de Soria al Cabildo y el mejor resultado para el PP de modo que no tuviera que pactar con el prosaharaui Carmelo Ramírez.

Pese a los escándalos de corrupción que desde que llegó al Cabildo de Gran Canaria le han afectado, la dirección del PP ha cerrado filas con Soria

Soria también le dejó claro aquella noche a Mauricio que, aunque no descartaba ser ministro en el futuro, tenía muy claro que primero debía pasar por el palacete de la calle Bravo Murillo que alberga al Cabildo y por el Gobierno de Canarias. Y tal vez Mauricio también le confiase a Soria que, tras varias décadas en política, su única experiencia de gobierno se limitaba a ser teniente de alcalde del Ayuntamiento de LPGC, y que le apetecía estar en el Gobierno de Canarias.

El acuerdo se haría efectivo tras las elecciones de 2003, cuando en el Ejecutivo presidido por Adán Martín, Mauricio se hizo con la cartera de Economía y Hacienda que, por los equilibrios y pactos internos de los nacionalistas, estaba reservada a Román Rodríguez junto a la vicepresidencia. Andando el tiempo, aquella marginación de Román y sus acólitos tendría no poco que ver con la ruptura dentro de CC y la creación de Nueva Canarias, pero para lo que interesa a nuestra historia de hoy, lo importante es reseñar que desde entonces a Soria le quedó el camino expedito y al cesar la tensión con Mauricio cesó también cualquier atisbo de tensión con Génova. Lo tremendamente paradójico y significativo es que, pese a que fue entonces cuando se comenzaron a acumular casos judiciales por corrupción que afectaban a la gestión del PP en Canarias y a su propia persona -Góndola, Faycan, Eolo, Salmón- Génova cerró totalmente filas con él. Y es que, tras la marcha de Mauricio de Madrid en 2003, la alargada sombra de Soria en la dirección nacional del PP fue haciéndose cada vez más efectiva y alargada, aunque el hecho de que desde 2004 los socialistas estuvieran ocho años con Zapatero en La Moncloa no permitiera todavía apreciar a simple vista y en todo su esplendor y verdadera dimensión el fenómeno.

Y tras gobernar en el Cabildo y salir de allí tras las elecciones de 2007, por el pacto entre Nueva Canarias y el PSOE, su carrera siguió los pasos previstos, recogiendo justo entonces el testigo de Mauricio en el Gobierno de Paulino Rivero hasta que, con la victoria de Rajoy en 2011 se hizo con el ministerio sito en el paseo de la Castellana en donde hoy tiene despacho para reunirse de vez en cuando con el presidente de Repsol Antoni Brufau. Y si Génova seguía teniendo estos años algún recelo por su forma de actuar -recordemos su polémica con la vasca María San Gil cuando fue encargado de la redacción de la Ponencia Política del PP- éste sería pronto acallado por el hecho de que, con o sin sobresueldos, estiman que la dirección de José Manuel les ha permitido no recibir de Canarias tantos sobresaltos como antaño.

Eso sí, la lista de damnificados por el majo y limpio de los primeros años es extensa y en algunos casos incluye personas tan valiosas como Nardy Barrios, Guillermo Guigou o María Eugenia Márquez. Otros que, como Larry Alvarez o Juan José Cardona, estuvieron en su círculo más estrecho y terminaron alejados, han terminado por alcanzar con él hoy ministro de Industria, Energía y Turismo cierto grado de coexistencia pacífica.

Nardy, Mato y Matos

Centrándonos en las Cortes Generales de este siglo, que es lo que uno conoce mejor, el ejemplo de Nardy Barrios es paradigmático, ya que en los primeros tiempos del aznarato su estilo populista y desenfadado no había dejado de hacerse notar en mitines y campañas electorales. Coincidiendo con la victoria del PP en 1996, fue la primera mujer diputada en el Congreso por Las Palmas y ocupó una de las secretarias de la Cámara, además de presentar múltiples iniciativas sobre temas sociales, lo que llevó a que en la legislatura siguiente sonara con fuerza como ministrable. Solo presidió la Comisión de Industria durante dos años, antes de abandonar a los conservadores en la Navidad de 2002 para fundar Compromiso. Y es que, pese a haber respaldado a Soria cuando accedió a la dirección tres años antes, el distanciamiento entre ambos se hizo absoluto.

La lista de damnificados por el majo y limpio de Soria incluye personas tan valiosas como Nardy Barrios, María Eugenia Márquez y Guillermo Guigou

Caso bien distinto es el del hoy europarlamentario Gabriel Mato, peninsular de nacimiento que además es hermano de la hoy ministra de Sanidad. La excelente relación con su cuestionada hermana Ana -del círculo genovés pata negra- le ha permitido mantenerse al margen de las batallitas macaronésicas y le abocaba de forma inevitable a ejercer como enlace entre Soria y la dirección nacional del PP. En la última legislatura de Aznar, Mato asimismo ocupó una de las secretarías de la Cámara antes de marcharse en 2003 para presidir el Parlamento de Canarias. No es casualidad que uno de los hombres más poderosos de los conservadores canarios en la actualidad, el palmero Asier Antona, se curtiera políticamente como jefe de gabinete de Mato en aquella época.

En la actualidad, el PP dispone de 9 de un total de 15 escaños por Canarias en el Congreso, además de 8 de 14 en el Senado. Si bien sobre todos ellos se extiende la sombra de Soria, y, excepción hecha de las apariciones televisivas del inefable Alarcó, apenas ha destacado ninguno por casi nada en lo que llevamos de legislatura, sí hay quien, como Pablo Matos, mostró alguna vez en el pasado tener personalidad propia y no decirle siempre amen al jefe. Lo que se lo permite es probablemente el hecho de haber sido su primer secretario regional y que, desde que llegó a Madrid en 2004 como diputado por Tenerife, ha dispuesto de vida propia en el PP al margen de Canarias, al ser en la pasada legislatura su portavoz en Vivienda. En esta legislatura, el tinerfeño a tenido, además, la inteligencia de alejarse parcialmente de esos menesteres en un momento en que, con el drama de los deshaucios, su labor no iba a ser nada agradable ni políticamente rentable. No es casual tampoco que Soria lo propusiera para presidir la Comisión de Industria o que la expresidenta de la ZEC, Matilde Asián, sea una de las portavoces adjuntas del Grupo Parlamentario. Muy cercana a Soria, ya que era su viceconsejera, el papel de Asián a las órdenes del ministro será particularmente relevante cuando se tramite la reforma del REF.