Evocando la hazaña de las mujeres islandesas en 1975, que paralizaron su país y obligaron al gobierno a reflexionar sobre sus demandas de mejora, y con el precedente de la Marcha de las Mujeres de 2017 en Estados Unidos para protestar contra la misoginia de Trump, el movimiento feminista internacional ha convocado para el próximo 8 de marzo, fecha emblemática donde las haya, una jornada de paro. De paro total, pues va más allá de lo laboral y se extiende al ámbito de la educación, el consumo, los cuidados a menores, personas enfermas y/o dependientes y, por supuesto, a las tareas domésticas, a las que las mujeres siguen dedicando el doble de tiempo que los hombres. Para recordar ésta y otras desigualdades más sangrantes que cuestan vidas.
Dejar de hacer lo cotidiano para hacer activismo social y sororidad ese jueves. Una forma radical de hacer caer en la cuenta, a quienes no quieren darse cuenta, del impacto que tendría en el día a día que no hubiera mujeres, que no las hubiera dispuestas a hacerse cargo. Que no las hubiera trabajando, cuidando, cocinando, llevando al niño o a la abuela al médico u organizando ese viaje familiar o profesional. Y una vez reconocida la inmensa importancia de la participación femenina en todos los ámbitos de la vida, agendar con premura el momento de sentarse a escuchar, a dialogar, a negociar. Se exige el final de la desigualdad y el maltrato existentes. Se piden mejoras para ellas, que son avances para toda la sociedad. De hecho, ése es el sentido del Si nosotras paramos, se para el mundo, lema de esta convocatoria: no es parar por parar. Es parar para hacer pensar y para reivindicar lo que es de justicia. Como lo fue el fin de la esclavitud o de la segregación racial. Porque lo que se reclama son cosas elementales en sociedades con leyes que reconocen legalmente la igualdad entre hombres y mujeres: poner fin a la brecha salarial por motivo de género, que se activen prácticas efectivas para disminuir y erradicar la feminización de la pobreza, que se deje de asesinar y maltratar a niñas y mujeres y que la igualdad baje del ámbito teórico al práctico y se convierta en un derecho y una práctica de facto además de de iure. De modo indirecto se pide el apoyo y la implicación masculina en una causa que beneficia a toda persona.
Sin unanimidad política
El parón está convocado en 177 países, con la huelga del 8 de marzo de 2017 en Argentina como telón de fondo. En España, la organiza la Comisión 8M, un colectivo que agrupa a cientos de asociaciones feministas (no confundir con asociaciones de mujeres, no es exactamente lo mismo). De ella forma parte, como representante de las Islas, Ana Hernández, de la asociación Mercedes Machado, que recuerda que siendo las mujeres la mitad de la población mundial, hay que hacer visible cuánto las necesita el sistema para funcionar.
La trascendencia de la huelga podría ser de tal calibre que las reacciones a la convocatoria no se han hecho esperar. Y no hay unanimidad. A nivel político, en el ámbito nacional la secundan Izquierda Unida, Podemos y PSOE. En Canarias, además, se les unen CC y NC. Rosa Dávila, portavoz del Ejecutivo, anunció hace unos días que tanto ella como sus compañeras de gobierno harían los paros de dos horas legalmente convocados. Según Dávila, es una cuestión de responsabilidad “adicional” por quienes ocupan cargos de responsabilidad visibilizar el trabajo que desempeñan mujeres con menos voz.
El presidente de Nueva Canarias, Román Rodríguez, por su parte, en artículo publicado en prensa estos días, informa de que “las mujeres y los hombres de Nueva Canarias (NC) nos sumamos a esta convocatoria del movimiento feminista que ya ha logrado un importante objetivo: agitar las conciencias, situar en el primer plano de la agenda social, política y mediática una situación de marginación histórica completamente intolerable; y ofrecer alternativas transformadoras para superarla. Afirmando, además, que no se conforman con la lentitud de los cambios en asuntos que afectan a sus vidas en los más diversos ámbitos. Exigiendo actuaciones y compromisos institucionales y personales, también de los hombres, para modificar la realidad y avanzar hacia un mundo de plena igualdad en el que no pueden persistir las actuales discriminaciones hacia la mitad de la población”.
Maribel Santana, secretaria insular de Igualdad del PSOE en Gran Canaria, explica cómo desde su partido se siguen “reclamando medidas y políticas para un verdadero cambio social que suponga una profunda transformación estructural en la que las mujeres sean protagonistas y copartícipes. Para eso, entre otras cosas, necesitamos una Ley de Igualdad Laboral que contribuya a erradicar las diferentes situaciones de discriminación femenina en el acceso al empleo, la promoción profesional y la brecha salarial, que junto a la precariedad y la temporalidad, conforman la columna vertebral de la desigualdad laboral”. Para Santana, “las mujeres vivimos en una sociedad que presume de igualdad legal pero que no tiene igualdad real y por ello se hace difícil comprender que el centro de debate de todos los partidos políticos no sea cómo conseguir esa igualdad sino utilizar metáforas que rozan el ridículo, en algunos casos, para no reconocer la realidad. Y es que la solución de la desigualdad real de las mujeres solo pasa por que todos entendamos que la mitad de la población, que constituimos las mujeres merece vivir en las mismas condiciones que la otra mitad”.
C’s por su parte, respeta “la convocatoria de la huelga y a todo el que quiera sumarse, pero nuestra opción es trabajar en las instituciones para lograr una igualdad efectiva entre hombres y mujeres”, en palabras de Patricia Reyes, la responsable del área Mujer y LGTBI de la formación naranja a nivel nacional.
El Partido Popular, que está arremetiendo contra la iniciativa con especial virulencia, ha asegurado a través de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, que la huelga pretende enfrentar a hombres y mujeres. O proponiendo, vía Isabel García Tejerina, la titular de Agricultura, una huelga a la japonesa. Ante el argumento también esgrimido por la formación de que las mujeres que están en paro no podrán secundarla, y de cara a tantas mujeres que trabajan sin contrato, son autónomas o están desempleadas, las organizadoras recuerdan en un cartel que “Si trabajas en el hogar y no puedes hacer la huelga, cuelga tu delantal y así sabremos que estás con nosotras”.
María del Río, de Podemos Canarias, recuerda que lo personal es político, uno de los grandes emblemas del feminismo histórico. “Todo lo que afecta a las mujeres lo es porque tiene que ver con nuestras vidas públicas y privadas. Es político que el 70% de las pensiones de viudedad, la mayor parte de ellas de mujeres, estén por debajo del umbral de la pobreza. Que más del 50% de las familias monoparentales, encabezadas por mujeres y con familiares a cargo, estén riesgo de exclusión y pobreza. Es político que tengamos miedo de ir solas por la calle, que la mayoría hayamos sufrido abusos o intentos de abusos sociales. El #Metoo es político como lo es el sufrimiento y la explotación de las kellys”, afirma.
Patronal vs sindicatos
Para las patronales canarias la huelga no es necesaria. La rechazan a través de sus presidentes Agustín Manrique de Lara y José Carlos Francisco, argumentando que los paros no responden a conflictos generados en el ámbito de la empresa. No lo ven así los sindicatos, que secundan la iniciativa feminista mediante la convocatoria de paros laborales de dos horas, en el caso de UGT y CC.OO. En Canarias, Esther Medina, representante de Igualdad de este último, señala que esta huelga “es una respuesta laboral contra la desigualdad y para que sea un éxito debe haber una gran respuesta social”. Y pone el acento en las situaciones que se viven a diario en las Islas. “Tenemos una brecha salarial que en Canarias supera los 3000 euros, ya que pluses como el de peligrosidad que se dan en sectores como el industrial no se dan en sectores feminizados como pueden ser los de la limpieza, textiles o calzado en los que el uso de productos químicos y tóxicos no se tiene en cuenta. A otros, como el de productividad, nocturnidad y horas extraordinarias, no acceden las mujeres porque les haría imposible atender sus responsabilidades familiares. No olvidemos que 9 de cada 10 reducciones de jornada por cuidado familiar las seguimos afrontando las mujeres. El 74% de los contratos a tiempo parcial son cubiertos por mujeres y no precisamente por voluntariedad, sino por exigencias de los mercados laborales. Tenemos que trabajar nueve años más que los hombres si queremos que la cuantía de la pensión sea la misma”.
Hombres por la igualdad: “Llamada a la reflexión colectiva”
Desde el ámbito social, el movimiento de hombres por la igualdad da su apoyo a este órdago que el feminismo ha echado a un sistema social, político y económico que mantiene y perpetúa el patriarcado de forma incuestionable. “Nos sentimos llamados a participar activamente en todas las acciones que se están programando para que el 8 de marzo no sea un día de celebración sino de reivindicación y protesta frente a las desigualdades, las discriminaciones y las violencias estructurales que sufren las mujeres, pero también de exigencia de un nuevo modelo social, justo, democrático e igualitario” señala el manifiesto publicado en su web. “El hecho de que el llamamiento a la huelga esté dirigido a las mujeres no quiere decir que los hombres tengamos que estar de brazos caídos sino que, aunque secundario, nuestro papel ha de ser activo, tanto en esta huelga como el resto del año. Esta huelga es una llamada a la reflexión colectiva”, destaca el texto. Para José Sánchez, de Ahige Canarias, sanitario y padre de dos niños pequeños, el papel de los hombres “tiene que ser de soporte a la cobertura de las tareas domésticas, sustituyendo a las mujeres ese día, si es preciso, en los servicios mínimos de las empresas”. José Antonio Ojeda, abuelo y también del colectivo, cuenta qué hará ese día: “el 8M yo no compro. El 8M y el resto del año asumo mi responsabilidad en los cuidados y tareas del hogar. El 8M y el resto del año, defiendo los derechos igualitarios porque una sociedad más justa y equitativa es posible”.
Con este mar de fondo, son muchas las voces que lamentan que en nuestro país la celebración del próximo 8M se haya politizado porque, en realidad, las razones de esta huelga están por encima de las diferencias ideológicas y partidistas. En pleno auge del movimiento #Metoo y la campaña Times’Up, ante realidades tan horribles como la violencia contra niñas y mujeres, en sus diversas y numerosas manifestaciones, las mujeres reclaman, para empezar, que no las maten, y que vivas puedan vivir en paz y tranquilidad. El lema Vivas nos queremos adquiere todo su sentido. Y parar el mundo para hacerlo oír a quienes, directa o indirectamente, tienen una responsabilidad en la pervivencia de la desigualdad es un imperativo moral. Porque la desigualdad y la violencia son una realidad innegable. Las dificultades de acceso al mercado laboral, el techo de cristal, el mainsplaining -esa paternalista condescendencia masculina de corregir o matizar lo que una mujer dice-, los micromachismos cotidianos, los contenidos sexistas en la industria del ocio y entretenimiento. Por no hablar de todas y cada una de las formas en que se declina la violencia de género: maltrato físico, verbal y psicológico, feticidio, prostitución, trata, ablación, violación como arma de guerra, esclavitud sexual, matrimonio infantil, agresiones sexuales, acoso, aborto forzado, discriminación laboral, mobbing maternal… Precisamente en este último ámbito, el del trabajo, sigue activa una injusta brecha salarial que perjudica la carrera profesional y las pensiones de las mujeres que ha generado muchos titulares en las últimas jornadas, a cuenta del Día Europeo por la Igualdad Salarial.
Ante tan negro panorama, las mujeres, militantes en asociaciones feministas o no, han dicho Hasta aquí. Y lo han dicho en Estados Unidos, México, Canadá y por supuesto, en los países europeos. También en Australia, África y Sudamérica. Es una propuesta global, que tiene en las redes sociales una buena herramienta de difusión. Cada día que pasa es un día menos que falta. Mientras, el trabajo es intenso en la Comisión 8M, cuya web actualiza con frecuencia sus contenidos. Ya tienen himno oficial y numerosos seguidores. Debate intenso, en la calle y en internet. Y amplia cobertura mediática, también. Si hacer pensar y generar pensamiento crítico era uno de los fines de la convocatoria, lo han logrado.