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Dangshinui Bootak. Cine Aasia 2018

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Uno de esos roles que está íntimamente ligado a la figura de la mujer es la del instinto maternal, una vez que se produce el nacimiento de una nueva criatura. La realidad y los mencionados datos demuestran que, una cosa es dar a luz, y otra muy distinta es ser capaz de hacerse cargo del recién llegado. Son legión los hijos e hijas que podrían certificar que su madre fue todo menos eso, una madre.

Paralelamente a esto se encuentran quienes, por el mero hecho de haber dado a luz, se creen, desde ese mismo momento y hasta el fin de los días, poseedoras del libro que contiene todas y cada una de las respuestas a las que debe hacer frente a una persona, a lo largo de varias vidas. Tan quimérica y absurda pretensión se suele saldar con una suerte de conflicto generacional que trunca muchas de las relaciones entre las madres y, mayoritariamente, sus hijas, estas últimas, foco perpetuo del constante acoso al que se ven sometidas por quienes no entienden que en el mundo puede haber más de un punto de vista válido.

Y también están quienes terminan siendo madres por pura casualidad o porque su sentido de la responsabilidad les lleva a asumir un rol para que el nunca pensaron estar capacitadas, aunque luego demuestren que sus dudas estaban infundadas. Este grupo suele ser menos común que los otros dos anteriormente citados y es el grupo al que pertenece Hyo-jin (Soo-jung Lim) la protagonista absoluta de la película Dangshinui Bootak (Dong-Eun Lee, 2017) título traducido al inglés como Mothers (Madres en nuestro idioma)

Hyo-jin, una dulce y entregada profesora, cuya vida se truncó al morir su marido, dos años atrás, suele estar acosada y/o directamente perseguida por los continuos reproches de una madre que nunca ha terminado de aceptar que su hija tiene una concepción de la vida bien distinta a la que tuvo ella. Y mientras trata de recomponer las piezas de su trastocada vida, Jong Wook (Chan-Young Yoon) un joven y atribulado adolescente de dieciséis años e hijo de su marido -de un matrimonio previo- irrumpe en su vida y ocupa un lugar en su casa y en su vida. Al principio las cosas no funcionan, en ningún sentido, dado que Jong Wook divide su tiempo en tratar de encontrar el paradero de su madre biológica Seo Young (Seo Jung Yun) y en ayudar a su amiga Joo Mi (Seo Shin Ae) y luego no le queda tiempo para nada más.

Su búsqueda se saldará con una madre que forma parte, por pleno derecho, del primer grupo de los anteriormente citados; esto es, aquellas mujeres que fueron madres, porque la madre naturaleza así lo ha dictaminado y nada más. Su falta de empatía y nula capacidad para aceptar una responsabilidad, aunque sea ya después de tanto tiempo, la convierten en un ser que poco le puede aportar a un adolescente que, como cualquier persona de su edad, busca respuestas y no disculpas de una mala progenitora.

Por añadidura y en medio del proceso que supone acostumbrarse a vivir con una nueva figura materna, representada, ésta, en Hyo-jin, Jong Wook deberá ayudar y casi diríamos que tutelar a Joo Mi en la aventura que supone ser madre, recién abandonada la adolescencia. En realidad, el joven se me antoja la mejor persona para apoyar a una adolescente asustada y desorientada, dado que, como otros tantos en su misma situación vital, Jong Wook sabe lo que NO debe hacer cuando alguien se encuentra en el trance en el que se encuentra su amiga y eso lo convierte en el compañero ideal para pasar por el nacimiento de un niño. Jong Wook es de esas personas que posee, al igual que Hyo-jin, una memoria esculpida a base de continuas decepciones, recriminaciones y abandonos, circunstancias que terminan por dotarlos, a ambos, de una fortaleza que no poseen el resto de los personajes con los que se relacionan y que, a la postre, les ayudará a conectar en aquellos aspectos que lograr hacer mucho más sencilla la vida de los seres humanos. Puede que su relación, llena de silencios, no sea la más normal en un mundo tan desquiciado como el nuestro, pero demuestra que cuando dos personas ponen de su parte, todo puede ser posible.

En realidad, la película escrita y dirigida por Lee Dong Eun, quien también es autor de la novela original Dangshinui Bootak -coescrita con Jung Yi Yong- demuestra que no hay verdades absolutas a la hora de aceptar un reto tan importante como lo es la maternidad y lo más que se puede aspirar es a tratar de aprender todos los días, sin perder de vista que es un aprendizaje conjunto y no basado en las experiencias de una sola de las partes implicadas.

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2018

© 2018 Myung Films

Uno de esos roles que está íntimamente ligado a la figura de la mujer es la del instinto maternal, una vez que se produce el nacimiento de una nueva criatura. La realidad y los mencionados datos demuestran que, una cosa es dar a luz, y otra muy distinta es ser capaz de hacerse cargo del recién llegado. Son legión los hijos e hijas que podrían certificar que su madre fue todo menos eso, una madre.

Paralelamente a esto se encuentran quienes, por el mero hecho de haber dado a luz, se creen, desde ese mismo momento y hasta el fin de los días, poseedoras del libro que contiene todas y cada una de las respuestas a las que debe hacer frente a una persona, a lo largo de varias vidas. Tan quimérica y absurda pretensión se suele saldar con una suerte de conflicto generacional que trunca muchas de las relaciones entre las madres y, mayoritariamente, sus hijas, estas últimas, foco perpetuo del constante acoso al que se ven sometidas por quienes no entienden que en el mundo puede haber más de un punto de vista válido.