El alma de los pobladores prehispánicos de Tamarán, la actual Gran Canaria, resiste en la genética, la cultura y las costumbres de los actuales grancanarios que, ajenos a su herencia, conviven con ella, siendo cada vez más los isleños que se interesan por conocer quiénes eran esas personas que estuvieron en la isla hasta la llegada los españoles, hace más de 500 años.
En este sentido, el arqueólogo, doctor en Historia de la ULPGC y técnico de Patrimonio Histórica del Cabildo grancanario, José de León Hernández, explicó que el legado aborigen está presente en aspectos tan dispares como la vivienda, la toponimia, el deporte, el pastoreo o incluso el propio lenguaje.
“Lógicamente, a medida que nos vamos distanciando de lo que fue el desarrollo de la cultura de los antiguos canarios se van perdiendo elementos pero la ciencia contribuye a redescubrir aspectos y restos de poblaciones que hasta hace poco han estado ocultos”, dijo.
De León se refirió a todo lo que desapareció en Gran Canaria en los siglos XIX y XX por la expansión del cultivo del tomate y el plátano, que cubrió parte de las antiguas ciudades de Arucas, Gáldar o Telde y que han ido redescubriéndose poco a poco.
“Todavía sentimos su presencia”
“Todavía sentimos la presencia de los antiguos canarios entre nosotros -declaró-, tanto en muchas costumbres y tradiciones en la población como en el territorio en el que vivieron hasta hace 500 años, el mismo territorio que nosotros hoy observamos, utilizamos y aprovechamos como antiguamente hicieron ellos”.
De esta manera, la tradición de los canarios antiguos pervive en Gran Canaria en hechos como el hábitat en cuevas que los aborígenes excavaron en montañas para hacer “enormes poblados” [como el de Acusa] o graneros colectivos.
Con el paso de los años, los isleños continuaron utilizando tanto las casas como los graneros y en pleno siglo XXI son miles las personas que viven en cuevas, siendo en algunos casos las mismas que usaban los aborígenes, aunque habilitadas para la actualidad, y en otros casos viviendas hechas ya en época hispánica.
Lo mismo ocurre con el pastoreo de cabras en la isla, puesto que las rutas que siguen los pastores, las fuentes donde hay agua y los pastos siguen manteniendo una tradición que se remonta a los primeros grancanarios.
Además, el conocimiento del territorio está heredado de lo que ya sabían y utilizaban los aborígenes. “El camino más corto entre dos barrancos probablemente sea aborigen porque son elementos de adaptación al medio”, expuso al tiempo que agregó que las plantas curativas o las señales del tiempo para saber si va a llover o no, son elementos que todavía los pastores y la gente mayor siguen utilizando.
Cuestionado sobre costumbres en lo que hoy son deportes autóctonos, como la lucha canaria o el garrote, hay descripciones de la época de la conquista que hacer entender que se trata de actividades que ya llevaban a cabo los antiguos canarios. “Muy probablemente -observó- pervivieron juegos y prácticas entre la población aborigen que sobrevivió”.
La herencia también se puede ver en la toponimia de los pueblos, en el lenguaje y palabras. “Todos los que comemos gofio por la mañana -bromeó- estamos hablando con palabras canarias”.
El poblador aborigen pervive en la sangre del isleño contemporáneo
El técnico del Servicio de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de Gran Canaria, Javier Velasco, comentó en declaraciones que la herencia genética de los habitantes prehispánicos se estudia desde dos vías que se pueden rastrear; una por vía materna -ADN mitocondrial- y otra por vía paterna -a través del cromosoma Y-.
“A partir del cromosoma Y y del ADN mitocondrial sabemos del origen norteafricano de los primeros pobladores que llegan a Canarias porque nos encontramos con los mismos puzles genéticos en el norte de África que en el archipiélago -en la época prehispánica-”, dijo.
Velasco explicó que rastreando esos marcadores genéticos de los aborígenes en la población canaria actual se puede confirmar que existe una herencia y una continuidad desde el punto de vista biológico de la población aborigen hasta la actualidad.
Respecto a la cantidad de ADN aborigen que conservan los isleños del siglo XXI, existe más influencia genética de origen materno que paterno, algo que se explica por la conquista, ya que los hombres fueron los que se vieron más afectados por muertes en las batallas contra los españoles, por la venta como esclavos y porque la población colonizadora que arribó a las islas fue fundamentalmente masculina que buscaba pareja con mujeres del archipiélago.
El también profesor de prehistoria de la ULPGC añadió que, por islas, La Gomera es la que más conserva la genética de los antiguos isleños, debido principalmente a que no fue conquistada a base de actos bélicos como otras, sino que se produjeron asentamientos europeos con menor volumen de personas de fuera que locales, lo que conllevó que los gomeros prehispánicos siguieran siendo mayoría y su genética se conservara mejor.
Aquí, refirió a estudios realizados por investigadores como Rosa Irene Fregel, que concluye en su tesis doctoral [titulada La evolución genética de las poblaciones humanas canarias: determinación mediante marcadores autosómicos y uniparentales] que el canario actual cuenta con una composición genética similar al existente en la Península Ibérica, pero con cierta mezcla norteafricana -que proviene de los antiguos habitantes de Canarias- y cuya prevalencia hoy en día varía según la isla.
Por su parte, Velasco hizo especial hincapié en que las diferencias en la genética de los aborígenes prehispánicos y un canario o grancanario actual no supone que ellos tuvieran rasgos físicos diferentes a los actuales, aunque en los últimos 500 años ha sido mucha la mezcla con europeos, africanos o americanos.
“Nuestro aspecto físico no es sólo el resultado de 1.500 años antes de la conquista, sino también de los 500 años posteriores. En la población hay un pull genético que no es sólo aborigen, sino que también es de población negra, indígena americana o europea llegados a Canarias por diversas circunstancias”, señaló.
Asimismo, comentó que los canarios son una “amalgama” desde el punto de vista genético que hace que tengan un aspecto físico que no se sabe si se parece a los aborígenes. “Desde luego, -matizó- sí que es cierto que un aborigen pasaría desapercibido entre nosotros”.
Mientras, el arqueólogo no se olvidó de la crudeza de la conquista para los antiguos pobladores, recordando que en islas como en Gran Canaria se habla de que pudo perder entre un 10 y un 20% de población durante el proceso de conquista, tanto por hechos armados como por enfermedades.
Aquí, hay diversas fuentes sobre la cantidad de personas que vivían en la isla antes de los españoles; las más abundantes hablar de unos 50.000 habitantes, frente a otras teorías, más precavidas, que apuntan a unos 25.000.
“Sin duda, Gran Canaria era la isla más poblada en el momento de la conquista y también es seguro que los mismos indígenas siguieron viviendo en la isla y en las otras”, aseveró Velasco.