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El angelote, el lince ibérico de los mares

Efe

Las Palmas de Gran Canaria —

Cada año centenares de amantes de la naturaleza acuden a España sólo con la esperanza de contemplar a un pequeño depredador que tiene aquí su último reducto del mundo, al animal más amenazado entre todos los de su especie. Y no, no es el lince, pero también corre serie peligro de extinguirse.

Se trata del angelote (Squatina squatina), un raro tiburón de fondo cuyos dominios se extendían hace solo unas décadas por todo el Mediterráneo y por gran parte del Atlántico Norte, hasta que la sobrepesca hizo que desapareciera prácticamente de todo el océano, salvo de Canarias, donde resisten sus últimas poblaciones viables.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la Sociedad Zoológica de Londres y el Museo Koening llevan ya tiempo compartiendo conocimientos para intentar conseguir que el “tiburón ángel” no pase a engrosar la lista de especies desaparecidas del planeta, porque desde hace años está en el escalón inmediatamente previo: en peligro crítico de extinción, según la “lista roja” de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).

Las tres organizaciones, que auspician la iniciativa Angel Shark Project, reúnen esta semana en Gran Canaria a especialistas en tiburones de todo el mundo, para intentar compartir conocimientos que permitan asegurar la viabilidad de las últimas poblaciones de angelotes y, si es posible, intentar algún día su recuperación.

“El angelote es el lince del mar”, defiende el profesor Ricardo Haroun, fundador del Centro de Biodiversidad y Gestion Ambiental y uno de los grandes impulsores de Poseidón, un programa científico que trata de involucrar a los ciudadanos en general, y a los clubes de buceo en particular, en la recopilación de todo tipo de datos sobre la rica biodiversidad marina de Canarias.

La comparación que elige este biólogo marino no es aleatoria: Como el felino en mayor peligro de extinción del planeta, el angelote es el más amenazado de un grupo de animales, los tiburones, que figuran entre los más castigados del mundo; como el lince, el angelote es un pequeño depredador casi siempre inofensivo para el hombre que aguarda agazapado a sus presas camuflado en su entorno; y como él, su último reducto está en territorio español.

Y tampoco es gratuita, porque los científicos involucrados en su estudio comienzan a pensar que quizás sus únicas opciones de futuro pasen por un proyecto con financiación internacional que ayude a que el angelote no desaparezca, como intenta la Unión Europea con el lince con los programas Life, reconoce a Efe Ricardo Haroun.

El tiburón ángel era relativamente común en los océanos; de hecho, las flotas del Reino Unido e Irlanda lo pescaban hasta los años ochenta, cuando dejaron de interesarse por él porque ya escaseaba debido a la presión a la que había sido sometido (en los años ochenta se pescaban hasta 20 toneladas anuales, pero desde 1998 no han vuelto a notificar capturas de angelotes, según la UICN).

En el entorno de Canarias, apunta Haroun, la flota pesquera no captura angelotes, pero no es raro que, de vez en cuando, algún ejemplar caiga en las redes de algún arrastrero o en las líneas de anzuelos de los barcos que emplean palangres de fondo.

En cambio, se ha convertido en todo un atractivo para aficionados al buceo de todo el mundo que acuden cada año a Canarias a contemplar este pacífico tiburón con aspecto de raya.

En Océanos de Fuego, club de buceo de Lanzarote que colabora con Angel Shark Project, lo corroboran: “Ver nadar a un angelote es todo un espectáculo. La parsimonia de sus movimientos minimiza el consumo de energía y denota la confianza en sí mismos de los grandes depredadores de la familia de los escualos. Un animal extinto en otros lugares y que aquí sobrevive”, aseguran sus responsables.

El angelote, que se deja contemplar, resulta casi inofensivo, salvo que se le moleste de forma imprudente, apunta Ricardo Haroun.

“La mayoría de los ataques realizados por este escualo son provocados (...) Suelen producirse cuando algún 'guía intrépido' molesta al animal tirando de su la cola o levantando su cuerpo para provocar su huida. Este proceso se repite una y otra vez a lo largo del día en los destinos de buceo y esto llega a irritar a los angelotes. Es por tanto entendible como este pacífico animal pueda llegar a sentirse acosado”, apuntan en Océanos de Fuego.

Sin embargo, aun en esos casos, el tiburón ángel no suele provocar más que daños superficiales, por el pequeño tamaño de sus dientes.