Poner en práctica las ecuaciones de segundo grado, las formas geométricas, calcular el peso o la velocidad, entre otras competencias. Son los objetivos que ha trabajado durante estos meses el alumnado de varios institutos de Canarias, que participaron en el concurso regional CanSat23, una iniciativa de la Agencia Espacial Europea (ESA) y organizado por la Consejería de Educación del Gobierno canario. Entre ellos, se encuentran dos grupos de estudiantes de tercero de ESO del IES Tablero I, en el sur de Gran Canaria. Natalia Andrade, profesora de Matemáticas de ese instituto, señala que el principal objetivo, que era poner en práctica la construcción de un pequeño satélite, se ha conseguido y que la experiencia ha sido tan motivante que prevé volver a participar con su alumnado el próximo año.
CanSat23 es una iniciativa de la Agencia Espacial Europea (ESA) difundida en el ámbito nacional por la Oficina Europea de Recursos para la Educación Espacial en España. La competición regional (de donde sale el equipo ganador que irá a la nacional) se ha celebrado en el campo de fútbol de La Atalaya (Santa María de Guía). Además del IES Tablero I (con dos equipos) han participado el IES Granadilla de Abona (con un equipo), La Orotava-Manuel González Pérez (un equipo), Cabrera Pinto (cuatro equipos), Santa Ana (seis equipos), Guía (tres equipos), Arucas Domingo Rivero (un equipo) y Támara (un equipo).
Natalia Andrade explica que el principal objetivo es diseñar, fabricar y poner en funcionamiento un satélite o simular los sistemas de un satélite metidos en la lata de un refresco. “Lo que hacemos es aprender primero lo que lleva un satélite de verdad, el sistema de alimentación, de recuperación, la carga útil de los satélites.. ”, apunta. “¿Para qué lanzo un satélite?”, señala la docente que es otra de las preguntas sobre las que es necesario profundizar para abordar el objetivo de las misiones en sí.
Todos esos objetivos y preguntas asegura que es lo que se traslada a algo tan pequeño como es una lata de refresco. “Yo lo hice desde la asignatura de Matemáticas, dentro del currículum y lo trabajé como proyecto de la materia”, resume la profesora. Durante estos meses, afirma que el alumnado fue trabajando todos los cálculos dentro del proyecto: la alimentación, la pila, los requisitos, como que el aparto debía durar cuatro horas encendido o tener un peso máximo de entre 300-350 gramos.
También detalla que había que trabajar con precisión las dimensiones. Al tratarse de un cilindro, tenía que contar con un diámetro específico del que no se podía pasar. Así mismo, se trabajó la estructura, la cual se diseñó con un programa de tres dimensiones, para después imprimir esa figura en una impresora de 3D con la que cuenta el centro educativo Tablero I.
Andrade explica a Canarias Ahora con mucho orgullo que desde septiembre inscribió a cinco equipos de su clase de tercero de ESO para participar, aunque finalmente lo hicieron dos. Durante este período incluso el alumnado ha acudido al centro por las tardes en alguna ocasión para perfeccionar sus proyectos, sobre todo cuando se acercaba el día del lanzamiento.
En esta prueba, que se celebró el pasado jueves, el alumnado debía hacer volar sus satélites, que después debían descender con un paracaídas, y a partir de ahí anotar los diferentes cálculos, como la velocidad constante a la que debe caer.
La profesora indica que en el proyecto entra en juego las Matemáticas, la Física o la asignatura de Plástica, que ha colaborado mucho en el proyecto, por el trabajo de diseño. Pero incluso la de Economía ha colaborado, sobre todo aquellos estudiantes que la tienen como optativa ya que incluso buscaron patrocinadores en empresas de su entorno cercano para el satélite, pues emularon todo a situación real. “Cada equipo diseñó su propio logo con su eslogan y buscó patrocinadores”, afirma.
Después del lanzamiento, que se realizó con un equipo de drones, vino una segunda fase de exposición. Y es que, según indica la docente, una vez etstá en el aire el satélite tiene que abrirse el paracaídas y cuando está cayendo el alumnado debe realizar las lecturas de temperatura, presión y altitud y con esos datos hay que realizar unas gráficas. Esa es la primera etapa de la misión, que deben completar igual todos los centros educativos.
Después, hay una misión secundaria que depende de cada equipo y que hay que trabajar buscando información, inspirándose en las misiones que tienen los satélites de la agencia espacial europea y diseñar el alumnado su propia misión.
“El próximo año volveremos a hacerlo de nuevo y aprenderemos de los errores”, asegura Andrade, que se encuentra muy orgullosa de que su instituto haya recibido el premio a las competencias profesionales de este proyecto.