“Por supuesto que hay que musealizar Lobos. Es un reto que tenemos por delante y nuestra investigación se ha venido gestando en la idea de que eso pueda realizarse”. Así de contundente se expresa la catedrática Carmina del Arco, la arqueóloga que dirige las excavaciones del único yacimiento romano de Canarias, localizado hace diez años de manera casual por unos turistas que visitaban este pequeño islote al norte de Fuerteventura. Canarias Ahora-elDiario.es ha visitado este asentamiento para ver los nuevos hallazgos de una campaña de excavación desarrollada en las últimas dos semanas y que concluye este domingo.
“Lobos es un privilegio para la arqueología y la historia de Canarias”, sostiene Del Arco. “Es un yacimiento que es exótico para las culturas canarias, al ser exclusivamente romano, ya que no hay ningún vestigio de las poblaciones indígenas” procedentes del norte de África. Además, añade la catedrática emérita de la Universidad de La Laguna, “nos indica el interés por explotar los recursos de Canarias”. En este caso, este asentamiento fue una rudimentaria factoría para la producción de púrpura, un cotizado tinte en la sociedad romana, tal como certifican los registros arqueológicos localizados desde que unos turistas encontraran restos de cerámica semienterrados en la arena de la playa de La Concha. Fue en el invierno de 2012.
Este enclave tiene una antigüedad de unos 2.000 años. Por la tipología de la cerámica localizada en las diversas excavaciones realizadas hasta ahora, Lobos estuvo ocupado desde las últimas décadas del siglo I antes de Cristo hasta mediados del siglo primero después del cambio de era. Isidoro Hernández, codirector de la excavación y subdirector del Museo Arqueológico de Fuerteventura, afirma que “estamos ante el yacimiento romano localizado más al sur del Atlántico”, un asentamiento al que dieron vida “poblaciones romanizadas procedentes de Gades –la actual Cádiz- y del Bajo Guadalquivir”.
Esto se sabe, tanto el origen como la antigüedad, por el tipo de ánforas y recipientes cerámicos localizados. Las dataciones de los restos de animales que consumían los moradores, principalmente cabras y ovejas, coinciden con las dataciones indirectas de las muestras de la vajilla romana excavada: en torno al cambio de era. Con estas pruebas, y dado que el resto humano más antiguo de los primeros pobladores norteafricanos, según dataciones con higiene cronométrica realizadas el año pasado, data del año 207 -principios del siglo III-, localizado en la isla de Lanzarote, se puede afirmar, mientras no se demuestre lo contrario, que Lobos es “el yacimiento arqueológico más antiguo de Canarias”, declara el director del Museo Arqueológico de Fuerteventura, Luis Mata.
Parque arqueológico
Por la singularidad que atesora Lobos y su “valiosísimo registro arqueológico”, en palabras de Hernández, los arqueólogos defienden la necesidad de crear un museo de sitio o un parque arqueológico que conjugue la preservación del yacimiento y la investigación con las visitas al recinto. “Este es el reto que tenemos por delante”, declara la directora de la excavación, Carmina del Arco. El yacimiento Lobos 1 –hay otros enclaves más pequeños en este islote declarado parque natural- tiene una superficie de 600 metros cuadrados, a los que hay que añadir los 18 excavados en la última campaña que se ha desarrollado a lo largo de las últimas dos semanas.
Del Arco defiende la musealización del conjunto, “de tal manera que lo que ahora está cubierto para su protección, y que no está excavado en su integridad, tiene parcelas de reserva para que incluso pudiera formularse un modelo de parque arqueológico donde se siguieran desarrollando actividades de investigación, más aun cuando tenemos perfectamente identificados otros puntos que tienen también materiales romanos”. Por lo tanto, “aquí hay trabajo para cantera de arqueólogos que quieran ser avezados en un campo que es parte de nuestra historia aunque no sea de factura indígena”.
El presidente del Cabildo de Fuerteventura, Sergio Lloret, visitó Lobos el jueves de esta semana, junto a varias autoridades y un grupo de periodistas, y defiende el anhelo de los científicos de crear un parque arqueológico. “El Plan Rector de Uso y Gestión del Islote de Lobos está en marcha. Por ello, estamos en el momento oportuno para garantizar la preservación de este espacio, la continuidad de las investigaciones y definir las infraestructuras y equipamientos necesarios para que la población local y los visitantes puedan conocer este importante yacimiento para la historia de Fuerteventura y de Canarias”.
El consejero de Patrimonio Histórico del Cabildo majorero, Rayco Leon, también apuesta para que “en un futuro el yacimiento deba de formar parte de la riqueza que ofrece visitar un lugar tan mágico como es Lobos”. Mientras llega ese momento, la exposición permanente del Museo Arqueológico de Fuerteventura (MAF) se está enriqueciendo con los materiales encontrados en el islote, entre ellos, un caldero de plomo en el que los operarios de la púrpura cocinaban la stramonita haemastoma, conocida en la isla como canailla, el molusco del que se obtenía el cotizado tinte para las túnicas o togas romanas
Trabajo de laboratorio
Antes de que los materiales lleguen al MAF, antes pasan por los laboratorios del MUNA de Tenerife, el museo arqueológico y de ciencias naturales más importante de Canarias, y por otros centros de investigación de la Universidad de La Laguna e incluso del extranjero. La arqueóloga Mercedes del Arco Aguilar, codirectora de la excavación de Lobos, explica que “las cerámicas las remontamos –reconstruimos- para ver su utilidad y también tomamos muestras para ver su contenido y analizarlo en laboratorios de química analítica y de paleontología”.
Son trabajos “que lo hace un equipo multidisciplinar, y que nos permitirá reconstruir lo que pasó en este lugar”. Esos restos minúsculos detectados en las cerámicas han determinado que llegaban a Lobos con recipientes cargados de salazones e incluso con vino“. Los análisis químicos determinarán el tipo de grasa ”que utilizaban para la combustión tan necesaria para el procesado de la púrpura“, señala la arqueóloga Del Arco Aguilar. También se estudian ”los carbones y restos de las cenizas para saber qué leña usaban“. Todavía no hay resultados sobre el tipo de grasa que usaban para el cocinado de la canailla ni de los restos de cetáceos que se han encontrado”. Estos últimos se han enviado a un laboratorio de Portugal.
La última campaña de excavación que culmina este domingo ha desenterrado una parcela de 18 metros cuadrados. “Se trata”, explica Carmina del Arco, “de un área de basurero que revela todos los episodios de la vida cotidiana: tenemos restos de la vajilla, del instrumental que se utilizaba para machar al molusco, de los detritus de alimentación, de restos de materiales anfóricos, piezas metálicas con anzuelos de base cobre, un nuevo conchero con manchas de color púrpura y una nueva área fabril, con lo cual ampliamos esa esfera de los vestigios localizados en campañas anteriores”.
Desde que se iniciaron las primeras excavaciones hasta ahora, se ha excavado en los diferentes concheros aproximadamente 185.000 moluscos. Con esta cantidad de stramonita “se podía producir tinte para unos 26 kilos de lana”, declara Ramón Cebrián, uno de los arqueólogos del equipo dirigido por Carmina del Arco. Realmente, es una cantidad muy pequeña. Esto viene a indicar que el asentamiento no fue permanente. La zafra del molusco se prolongaba durante poco más de cuatro meses al año, entre el otoño y el invierno; en consecuencia, los trabajadores regresaban a su lugar de origen al final de la cosecha. Es muy probable, dada la distancia entre Canarias y el sur de la Península y con las naves de hace 2.000 años, que los viajes no fueran anuales.
Jorge Onrubia Pintado es el único arqueólogo canario que ha excavado en uno de los dos yacimientos de púrpura que hay en la costa atlántica de Marruecos, concretamente en Fum Asaca, a 180 kilómetros al sur de Agadir-. Onrubia sostiene –ver la serie Amaziges de Canarias, publicada por este periódico- que “Lobos fue una factoría de púrpura; es incuestionable, pero es imposible que estuviera en explotación un siglo porque 26 kilos de púrpura es muy poca cantidad para tanto tiempo”.
Al margen de estas consideraciones y de que las explotaciones de purpura que los romanos tenían en diferentes zonas del Mediterráneo eran bastante más grandes que la de Lobos, el asentamiento romano de Canarias, explica la catedrática Del Arco, “es importante al tratarse de un yacimiento que está en posición primaria, es decir, no se ha movido y nos está proporcionando una información de los distintos espacios que ocuparon los trabajadores de la púrpura, perfectamente organizados en el asentamiento, algo que no sucede en otros enclaves purpurígenos, porque al estar en la costa han sido muy remodelados por la acción humana”.
Lobos, al estar en un islote que solo estaba habitado por un farero, ha permanecido virgen, oculto bajo la arena y el jable, una vegetación matorral de los arenales de las dos islas orientales de Canarias: Lanzarote y Fuerteventura. La historia romana de Lobos todavía tiene páginas por escribir.