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El Batán exige al Ayuntamiento una intervención de urgencia en el barrio

José J. Jiménez

21 de noviembre de 2022 21:32 h

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El Cono Sur, en pie de guerra. Las fronteras en una ciudad como Las Palmas de Gran Canaria siempre están bien definidas. Hay líneas que separan dos realidades palpables: límites que no sólo definen políticas y montos de inversiones. También señalan los lugares vip y los lugares que no lo son tanto. Y la realidad es que en lugares como El Batán, esa doble realidad se deja sentir con fuerza: laderas ocupadas por la basura; patrimonio histórico totalmente abandonado; verdaderos bosques de malas hierbas (con el temido rabo de gato a la cabeza) que crecen en las aceras y el asfalto de las calles. Los vecinos esperan como agua de mayo la inyección de 12 millones de euros que se destinará al barrio dentro del plan de 66 millones que se invierten ya en ocho vecindarios de la capital. Un plan que va con retraso y que, como muy pronto, llegará a El Batán en 2023. “A Doreste (el concejal de Urbanismo capitalino Javier Doreste) no lo están dejando trabajar”, señala el veterano líder vecinal Ramón Montesinos. Pero más allá de “las luchas internas” que se producen en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, los residentes de El batán y San Roque piden que el consistorio no se olvide de ellos en “el día a día”. El barrio, asegura Montesinos, “está totalmente abandonado”.

Según Montesinos, el estado del Batán pone de manifiesto “la incapacidad de este Ayuntamiento para gestionar los problemas del Cono Sur”. Problemas que, según el presidente de la Asociación de Vecinos El batán San Roque fueron puestos sobre la mesa en una reunión mantenida con el concejal del distrito, Prisco Alfonso Navarro. De los 11 puntos propuestos por los representantes vecinales, alerta Montesinos, solo uno ha sido satisfecho: el arreglo de unas tuberías rotas que han sido reparadas hace apenas unas semanas. De resto, denuncia el representante vecinal, “nada de nada”. “El arreglo de taludes; la limpieza de solares; la poda y limpieza de jardines; el aumento de las frecuencias de las guaguas; asfaltado de calles; arreglo de escaleras y rampas de acceso; el uso cultural y deportivo del Colegio San Roque y la rehabilitación del molino harinero del Batán”. Estas son las asignaturas pendientes que reclaman los y la residentes de esta zona de la capital grancanaria.

Ramón Montesinos denuncia que más allá de grandes proyectos, “que casi siempre se hacen de Paseo de Chil para abajo”, el Ayuntamiento no tiene en cuenta “los problemas cotidianos de los barrios”. Y en lugares como el Cono Sur, advierte, “es más necesario actuar en obras como el arreglado de un muro o en la limpieza de calles y jardines que en grandes proyectos que nunca terminan de arrancar y son apuestas a muy largo plazo”. Estamos hablando de un barrio con más de 3.500 vecinos y vecinas que se reparten en una treintena de bloques (72 portales).

Dificultades para llevar adelante la rehabilitación del barrio

Montesinos recuerda que El Batán es uno de los barrios que está esperando por su programa de rehabilitación. Están esperando desde 2018 la rehabilitación de los pisos del barrio: “Desde ese momento estamos esperando pero sabemos que el dinero al concejal de Urbanismo (Javier Doreste) le está llegando con cuentagotas”. El líder vecinal asegura que “es muy difícil que a corto plazo pueda hacerse” esa rehabilitación integral del barrio aunque espera en que durante 2023 puedan iniciarse las obras. “Tengo la esperanza en que sea así, pero sé que es muy difícil: todos son trabas burocráticas, el dinero no llega y todo es tirarle la pelota al tejado del otro”. En una reciente reunión con las autoridades municipales, se adelantó que los retrasos en el plan de barrios relegarán las acciones en la zona a 2023. “Doreste no va a seguir. Y espero que respeten lo pactado, porque si no vamos a tener que volver a hacer ruido”.

Mientras tanto, El Batán espera por lo urgente. “Queremos que se nos solucione el problema del día a día”. Y todo esto ha desembocado en la creación de una plataforma ciudadana que engloba a todos los vecinos de la zona. “El Ayuntamiento no da respuesta a las demandas del Cono Sur”, repite. Pero Montesinos aclara que el problema no es sólo esta zona de la ciudad: “Tienen una guerra abierta en el Cono Sur; una guerra abierta en Tamaraceite; una guerra abierta en La Isleta… No se da respuesta a esos problemas, y estamos cansados de hacer escritos y demandas”.

Y a las demandas por las deficiencias en infraestructuras llega otro frente de batalla: el nuevo reglamento de uso de los centros cívicos. “Parece que el Ayuntamiento ha tomado la decisión de decirle a los vecinos lo que pueden o no pueden hacer en estos locales”, indica. Los vecinos se quejan de la excesiva burocratización. “Un presidente de asociación de vecinos que lleva toda la vida haciendo actividades ahora tiene que pedir permiso cada seis meses para poder hacer actividades”.