Saber dónde se producen los contagios ha sido una de las preguntas más complicadas de responder desde el inicio de la pandemia. Los casos confirmados, a través de una encuesta epidemiológica, revelan el ámbito de exposición en el que consideran que han sido expuestos al virus. Puede ser un restaurante o una tienda. Una fiesta entre amigos. O el espacio más recurrente, el contexto familiar. Casi todos los gobiernos autonómicos han puesto el grito en el cielo y han destacado las reuniones entre convivientes como el lugar donde la transmisión comunitaria se ha acelerado estas Navidades.
Los científicos no lo niegan: en los hogares hay más relajación y la mascarilla prácticamente no hace acto de presencia. Pero también es cierto que este hecho se sobredimensiona ya que se puede hacer una óptima trazabilidad de los casos. Es decir, se pueden estudiar como es debido. No obstante, si analizamos los datos de todos los diagnósticos desde el 10 de mayo, la cifra que sobresale no es esa, sino otra bien distinta: el Archipiélago desconoce el origen de cuatro de cada 10 contagios, según el Instituto de Salud Carlos III, que recibe las notificaciones individualizadas de todas las comunidades autónomas a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE)
La tabla del Carlos III está dividida en varios colores. Cada uno de ellos representa un ámbito de exposición, como puede ser un centro sanitario, el trabajo, el domicilio o la escuela. A partir de ahí, Canarias puede afirmar que conoce el origen de un 55% de los infectados, aproximadamente. Dentro de este grupo, la mayoría marca el entorno familiar como el lugar donde contrajo la enfermedad. Le siguen el espacio laboral, los centros sanitarios y sociosanitarios, “otros” y, por último, los colegios. Todos lo demás, más de un 40%, dicen no saber dónde se contagiaron. Y esto, como explican los expertos, es normal. Así lo hace José Luis Arocha, especialista en medicina familiar y máster en salud pública: “Para saber dónde se contagió una persona tiene que haber una revisión y análisis de todo lo que ha hecho y todas las personas con las que ha estado en contacto durante las últimas dos semanas. Y eso es muy difícil”.
Arocha recuerda esto porque el coronavirus cuenta con un periodo de incubación que puede durar 14 días. Sin embargo, mirar con detalle todo lo que ha hecho un caso durante tanto tiempo es inviable. “Es difícil asegurar cuándo y dónde se ha producido un contagio”, agrega María del Mar Tavío, catedrática de Microbiología por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). El rastreo se reduce. El tiempo se acota a un máximo de 48/72 horas previas para contactar con todos los posibles infectados y determinar la trazabilidad.
“La trazabilidad te permite conocer si tienes contactos infectados. Es decir, si tú das positivo, vamos a intentar acotar las personas a las que has podido contagiar estando enfermo. Y eso sabes que puedes hacerlo averiguando con quién te has juntado los dos días anteriores”, apunta Arocha. “Lo que no hacemos es una trazabilidad completa para detectar el caso 0. Primero por las dificultades que eso conlleva, y también porque necesitaríamos una base de datos potentísima, cruzar datos, que pudiéramos cazas encuentros en establecimientos y ver si hubo transmisión en un determinado momento”.
Ahora bien, tener un contacto positivo no implica necesariamente que este haya sido el transmisor de la enfermedad. No es un elemento causal. Pero conocer esto sí sirve para decretar un rápido aislamiento a todos los posibles infectados y por lo tanto detener la expansión del virus. “Se hace para saber a quién has podido contagiar. Así aplicas el aislamiento, que es fundamental. Hay que tener en cuenta que las situaciones son diversas. Puedes haberte contagiado en el transporte público, por ejemplo. Pero, ¿cómo lo determinas?”, se pregunta Tavío.
Canarias es la comunidad con un mayor porcentaje de trazabilidad y una menor tasa de positividad. Son dos indicadores fundamentales para no perder de vista la evolución de la epidemia. En el momento en que la trazabilidad está por debajo del 50%, hay riesgo de que la transmisión del virus esté descontrolada. Y si eso ocurre, según indica Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, pierde algo de importancia. “Cuando ya hay transmisión comunitaria, la trazabilidad tiene poco que hacer. Lo importante es evitar que la gente acuda a los sitios de mayor exposición”.
Para conocer en qué lugares podrían haberse contagiado quienes no saben dónde contrajeron la enfermedad, García explica que “las posibilidades son enormes” y que “muchas veces se escapan de nuestra conciencia”. Para saberlo con un mínimo de exactitud, dice, alguien tendría que ojear todo lo que has hecho y evaluar cuántas veces y en qué momento has podido contagiarte. El experto recuerda que esto es un ejemplo más de que “las cosas no son del todo precisas” y que “hay muchas lagunas que no se contemplan”.
Una de las iniciativas que se lanzó para fijar con detalle los espacios de exposición fue la aplicación Radar COVID. El problema es que ha fracasado. Desde que se abrió, hace unos cinco meses, solo ha notificado alrededor de 37.000 positivos, menos del 2% de los que se han contabilizado oficialmente. Por eso afirmar con datos el porcentaje de contagios que se han dado en lugares complejos para el rastreo, como el transporte público o el supermercado, puede ser un tanto ilusorio. “Se deberían tomar muestras y hacer estudios muy concienzudos, pero hacia arriba, para buscar dónde se contagiaron, no tanto hacia abajo (a quién contagiaron) y esto no me consta que se esté haciendo”, señala Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático de Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid, en EL PAÍS.
El Ministerio de Sanidad publica cada semana un informe sobre los brotes de coronavirus, pero las conclusiones que se pueden sacar de él son exiguas. Según los datos oficiales, solo un 10% de los casos están asociados a brotes. “Los datos presentados en este informe hacen referencia a los casos que se han podido trazar y asociar a un brote, y en los que se puede especificar que se han producido en un determinado ámbito”. Es importante tener esto claro cuando las autoridades adjudican al ámbito familiar un 80% de los brotes de COVID-19. Hablan de brotes (más de tres contagios) y subrayan el espacio familiar, un entorno sobrerrepresentado por la facilidad para el rastreo. “Este informe presenta ciertas limitaciones. Así, ciertos ámbitos en los que puede ser complicado identificar la fuente de infección pueden estar infraestimados como, por ejemplo, espacios de uso público o eventos y lugares donde se reúnen personas desconocidas”, advierte Sanidad. Según el Gobierno de Canarias, se han detectado 138 brotes en la última semana, con 877 afectados y dos fallecidos.