En un aula de un colegio de Fuerteventura hay colocada sobre una mesa una caja llena de caras amarillas con la expresión de los conocidos emojis que utilizamos a diario en las redes sociales: una sonrisa, una cara de enfado, otra triste… Se llama “la caja de las emociones” y los niños y niñas aprenden rápidamente a identificar cada una de ellas. Es uno de los primeros ejercicios que Yanira Quintana, maestra en el colegio de Infantil y Primaria Agustín Millares Carlo, realiza en la asignatura EmoCrea (Educación Emocional y para la Creatividad) cuando la ha impartido. Se trata de una materia en la que Canarias fue pionera al incorporarla en su currículum educativo en 2014 y que desde entonces se imparte dos veces a la semana en los cursos de primero a cuarto de Primaria. En plena polémica por los contenidos curriculares que traerá consigo la nueva ley educativa, LOMLOE, que hará hincapié en incorporar la educación en valores y emocional, el Archipiélago se sitúa siete años por delante con una materia que la comunidad valora de forma positiva y que también ha sido galardonada en los Premios Magisterio.
Canarias parte desde hace décadas con una desventaja en indicadores educativos con respecto al resto del Estado. Sin embargo, se empiezan a detectar mejoras, como la tasa de jóvenes que dejan sus estudios después de terminar la ESO, que se redujo en el Archipiélago en los últimos años al pasar del 30,9% en 2011 a un 18,2% en 2020, pese a que sigue por encima de la media nacional. El informe PISA ha vinculado constantemente los resultados académicos de Canarias con la situación socioeconómica que vive, actualmente con un 35% de pobreza. Gregorio Cabrera, director general de Ordenación, Innovación y Calidad Educativa, recuerda que la idea de introducir la asignatura EmoCrea en el aula surgió por parte de la entonces viceconsejera y ahora consejera de Educación, Manuela de Armas (PSOE), en un momento de crisis social y económica muy diferente al actual y que dejó a la población muy afectada. En 2013, el grupo nacionalista también llevó esta idea al Parlamento de Canarias en una moción defendida por David de la Hoz. Se implantó en 2014 como asignatura obligatoria, que no da opción a cambiarla, dirigida al alumnado de primero hasta cuarto de Primaria. “Es como cualquier materia, con sus criterios de evaluación, situaciones de aprendizaje, contenidos…”, aclara. La asignatura está centrada en las emociones, en la resolución de conflictos de manera dialogada, en los comportamientos… y “el objetivo es ser más eficaces para ser más felices”, ya que “no es una cuestión solo de emociones, sino que las emociones nos llevan también a ser más eficaces en nuestra vida”, apunta. También tiene otro lado que es el de desarrollar la creatividad.
“Muchos de los problemas que se plantean socialmente no existirían si se trabajara previamente la resolución de conflictos de manera dialogada, constructiva, sabiéndose poner en la situación del otro, en lo que es la empatía…” resume Cabrera, que sostiene que con ella se mejoran los resultados porque hay un mejor ambiente de trabajo y de convivencia entre el alumnado. “Hay una gran demanda de los centros y de las familias para abordar situaciones de convivencia, porque una cosa es afrontar el problema y otra es prevenirlo a través de una materia”. Recuerda que en la infancia se absorben los valores de la escuela rápidamente, pero a veces la escuela se enfrenta a que esos valores no son los que dominan socialmente y los mensajes que hay en el exterior muchas veces son distintos; de competitividad extrema, agresividad, resolución de conflictos mediante los sistemas de poder… “Es una lucha complicada pero no por eso hay que dejarla”, apunta.
Durante el confinamiento, explica que las propias familias demandaban recursos para trabajar las emociones. Durante ese período en el que se pasó más tiempo con los hijos, “las características de la personalidad se acentúan tanto en positivo, somos más solidarios en algunos aspectos, pero también en negativo, es decir, se explota con más facilidad, se crean situaciones tensas en el seno de las familias…”, en especial en los espacios de convivencia que son más pequeños. Por ello, se elaboraron unos materiales digitales que fueron “muy bien acogidos por parte de las familias que los han trabajado para ayudarles también a abordar un tipo de situaciones que antes abordaba la escuela”. Todos los programas con los que cuenta la Consejería de Educación están siendo evaluados además por la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa (ACCUE) y se cuenta con el asesoramiento de un grupo de expertos de la Universidad de La Laguna. Asimismo, se ha constituido una comisión central que asesora a otras más específicas para que haya cuestiones que sean transversales a otras materias en la ESO. Para ello, se apoyan en un experto en sostenibilidad o una experta en igualdad y educación afectivo sexual, por ejemplo.
“Nadie puede ignorar la realidad de las emociones cuando da una clase de Lengua, de Inglés o de Historia”, remarca. De hecho, el director de Innovación y Calidad recuerda que el docente que es capaz de conectar emocionalmente con su alumnado obtiene mejores resultados. “A veces, tendemos a pensar, muchas veces interesadamente, que cuando decimos que se pueden trabajar las emociones en las Matemáticas o en la Historia significa que le quitamos tiempo al currículum de Matemáticas o Historia y, no es eso, es el enfoque que le damos a la materia, no se trata de quitarles contenido”, aclara, para agregar que “son técnicas, mecanismos de trabajo que nunca repercuten en negativo al ámbito específico de la materia”. No obstante, no es un cambio que pueda lograrse de un día para otro, pero se está formando al profesorado sobre cómo trabajar las emociones en otras materias.
Cómo aplicar EmoCrea en el aula
Yanira Quintana sostiene que la asignatura es “muy positiva” porque con ella se consigue generar confianza en el grupo. El objetivo de la actividad de “la caja de las emociones”, por ejemplo, es que los estudiantes pierdan la vergüenza y aprendan a expresarse, pero también el hecho de que aprendan que un mismo acto no tiene por qué generar la misma reacción en todas las personas ya que “somos diferentes”. Este concepto explica que lo aclara muy bien un cortometraje que suele poner que es el Cuento del Erizo, “que se sentía mal en el colegio porque con las púas hacía daño a los compañeros o no podía jugar a la pelota porque sin querer la pinchaba y se desinflaba”. Una vez que todos han visto la historia, la maestra les pregunta con qué cara de la caja de las emociones se sienten identificados. La docente señala que a través de sus respuestas puede conocerlos mejor y saber con quién debía trabajar más la empatía. Cuentos como este permiten explicar otros comportamientos de otros de los animales que aparecen y preguntar si se han identificado con algunos de ellos o con el propio erizo.
La maestra, que imparte clases en primero y segundo de Primaria, afirma que la materia también se puede trabajar con talleres. Por ejemplo, una profesional impartió el pasado año una charla en este centro sobre los modelos de familia que existen y el alumnado se quedó sorprendido con el hecho de que puedan ser tan diversas. La actividad la continuaron con la creación de un mural en el que cada uno tenía que pintar a su familia y que fue expuesto en el centro. La actividad permitió a las docentes acercarse más a los menores y conocer mejor su situación familiar y que todos aprendieran a normalizar unas y otras. “No juzgaban a ningún tipo de familia”, apunta. El colegio trabaja también la EmoCrea de forma coordinada en un eje sobre convivencia y disciplina positiva.
Gregorio Cabrera insiste en que el objetivo es aplicar esta asignatura de forma lúdica apoyándose en el teatro, la representación, la música, la expresión corporal… Yanira Quintana añade que la materia se puede impartir junto a otros aspectos de la programación, como por ejemplo, en su clase se estudió el reciclaje de manera que todo el grupo tuvo que confeccionar una caja propia con materiales reciclados para trabajar el “cariñograma”, es decir, una actividad que consiste en que cuando la profesora dice un número de la lista el resto de la clase debe dar a ese niño o niña una felicitación o disculpa, que se incluye en su cariñograma. La docente cree que la asignatura ha sido positiva en su centro, que es preferentemente motórico y en el que el alumnado responde muy bien con todos sus compañeros. Como profesora, “me interesa que un niño vaya bien académicamente, pero también que se sepa expresar, se adapte a cualquier situación, entienda a un compañero…”, añade. Explica que el Gobierno de Canarias dispone de un banco de recursos. No obstante, además de estas actividades, en todo centro educativo “las emociones están a flor de piel” y hay comportamientos que surgen en el día a día, como, por ejemplo, las riñas en el patio, para lo que si se trabajan previamente esas emociones como la ira, el enfado o la tristeza, serán más fáciles de gestionar.