La vulcanoÌloga Carmen Romero Ruiz, profesora de la Universidad de La Laguna, lleva casi cuarenta anÌos investigando y recorriendo los volcanes de Lanzarote. Su tesis sobre Las manifestaciones volcaÌnicas histoÌricas del ArchipieÌlago Canario la trajo por primera vez a la Isla en 1980. La razoÌn es evidente: de las dieciseÌis erupciones que ha vivido Canarias despueÌs de su conquista, la de Timanfaya supone el 75% de la superficie laÌvica del ArchipieÌlago. Si sumamos tambieÌn la que crearon en 1824 los volcanes de Tao, Nuevo del Fuego y TinguatoÌn nos encontramos con unos 200 kiloÌmetros cuadrados de Lanzarote cubiertos por coladas.
Los piroclastos, el rofe y las cenizas que emanaron en 1730 de Timanfaya llegaron a Fuerteventura, hasta 60 kiloÌmetros isla adentro. TambieÌn formaron islas flotantes en el mar, de varios kiloÌmetros de longitud. AsiÌ lo narra Carmen Romero en las III Jornadas de Patrimonio GeoloÌgico que organizaron el pasado mes de noviembre Geoparque Lanzarote y el Instituto GeoloÌgico Minero de EspanÌa (IGME), dos instituciones que llevan cuatro anÌos de fructiÌfera investigacioÌn y divulgacioÌn del patrimonio geoloÌgico de la isla.
Una de las asignaturas pendientes es luchar contra el expolio y el destrozo de los parajes naturales protegidos. “He ido viendo coÌmo poco a poco se ha ido deteriorando el Parque Natural de Los Volcanes hasta unos niveles que empiezan a ser preocupantes”, dice Carmen. Cuando empezoÌ a trabajar en Timanfaya era posible encontrar panes de olivino enteros: bloques completos expulsados por el volcaÌn del tamanÌo de una bomba de lava. “Pero los hemos ido rompiendo para ensenÌaÌrselos a los turistas”, lamenta. La misma suerte han corrido los goterones de lava que se encontraban, por ejemplo, en el interior del canal de Pico Partido. “TambieÌn se recolectan rocas volcaÌnicas en funcioÌn de los colores que tengan. Hay que replantearse coÌmo cuidamos nuestro entorno para que estos elementos significativos de los procesos volcaÌnicos puedan disfrutarlos las generaciones futuras”, advierte.
En 2012, Aena requisoÌ en el aeropuerto de Guacimeta casi 500 rocas al mes. Algunos materiales se detectaron en los controles de seguridad, otros se quedaron en los coches de alquiler. Desde entonces existe una vitrina con rocas incautadas y un mensaje (“No cojas piedras como recuerdo. AyuÌdanos a mantener la belleza de nuestro paisaje”). Carmen Romero opina que es una buena idea que no sirve de nada. “No podemos quedarnos en eso”, dice, y sugiere “formar a las personas que realizan rutas por Lanzarote”. La gente tiene que saber que las rocas que estaÌn en medio del campo, al alcance de cualquiera, “son elementos patrimoniales de la Isla”.
Carmen cree que ahora “hay maÌs guiÌas y maÌs senderistas cuidadosos”, pero llevamos anÌos de danÌos acumulados y todaviÌa “continuÌa la venta ambulante de olivino en el Charco de los Clicos y en Los Hervideros”. En teoriÌa, la Ley de Espacios Naturales Protegidos prohiÌbe la recoleccioÌn de minerales y de rocas, igual que el Plan Insular, que sanciona la recoleccioÌn libre e indiscriminada de materiales volcaÌnicos destinados a la venta como souvenir o a colecciones. “Hay que pedir un permiso a Medio Ambiente para extraer muestras”. La teoriÌa y la ley dicen una cosa, pero la realidad es muy distinta.
¿Salirse del sendero? Nunca
Tampoco se vigila ni se sanciona a los senderistas que se salen de los caminos, senÌala la vulcanoÌloga. Lo mismo que pasoÌ en la Caldera de los Cuervos “estaÌ pasando en MontanÌa Colorada”. La gente se sale del sendero marcado y sube al cono, provocando mucho maÌs que un impacto visual: “EstaÌn rompiendo la dinaÌmica natural de la ladera y favoreciendo la penetracioÌn de semillas”.
Las propias investigadoras, cuan- do realizan trabajos de campo, tienen que pisar con la planta de la bota, jamaÌs con la punta. Han tenido que aprender a caminar sobre picoÌn sin dejar huellas, un procedimiento que sorprendioÌ incluso a una vulcanoÌloga italiana con la que realizaron un trabajo. “MontanÌa Colorada no es el Etna. AquiÌ apenas llueve y nunca nieva. Eso signiFIca que el movimiento de rofe es miÌnimo. Las huellas permanecen muchiÌsimo tiempo”.
Cuando se pisa sobre material volcaÌnico tapizado con liÌquenes el resultado tambieÌn es catastroÌfico. Los liÌquenes tardan muchiÌsimo tiempo en crecer y son bioindicadores: tienen una enorme capacidad para acumular indiscriminadamente sustancias disueltas en la atmoÌsfera, pero son incapaces de eliminarlas.
Caminar sobre las coladas tambieÌn genera problemas de erosioÌn y a veces podemos provocar que la costra se rompa, “porque algunas tienen la piel muy fina”. Carmen Romero dice que seriÌa recomendable “analizar la fragilidad de los elementos geoloÌgicos de Lanzarote para ver cuaÌles son los puntos maÌs conflictivos”. Los conos de picoÌn son mucho maÌs delicados que los de escoria. Hay que conocer el grado de fragilidad del paisaje para poder preservarlo, “algo que no se tiene en cuenta en la realizacioÌn de algunas actividades deportivas que generan una enorme erosioÌn antroÌpica [provocada por el ser humano]”.
Venta de fósiles por Facebook
No es soÌlo en el campo de la geologiÌa, tambieÌn ocurrioÌ y ocurre en el campo de la arqueologiÌa. Un vecino de Caleta de Famara “que creiÌa estar rescatando el patrimonio de la Isla” fue denunciado por revolver todos los niveles del yacimiento arqueoloÌgico de Fiquinineo, provocando importantes danÌos en las excavaciones, dice la arqueoÌloga Nona Perera.
A la paleontoÌloga lanzarotenÌa Esther MartiÌn le alertaron hace unas semanas de que en un grupo de Facebook de compraventa de artiÌculos de segunda mano se estaban regalando foÌsiles de lapas. La cientiÌfica lanzarotenÌa reaccionoÌ y publicoÌ un mensaje recordando que el expolio estaÌ prohibido y que cuando se detecta un caso, hay que dar cuenta a la direccioÌn general de Patrimonio y al Servicio de ProteccioÌn de Medio Ambiente.
Para evitar que los danÌos continuÌen, cree que es necesario que la AdministracioÌn refuerce mucho maÌs el trabajo de divulgacioÌn (paneles interpretativos, publicaciones) para poner en valor el patrimonio y que la ciudadaniÌa lo conozca, lo disfrute y lo respete.
Un equipo de investigadores y geoÌlogos del Instituto GeoloÌgico Minero de EspanÌa (IGME) ha desarrollado cinco guiÌas para aprender a ver los paisajes geoloÌgicos maÌs interesantes y espectaculares de Lanzarote. La publicacioÌn es fruto del convenio que esa institucioÌn firmoÌ con Geoparque Lanzarote.
“Uno sale un poquito maÌs feliz y mejor persona de un geoparque”, dice Juan JoseÌ DuraÌn, director del departamento de recursos geoloÌgicos del IGME y presidente del comiteÌ nacional de geoparques de la Unesco. El concepto se lo ha tomado prestado a su hijo, que lo usa para referirse al estado vital que se alcanza “cuando uno estaÌ a bien con el medio fiÌsico que le rodea”.
AsiÌ presentoÌ en Lanzarote las cinco guiÌas editadas por el Cabildo de Lanzarote, que firman investigadores de reconocido prestigio como Juana Vegas, IneÌs Galindo, Nieves SaÌnchez, Carmen Romero y Gonzalo DiÌaz. Famara entre valles y volcanes, La erupcioÌn del volcaÌn de la Corona, Volcanes con historia, El Jable: arenas entre volcanes y Los Ajaches: en el corazoÌn de un antiguo volcaÌn pueden conseguirse de forma gratuita en la sede de los Centros de Arte Cultura y Turismo, y proÌximamente en pdf, en la web geoparquelanzarote.org.
Las publicaciones senÌalan rarezas petroloÌgicas como las rocas traquiÌticas de los acantilados de Papagayo, los sitios donde podemos ver conductos de lava (algunos se conservan tan bien que parecen una construccioÌn artificial), los arcos de empuje de las negras coladas en CaletoÌn Blanco o las menos conocidas PenÌas de Tao, enormes bloques erraÌticos que proceden de la destruccioÌn de uno de los flancos del volcaÌn de La Corona. Un viaje en el tiempo que nos lleva a las erupciones de Timanfaya o nos remonta 15,5 millones de anÌos atraÌs, cuando no habiÌa rastro de seres humanos en la Tierra, pero Fuerteventura y Lanzarote ya eran dos islotes en pleno proceso de construccioÌn.